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El paso del tifón Goni deja a miles de niños y niñas filipinos sin casa y sin posibilidad de estudiar

El paso del supertifón Goni complica aún más la escolarización de los niños de las zonas más devastadas de Filipinas

noviembre 12, 2020

El supertifón Goni se ha calificado como el tifón más fuerte del mundo de 2020 y el segundo más fuerte en Filipinas desde el Haiyan de 2013, ya que ha dejado una destrucción generalizada allá por donde ha pasado, especialmente en la región de Bicol, una de las islas más grandes de Filipinas en la que trabajamos desde hace más de 15 años.   

El paso de este fenómeno natural ha afectado a más de un millón de personas de todo el país además de ocasionar daños a miles de hogares a su paso, damnificando infraestructuras y el sector agrícola con daños que se cuantifican en más de 280 millones de dólares, según los últimos datos del gobierno.  

Estamos sobre el terreno para ayudar a los niños y niñas más vulnerables y a sus familias que viven en las comunidades más afectadas  

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Shiena Base, una de las personas que está liderando nuestra respuesta a la emergencia que estamos realizando en el país, y que ha vivido en primera persona el paso del tifón asegura que este año va a ser el peor para la mayoría de los escolares de las zonas más afectadas por el Goni. “Hace menos de un mes desde que se reanudaron las clases en línea en medio de la pandemia de la COVID-19. Los niños se vuelven a quedar sin nada. La educación a distancia resulta imposible. Además del daño en sus casas, también han perdido la mayoría de sus pertenencias, entre ellas todo el material escolar.

Estudiantes y profesores se lamentan de la pérdida de sus equipos digitales y materiales impresos. Nos dicen que volver a empezar desde cero va a ser difícil. Lo sabemos de primera mano porque el mes pasado Educo donó papel bond para que los maestros impriman los módulos que usarán para la educación a distancia", explica la joven. 

Base también explica el impacto que supone el supertifón en el bienestar de los niños: "Sabía desde el momento de la llegada a tierra que el supertifón Goni iba a devastar comunidades, fue una experiencia aterradora para mí. Esto es difícil para muchos niños y niñas que ya han pasado por mucho este año, dice Base, madre de una niña de 4 años. “  

Qué hacemos ante esta emergencia 

Desde la semana pasada estamos distribuyendo lotes de primera necesidad a las familias más afectadas que incluyen materiales de higiene y saneamiento como jabón, detergente, pasta y cepillo de dientes para asegurar que los niños y niñas y sus familias estén bien protegidos frente a la COVID-19 y otras infecciones. También estamos distribuyendo mantas, toallas, ropa interior y toallas sanitarias para las mujeres y las adolescentes que las necesiten.  
 
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Inmediatamente después de que el tifón tocara tierra, enviamos a un equipo de la oenegé a que evaluara los daños que había ocasionado, especialmente en las zonas más afectadas por el Goni, entre ellas Albay, Camarines Sur y Catanduanes.  

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Nuestra directora de Educo en Filipinas, Olga Rodríguez, que también se encuentra en la zona afectada advierte de la magnitud del desastre porque parece que llueve sobre mojado: "Tenemos que comprender que este supertifón desató toda su fuerza sobre algunas de las comunidades más pobres de Filipinas, nada menos que en medio de una pandemia.

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Nuestros equipos están trabajando a tiempo completo evaluando los daños y coordinando con el gobierno y otros organismos para asegurar que proporcionamos apoyo a quienes más lo necesitan. Todavía no hemos determinado el impacto total de estos daños, pero creemos que el camino hacia la recuperación se ve agravado por la actual crisis sanitaria y económica".  

Al mismo tiempo, estamos facilitando carpas a los municipios afectados por el tifón para poder realizar las distribuciones de materiales de manera segura, así como llevar a cabo sesiones psicosociales y otras actividades enfocadas a niños, niñas y sus familias.⁣⁣ ⁣⁣

El paso del tifón en primera persona 

Angela, 10 años 

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Angela y su familia han recibido uno de los lotes de emergencia. Vivía con su madre, sus dos hermanos menores, su tío y su abuelo en Guinobatan antes de que el supertifón Goni llegara a su ciudad. Quería seguir estudiando, pero la pandemia les hizo decidir saltarse este año escolar. El pasado 1 de noviembre, ella y su familia estaban a punto de evacuar su casa y comenzaron a preparar sus pertenencias para poder trasladarse al centro de evacuación, pero no les dio tiempo.

