Casi el 50% de la población mundial vive con menos de US$ 5,5 al día. Si consideramos los datos del Banco Mundial, el porcentaje de pobreza extrema (es decir de personas que viven con menos de un dólar al día) se ha reducido, sin embargo ¿significa eso que la desigualdad social ya no es un hecho? Claro que no. La desigualdad es una realidad que va más allá de vivir con 1, 5 o 10 dólares al día.
La desigualdad es un desequilibrio tan arraigado en la sociedad actual que muchas personas no son conscientes de su existencia en el día a día. Sin embargo, millones de personas en el mundo la padecen y viven marginados de la sociedad, sin posibilidades de volver a ingresar a ella.
¿A qué nos referimos con esta afirmación? En 2018, 26 personas poseían la misma cantidad de dinero que los 3.800 millones de personas más pobres del mundo. Durante las últimas décadas, la cantidad de multimillonarios se ha duplicado. No sólo eso: han aumentado de manera exponencial sus cuentas bancarias, mientras otras personas en el mundo padecían enfermedades y desnutrición.
La sociedad actual es una continua réplica de desigualdad, donde la brecha entre ricos y pobres se acentúa cada vez más. Analicemos, por ejemplo, cómo ésta afecta en la economía, la educación, la salud y la igualdad de género.
En algunos países, los miembros más pobres de la sociedad aportan más de sus ingresos a los impuestos que el 10% más rico, debido a las exenciones fiscales.
La brecha entre ricos y pobres en lugar de achicarse continúa creciendo. Mientras los hijos de ricos tienen acceso a la educación, más de 262 millones de niños a nivel global no están escolarizados. En un mundo donde los gobiernos dan beneficios fiscales a las grandes empresas en lugar de invertir en educación, no se puede esperar otra cosa que el crecimiento del desequilibrio social.
El 1% de la población mundial posee más riquezas que el 99% restante
Lo mismo sucede a nivel de la salud, donde las implicaciones éticas son aún más cuestionables. Quienes tienen el dinero, cuentan con la posibilidad de tratar sus enfermedades, por más virulentas y complejas que sean, mientras quienes viven en la pobreza deben conformarse con sobrevivir cuando es posible. Más de 10.000 personas pierden la vida cada día por no poder pagar la atención médica.
En muchos lugares del mundo, los pobres no tienen acceso al agua potable y su ingesta diaria de alimentos es bastante restringida. La desnutrición se vuelve habitual para estas personas, al igual que la desigualdad. De hecho, en las zonas pobres, la expectativa de vida es entre 10 y 20 años inferior a la de los países desarrollados.
Por último, cabe destacar la desigualdad de género que existe aún a día de hoy. Cuando el dinero no alcanza para costear los estudios de todos los hijos, en muchos países son las niñas quienes dejan de estudiar. ¿Y quién asume el cuidado de los enfermos cuando no se puede costear la atención hospitalaria? De nuevo, las mujeres.
En conclusión, vivimos en una sociedad donde la desigualdad está enquistada tan profundamente que muchas veces no la vemos, aunque esté delante de nuestros ojos.
La desigualdad no apareció de un día para otro ni por una única causa. Una variedad de situaciones confluyeron para generar la situación que vivimos en la actualidad:
La brecha social se evidencia entonces en desigualdad salarial, de género y de oportunidades que afecta principalmente a los más vulnerables: los niños y niñas. Luchar contra esta situación no es sencillo pero tampoco imposible. Para ello, es necesario cambiar las políticas de Estado. Es imperioso que los ricos paguen impuestos y ese dinero se destine a la educación, salud y progreso de los más necesitados. Dicho cambio de mentalidad y enfoque resulta fundamental para un desarrollo sostenible.
Solamente a través de un trabajo combinado entre ONG's y Estados podremos cambiar el mundo y lograr una sociedad más igualitaria, donde los niños tengan la posibilidad de alcanzar su potencial.
El mundo, tal como lo conocemos, está en peligro. Nos encontramos en una encrucijada y es momento de tomar una decisión, de escoger qué sociedad deseamos. ¿Queremos un mundo donde unos pocos sean dueños de la riqueza y miles de millones estén condenados a la pobreza? ¿Deseamos acaso un planeta donde cada día se despercian toneladas de alimentos mientras millones de personas no tienen nada que llevar a la mesa? ¿Pensamos acaso que la sociedad puede crecer y desarrollarse cuando millones de niños no tienen acceso a la educación? Es momento de cambiar.
La solución está en la colaboración de partes, en la creación de una política de cooperación internacional a largo plazo. Llegó el momento de dar un paso al frente y de que los más privilegiados ayuden a quienes quedaron del lado menos favorecido de la brecha.
El papel de las ONG's en la lucha contra la desigualdad ha sido vital y cobrará cada día más importancia. Son estas entidades quienes trabajan contra el desequilibrio social día a día. Organizaciones como Educo trabajan a diario para que niños y niñas de todo el mundo puedan alimentarse, estar sanos, continuar sus estudios y convertirse en hombres y mujeres de bien que puedan cambiar el mundo.
Desde Educo, trabajamos para lograr un desarrollo sostenible para todos a través de diversos proyectos como:
Te invitamos a colaborar con nosotros. Necesitamos tu ayuda para continuar nuestra labor en España y diferentes países del mundo. Trabajamos en terreno para derribar la barrera creada por la desigualdad social, colaborando en el día a día en todo lo necesario con el fin de proteger los derechos del niño. Infórmate y colabora. ¡Juntos podemos cambiar el mundo!
Derechos de las imágenes: Merelize-Stockvault, Sara Abubaker-Stockvault, jcomp-Freepik, Jonathan Kho on Unsplash, Ben Dutton on Unsplash
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