El tema de la disciplina y el castigo sigue siendo un tema que provoca debate y mucho.
Mientras que parte de nuestra misión como padres y educadores es enseñarles la diferencia que hay entre hacer algo bien y hacerlo mal, debemos aprender cómo hacerlo para ser efectivos y evitar daños mayores. Hoy, desde Cuaderno de Valores, queremos darte las claves para educar sin humillar y crear malas conductas.
Tal y como apuntamos en
este artículo, publicado aquí, “castigarles les convierte en seres inseguros, que acaban mintiendo para salir del paso. El castigo, no solo el físico sino el emocional, es el que más puede afectar la concepción del mundo del niño, así como a su proyecto de vida”.
Clave para evitar malas conductas
- Según Alfie Kohn, autor y experto en educación infantil, nunca hemos de castigar de acuerdo al valor de las cosas, sobre todo si los “malhechores” son pequeños y aun no saben diferenciar entre el jarrón malo y ese que tanto costó y aprecias. Es decir, no podemos regañarles o castigarles en función del valor material.
- Además, cuando este tipo de “desastre” ocurre, lo primero que debemos hacer es hacernos preguntas a nosotros mismos. Por ejemplo, sabiendo que tenemos un niño pequeño en casa correteando y curioseando, ¿cómo no protegimos mejor el jarrón para que no se cayese? ¿Le hemos enseñado a tener cuidado, a no correr en ciertos lugares de la casa? Recordemos que los niños no nacen sabiendo. Van aprendiendo a medida que van creciendo y van viendo en nosotros sus modelos a seguir. Quizás también debamos preguntarnos ¿cómo reaccionamos nosotros cuando rompemos algo o cuando nos equivocamos? ¿Nos enfadamos? ¿Pedimos perdón?
- Otra clave para disciplinar sin causar malas conductas es recordar que el regañar o castigar siempre debe ser consecuente con la conducta. No podemos regañarles de manera diferente cuando rompen un jarrón caro que uno barato. Tampoco debemos regañarles en exceso si ha sido por accidente. Todos, en algún momento, hemos metido la pata, roto algo o dicho algo sin querer.
- El regaño o castigo nunca debe ser humillante o dañino. Sino, perderá su valor educativo. Por eso, es tan importante crear una buena comunicación con nuestros hijos y saber escucharles. Decirles cosas como: “No quiero volver a verte hacer algo semejante” solo les hará pensar: “De acuerdo, si me pasa otra vez, no será delante tuyo y si me preguntas, mentiré.”
- Antes de poner el grito en el cielo, respira hondo y pregúntale qué pasó y cómo ocurrió. Ahora, escuchemos lo que tiene que decir. Juntos podremos incluso consensuar el tipo de castigo, siempre consecuente con la conducta y podemos ayudarle a reflexionar sobre lo que hizo o dejó de hacer. Es importante cultivar en ellos una mente crítica para que tomen mejores decisiones y sepan cómo reaccionar.
- De esta manera, la próxima vez que rompan algo, en lugar de mentir o sentir tanto miedo a cómo vas a reaccionar, acabarán confesando su error, aceptando su responsabilidad y pidiendo perdón. ¿Acaso no es así cómo queremos que se comporten? Recuerda que para que aprendan a hacer esto, hay que enseñarles y en algún momento agradecer su honestidad.
Está claro. Los niños necesitan pautas y normas pero estas se les puede enseñar con calma y siendo comprensivos.
Nunca han de ser amenazantes. Un buen ejemplo sería hablarle de esta manera: “Es la segunda vez que rompes algo en casa por no prestar atención. Quiero que lo recojas, lo metas en una caja y me acompañes a ver si se puede arreglar. Y después, veremos qué podemos hacer para que no se te olvide prestar más atención. Quizás, tengas que quedarte solo un rato y pensar.”
Hablarle así a un niño le hará reflexionar sobre su comportamiento y le hace partícipe del problema y la solución.
¿Qué te han parecido estas claves? ¿Crees que surtirán efecto cuando las pongas en práctica?
Derechos de imágenes:
Zeitfaenger.at,
Tony Alter.
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