Los estudios más recientes nos demuestran algo que ya sabíamos: leer no solo es entretenido, sino que nos permite imaginar, agiliza nuestra memoria, mejora nuestra ortografía y comprensión de textos y reduce los niveles de estrés. En nuestro post
'Educación y solidaridad en el Día del Libro' hablamos sobre cómo p
adres, pedagogos y educadores infantiles coinciden en que leer mejora el rendimiento académico, aumenta la agilidad mental y el nivel de concentración. Además, leer amplia los conocimientos del niño acerca del mundo. Sin embargo, a muchos niños de hoy no les gusta leer. Desde Cuaderno de Valores, te contamos por qué y qué podemos hacer para que lo hagan.
¿Hay algo que podamos hacer nosotros, padres y educadores, para que disfruten leyendo? Afortunadamente sí. Pero antes tenemos que saber por qué no quieren leer. De esta manera, sabremos motivarles a hacerlo.
"Me aburro"
Cuando dicen esto, probablemente se refieran a leer sus libros de texto o tal vez sea porque sus pequeñas bibliotecas solo albergan cuentos o libros de cuando eran más pequeños. Si te contestan que leer les aburre se debe sencillamente a que aún no han descubierto un libro que realmente les apasione. Si aún no has tenido la oportunidad de leer nuestro post titulado: 5 libros que todo niño (y adulto) debe leer, te animamos a que lo hagas para descubrir qué libros harán que nuestros pequeños se sorprendan y así empiecen a cultivar su amor por la lectura.
"No tengo tiempo"
Si esta es la excusa que te dan, quizás tengas que ayudarles a organizarse mejor. Una buena solución es animarles a acostarse un poco más temprano para leer al menos quince minutos. También pueden leer un rato antes de cenar y durante los fines de semana. No bien tengan entre manos un libro que les fascine, tendremos que suplicarles a que dejen de leer y se sienten en la mesa o se vayan a dormir. Aprovecha tu también de leer durante esos ratos. Recuerda que somos el espejo en el que se miran.
"Me duelen los ojos" o "Me da dolor de cabeza"
La mitad de las personas con problemas de aprendizaje sufre dislexia o del síndrome de
sensibilidad escotópica, también conocido como síndrome de Irlen. Este trastorno de percepción visual afecta a la lectura y escritura.
Padres y maestros debemos estar alertas a signos como frotarse los ojos, hacer sombra en los libros con sus manos, parpadear constantemente al leer o si los pequeños se saltan por error algunas frases o párrafos. Si has “pillado” a tus pequeños haciendo cualquiera de estas cosas, es recomendable consultar con un oftalmólogo.
"Es muy difícil"
Si esta es su contestación, puede haber varios motivos. O bien sus libros son para niños más mayores o sienten que son más lentos que los demás e incluso puede ser a causa del propio contenido de lo que están leyendo. En estos casos, anímale a leer a su ritmo. Puede tardar más pero comprenderá mejor lo que lee si lo hace más despacio. Leer no implica rapidez. Implica disfrutar y comprender lo que se lee.
Si en el cole le mandan leer un capítulo sobre los invertebrados, por ejemplo, acompaña a tu hijo o hija al museo de ciencias naturales o navega por internet o en las biblioteca para leer, ver fotos, y disfrutar aprendiendo de manera más informal. Ayúdales a encontrar información didáctica, fotos e ilustraciones y de esa manera logrará reconocer lo que está escrito en su libro y a apreciarlo.
Si se atascan con el vocabulario, tampoco debe ser un problema. Para eso están los diccionarios de sinónimos. Siempre hay una forma más fácil de decir las cosas.
¿Qué otras cosas podemos hacer para que lean?
- ¿Sabes lo que les interesa a tus hijos? ¿Son los deportes, la danza, los comics, las ballenas gigantes o los videojuegos? Existen libros entretenidos y didácticos sobre cualquier tema imaginable. Solo hay que averiguar qué les gusta para ofrecerles libros que seguramente devoren.
- Deja un buen surtido de libros, revistas o comics en varios lugares estratégicos de la casa. Tal vez, ellos solitos cojan uno y empiecen a curiosear.
- Diviértete con ellos jugando a juegos de palabras o juegos de mesa que implican leer.
- Acompáñalos a la biblioteca. Deja que saquen los libros que quieran aunque solo sea para ver los dibujos o fotos.
- Dosifica el tiempo que pasan delante de la tele y las maquinitas.
- Habla con ellos. Nunca les fuerces. Es mejor que aprendan a razonar y juntos poder tomar decisiones.
- Si haces manualidades con tus hijos, aprovecha para motivarles a leer. Si están haciendo un rompecabezas o una maqueta de avión, pregúntales si saben de dónde viene la palabra rompecabezas o cómo se llama el modelo de avión que les gusta. Internet, una tablet o el diccionario y la enciclopedia de toda la vida te darán la solución y les enseñarás a cómo buscar lo que necesitan saber.
- Habla con ellos sobre los libros que estás leyendo tu. Aprovecha los ratos de camino al cole o durante una excursión, para comentarles qué te ha parecido, por qué te ha gustado o dejado de gustar tal o cual personaje y por qué y sobre todo, cuéntales lo que estás aprendiendo. Así cuando les preguntes a ellos sobre los libros que están leyendo, tendrán las herramientas necesarias para razonar y hacer una crítica constructiva.
- Lee con ellos, siempre que puedas. Leer en voz alta, incluso a niños algo más mayores, es una oportunidad para disfrutar en familia. Podéis turnaros para interpretar a los personajes o para ser el narrador. De vez en cuando, recuerda parar y comentar lo que se está leyendo. ¿Por qué les gusta? ¿Se sienten identificados con algún personaje? ¿Cómo creen que acabará la historia?
- Los libros no tienen por qué ser serios. Procura escoger alguno de chistes, por ejemplo, rimas absurdas o cuentos de miedo o de risa.
Recuerda que leer es como cualquier otra habilidad. A base de practicar, lograrás desarrollar el amor por la lectura. Quizás no lo entiendan todo o vayan muy despacito. Pero leerán y eso es lo más importante.
Derechos de imágenes:
John Morgan,
James Emery.
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