La alimentación de los niños sin duda está en el top ten de las preocupaciones paternas. La mayoría de los padres nos preocupamos de que nuestros hijos coman bien y coman de todo y sobre el tema se han escrito libros y libros. Todos sabemos que una alimentación correcta es la base de un buen desarrollo y después, durante la vida adulta, la base también de nuestra salud. Comer bien es importante desde los primeros momentos y la adquisición de buenos hábitos alimentarios empieza durante la primera infancia. Todos sabemos que la mejor forma de enseñar a comer es con el ejemplo. Pero el ejemplo empieza mucho antes de que el niño se dé cuenta.
Los niños no son tontos. La mayoría de ellos prefieren los sabores dulces porque el dulce indica una alta cantidad de glucosa, imprescindible para la obtención de energía por parte del organismo. Además todos los animales que poseen sentido del gusto tienen mecanismos que les avisan de que la comida está mala o es peligrosa. Los sabores ácidos, amargos o muy fuertes producen rechazo en muchas personas, incluso adultos, porque disparan mecanismos fisiológicos atávicos que nos protegen de envenenamientos e intoxicaciones. A los distintos sabores hay que acostumbrarse y con los niños sobre todo es importante respetar el asco, una emoción primaria que nos protege de la comida mala.
Pero vivimos en un mundo sobresaturado de azúcares, e introducir nuevos alimentos requiere paciencia y mucho cariño.
Por suerte las últimas investigaciones científicas nos permiten conocer un simple truco para que nuestros hijos coman mejor ese "de todo", incluyendo las temidas verduras.
Durante el embarazo y durante la lactancia materna los bebés beben líquido amniótico y leche que fabrica el cuerpo materno. Estos dos fluidos cambian de olor e incluso de sabor dependiendo de la alimentación materna. Así, un nuevo estudio científico confirma que los bebés cuyas madres comieron mucha verdura durante el embarazo y sobre todo durante la lactancia aceptan mejor la introducción de este tipo de alimentos, ya que, en cierta medida, están acostumbrados a su sabor desde incluso antes de nacer.
El estudio se realizó dividiendo a un grupo de madres lactantes en diferentes subgrupos, cada uno de los cuales tenía una dieta específica que contenía alimentos como zumo de zanahoria o vegetales en cantidades controladas y durante un periodo de tres meses, mientras estaban amamantando.
El estudio se prolongó hasta que los bebés entraron en la etapa de introducción de la alimentación complementaria, durante la cual fueron grabados y monitorizados sus gestos de asco o de placer al probar nuevos alimentos. Así los expertos han concluido que aquellos bebés cuyas madres tenían una ingesta importante de verduras durante la lactancia aceptaban mejor la introducción de alimentos con estos sabores.
Y es que lo dicho, cuanto antes empezamos a dar ejemplo, mucho mejor para todo.
Fuente:
Healthday
Derechos de fotografía:
Yachichurova,
dumbonyc
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