"Mi abuela nos llamó y nos pidió que nos fuéramos, que el agua ya empezaba a brotar en nuestra zona. Pero la puerta estaba bloqueada por grandes trozos de madera, así que subimos. Yo estaba con mi madre y dos hermanos en ese momento. Cuando el agua subió, decidimos subir al techo y nos agarramos a una cuerda. Mi madre llevaba a mi hermana de dos años. Algunas personas nos ayudaron, pero les llevó un tiempo. Luego nos llevaron a otra casa, y dormimos allí. Después, nos llevaron al centro de evacuación. Estaba asustada porque mi madre pudo haberse caído del techo mientras cargaba a mi hermana menor. Estaba decidida a salvar a mis hermanos menores y a sobrevivir en ese mismo momento”, cuenta la joven. 

Angela sueña con convertirse en piloto algún día. Tiene la esperanza de poder continuar sus estudios para alcanzar su sueño. Después de ver el acto de valentía que hizo su madre por ellos, ahora ella es su gran inspiración.   

Dion, 14 años  

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Dion se encuentra en el centro de evacuación de Guinobatan, Albay, con su padre, y su hermano menor. Toda la familia está de duelo por la pérdida de su hermano mayor, Dave, y su abuela, que murieron como consecuencia de la inundación repentina que provocó el supertifón. Antes del desastre vivían bien: sus padres trabajaban en Dubai y sus abuelos cuidaban de él y sus hermanos. En agosto pasado, su padre decidió volver a Filipinas y quedarse con la familia. Dion y sus dos hermanos seguían con su escolarización a distancia. Hasta la madrugada del 1 de noviembre. 

Dion, su hermano Dave y su padre estaban arreglando una parte del techo de su casa. De repente, se produjo la inundación. Dion y su padre fueron rescatados por sus vecinos mientras que el cuerpo de su difunto hermano mayor, Dave, fue encontrado en un pueblo cercano al día siguiente. Su abuela, Ligaya, también murió al quedar atrapada en el barro y el agua, sin poder respirar. 

“Mi casa está ahora sumergida en barro, arena y rocas. No pudimos rescatar nada, ni siquiera mis cuadernos de autoaprendizaje. Mi madre está muy deprimida por no poder estar con nosotros en este momento. Mi hermano era una persona muy amable y solidaria. Disfrutaba de estar juntos. Los dos soñábamos con terminar la universidad para conseguir buenos trabajos y hacer que nuestros padres se sintieran orgullosos”, cuenta Dion quien se mostró muy agradecido por el lote de ayuda. “Este apoyo es muy oportuno ya que no pudimos salvar ninguna pertenencia personal. Todo lo que me queda es mi familia”.   

Jocelyn, 20 años 

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Jocelyn es madre de dos hijos y ahora está embarazada de ocho meses. Está actualmente en el centro de evacuación de Guinobatan con su hijo mayor de 5 años y su hija de 2 años. Nos cuenta que antes del supertifón vivían una vida sencilla. La mayor parte del tiempo su marido se dedicaba a la compra y venta de botellas vacías (una ocupación muy frecuente en Filipinas) y a la agricultura. Aunque sus ganancias apenas alcanzan, dice que eran una familia feliz. Utilizaban la lámpara de gas como principal fuente de luz e iban a buscar agua al río para uso doméstico. 

Su familia fue evacuada un día antes de que el supetifón golpeara el 1 de noviembre. Su casa se encuentra junto al río, por eso la inuncdación repentina provocada por el volcán Mayón les afectó de lleno. “Estaba muy asustada y nerviosa en ese momento, pensando que la seguridad de mis hijos estaba en juego. Mi casa está llena de barro, arena y rocas. No tenemos un hogar al que volver”, nos cuenta muy apenada.  

Su hijo de 5 años le pregunta constantemente cuándo volverá a la escuela porque le encanta conocer a otros niños y tener su material escolar. Ella le explica que primero tienen que esperar la llamada de su maestro y tener un refugio seguro, ya que dependen de la ayuda que están recibiendo. “Menos mal que nos están dando alimentos y bienes de primera necesidad. La manta y el malong (manta tradicional) ayudarán a proteger y confortar a mis hijos mientras duermen. Necesitamos un refugio seguro donde vivir ahora que estoy a puno de dar a luz a mi tercer hijo”, cuenta, “Mis hijos necesitan un lugar seguro y cómodo para vivir". Como madre, tiene la esperanza de que sus hijos terminen su escolarización y consigan un buen trabajo, porque es su sueño para sí misma que no ha podido cumplir. 

Necesitamos tu ayuda para poder seguir respondiendo a la emergencia. ¿𝐍𝐨𝐬 𝐚𝐲𝐮𝐝𝐚𝐬? Por poco que puedas aportar, tu colaboración significará mucho. Entre todos, podemos conseguirlo.
 


Ayúdanos a conseguir un millón de comidas antes de que cabe el año.

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