Como, luego existo. La comida es, desde luego, imprescindible para la supervivencia, pero además hay que poner en valor la alimentación no sólo desde la cuestión nutricional. Que un niño haga como mínimo
tres comidas saludables al día es clave para una buena alimentación, un reto al que cada vez más padres se enfrentan aquí en España, pero comer bien depende también de otros factores, como reunirse en familia para comer juntos es bueno para los niños y también para los adultos.
Comer en familia es bueno para la salud de niños
Un estudio publicado en la revista científica
Journal of Adolescent Health asegura que
comer en familia es bueno para la salud de niños y adolescentes, y que favorece el desarrollo de los peques, además de mejorar la salud mental de los mayores.
El estudio, realizado en la
Universidad de Queen (Kingston, Canadá), afirma que los niños que comen en familia tienden a desarrollar menos problemas emocionales y de conducta y disfrutan de una mayor sensación de confianza. La comunicación con los padres sería uno de los factores fundamentales en esta asociación.
26.069 adolescentes de edades comprendidas entre los 11 y los 15 años participaron en el programa en 2010 proporcionando informes personales con datos como la frecuencia de las cenas familiares, la facilidad con la que se mantenía una
comunicación con los padres y cinco indicadores de salud mental: internalización y externalización de problemas, buen comportamiento emocional, comportamiento prosocial y satisfacción con la vida.
Sus conclusiones fueron que comer con los hijos y hablar con ellos, mejora su salud mental. Y es que ya hemos dicho aquí que los seres humano, y por supuesto los más pequeños, somos animales sociales por naturaleza, necesitamos crear, construir y mantener vínculos en el tiempo. Y para eso lo mejor es hacer cosas juntos.
La mesa como lugar de enriquecimiento
Sentarse a la mesa con los niños sirve, además de para enseñarles modales, usar correctamente el tenedor de pescado o los palillos chinos y predicar con el ejemplo comiéndonos todas las espinacas, para algo tan simple como hacer cosas juntos, charlar sobre el día, contarnos los problemas o las cosas bonitas y, sencillamente, compartir tiempo, algo fundamental para que nuestros hijos crezcan sanos.
Aprendiendo de nuestros primos los bonobos, con los que compartimos el 98,5% del genoma, compartir la comida (incluso con desconocidos cuando hay poca) es beneficioso, ya que mejora los vínculos y amplía la red social. ¿Quién no se ha ido alguna vez de cena con los amigos por el simple placer de disfrutar?
La comida, como acto social aunque sea en casa, es uno de los trucos más sencillos para disfrutar de tiempo con los niños, un tiempo que no tiene porqué ser empleado en actividades caras o de difícil acceso, sino que puede consistir en algo tan básico como sentarse juntos, apagar la tele y comer en compañía. Si puedes aprovecha todo el tiempo que tengas para compartirlo con tus hijos, si tienes poco aprovecha todo el que puedas.
Comer juntos los fines de semana es una buena opción, cenar juntos a diario aún mejor. Desayunar en familia siempre que sea posible, preparar juntos la merienda, hacer un pastel... todo sirve. Hacer de las comidas un momento placentero, divertido y tranquilo también facilitará que establezcan una buena relación con los alimentos, evitando problemas serios relacionados con la alimentación. Siempre que puedas recuerda que comer en familia es un hábito saludable y seguro que no sólo para los niños, sino también para los padres.
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andrewmalone
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