El debate sobre la
violencia en videojuegos y películas y su contribución a la violencia en la calle (principalmente a la violencia juvenil) tiene ya unos años y aparentemente sin muchos visos de cerrarse en próximas fechas. En ocasiones, ante un videojuego o película violenta la reacción visceral de los padres puede ser la censura ya que instintivamente muchos de nosotros intentamos mantener a los niños alejados de ella. Probablemente sin falta de razón, aunque sea más una emoción que un argumento lógico.
Los científicos opinan sobre la violencia
Los estudios científicos, sin embargo, se contradicen.
Por cada estudio científico que asegura que los videojuegos y películas violentas aumentan este tipo de comportamientos en niños, adolescentes y jóvenes, hay otro que asegura que no existe correlación. Los psicólogos no se ponen de acuerdo y los padres seguimos funcionando por instinto,
aunque aparentemente cada vez estamos menos sensibilizados.
El enfoque psicológico, que estudia las reacciones de los individuos ante contenidos violentos, no arroja resultados, pero el problema puede abordarse desde otra perspectiva. Según El País
un reciente estudio sociológico afirma que no se encuentra correlación entre la violencia de los videojuegos y las películas y la violencia juvenil o infantil, aunque la prensa, a veces demasiado sensacionalista, nos dé apariencia de lo contrario. El mundo parece un lugar cada vez más hostil y es posible que lo sea, pero según este estudio, este hecho no guarda ninguna relación con los contenidos audiovisuales a los que están expuestos nuestros hijos.
El estudio se ha realizado
comparando los índices de violencia reales con los índices de violencia en videojuegos y películas, desde principios del S. XX hasta la actualidad. La conclusión es clara: a principios del siglo pasado las películas eran menos violentas que la realidad y la censura tenía parte de la culpa. Sin embargo a día de hoy el aumento en contenidos violentos audiovisuales no ha supuesto un aumento real en violencia callejera, la correlación no existe en números absolutos a escala social. Más bien al contrario, según el estudio,
la violencia juvenil en EEUU ha descendido en los últimos años a la par que aumentaba el grado de violencia en los videojuegos.
Los videojuegos no son malos
Un debate interesante que a la larga se queda, como casi todo, en una decisión personal, influida por prejuicios e ideas individuales que, seguramente, tengan mucho más que ver con nuestra educación particular que con los contenidos en concreto (al menos en algunas ocasiones).
Demonizar los videojuegos no es la solución. Con cada vez más colegios implantando aulas 2.0 y contenidos multimedia en sus clases,
el videojuego (y también la televisión)
pueden ser herramientas pedagógicas maravillosas y muy atractivas para los más pequeños, que nacieron ya sabiendo desbloquear una tablet. Muchos videojuegos ayudan a mejorar habilidades como la psicomotricidad fina o la coordinación ojo-mano. La censura parental, cuando son muy pequeños funciona, pero llega un momento en que "escapan" a tu control. Incluso esas películas, series o juegos que nos parecen sexistas, racistas o violentos pueden ser usados de forma educativa.
Tanto videojuegos como películas están clasificados por edades. Los videojuegos en concreto están obligados a detallar el nivel de violencia física, sexual e incluso verbal (tacos y palabras malsonantes) que contienen. Queda por tanto a los padres la decisión de permitir o no jugar a su hijo con ciertos juegos o ver determinadas películas.
Si juegas o las ves con ellos, siempre será mucho mejor.
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