Beber agua: elige el agua por encima de bebidas azucaradas y recuerda que es necesario ingerir al menos dos litros de agua por día. Enséñales a tus hijos a escoger el agua por encima de otras bebidas (por supuesto, esto no significa prohibir otras bebidas, sino beberlas con moderación) y a hidratarse sin esperar a tener sed.
Elegir la comida casera sobre la preparada: los alimentos preparados suelen incluir mayores dosis de sodio y además, ¿hay algo más rico que la comida casera?
Preparar platos llenos de colores: incluye verduras en todas tus comidas. Recuerda que cuanto más colores tenga tu plato, ¡mayor variedad de nutrientes tendrá!
Escoger carnes magras: si es posible, elige las carnes magras por sobre las grasas. De preferencia, enseña a tus hijos a comer pescados, pollo y pavo por sobre carne vacuna.
Fritos de vez en cuando: a todos nos gustan las patatas fritas, las croquetas y básicamente cualquier cosa frita pero sabemos que no son tan saludables. Decántate por alimentos al horno, frescos o hervidos. Estas cocciones mantienen mejor los nutrientes de cada alimento.
Comer despacio: sentarse a comer es una experiencia placentera, enseña a tus hijos a disfrutar de la comida y a masticar bien los alimentos. Comer despacio es bueno para la digestión y además, evita la sobre-ingesta de alimentos.
En la mesa se conversa: los móviles, las tabletas y la televisión deben estar apagados (o en otra habitación) cuando comemos. La mesa es lugar para contarnos cómo nos fue en el día, para intercambiar opiniones y darnos cariño. Comer frente a la televisión no sólo evita la conversación sino que dificulta el disfrute de la comida.
Evitar las porciones grandes: sirve a tus hijos una porción adecuada a su edad, sin exagerar (¡y haz lo mismo con tus porciones!). Siempre hay tiempo de repetir si no hemos quedado satisfechos. Piensa que un plato demasiado lleno puede obligarnos a comer de más, por el simple hecho de no querer dejar comida en él.
De postre, fruta: la fruta debería ser el postre de preferencia en todos los hogares. No sólo aporta vitaminas y minerales, sino también azúcares de alta complejidad y agua. ¡Y además son riquísimas!
Escoge el aceite de oliva virgen extra sobre la mantequilla: mientras que el aceite aporta antioxidantes, la mantequilla aporta grasas saturadas.
Cinco comidas al día: evitar estar hambriento también forma parte de alimentarse bien. Cinco comidas al día es lo recomendable para moderar la ingesta de alimentos no tan saludables (suelen ser los elegidos cuando uno está con mucha hambre).
Picoteo saludable: entre comidas es recomendable tener a mano un puñado de nueces o frutos secos, una fruta o una verdura (tomates cherry, pepino o zanahoria, por ejemplo) para saciar el apetito.
Ir a comprar después de comer: algunos estudios señalan que si acudimos al supermercado con hambre, se dispara la compra de alimentos con alto contenido de grasas.
Desayunar como reyes: lo sabemos, el desayuno suele ser la comida más complicada para los pequeños pero es importante que les expliques la necesidad de desayunar bien, ingiriendo lácteos, fruta, cereales y pan. Luego del descanso, el cuerpo necesita "combustible", por este motivo el desayuno es la comida más importante del día.
Realizar al menos 30 minutos de actividad física cada día: ejercitarse es uno de los pilares de la alimentación saludable. ¡Aprovecha y practica deporte con tus hijos!
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