Hay frases que no deberíamos decirles a nuestros hijos y estas son algunas: “Se lo voy a decir a tu padre” o “Espera a que llegue tu padre”. Tal y como recoge
este artículo, publicado aquí en Cuaderno de Valores,
“mientras que parte de nuestra misión como padres y educadores es enseñarles la diferencia que hay entre hacer algo bien y hacerlo mal, debemos aprender cómo hacerlo para ser efectivos y evitar daños mayores”.
Este tipo de
frases amenazantes no solo son nocivas sino que no surgen efecto porque al ser repetitivas, pierden significado. Sigue leyendo para descubrir el peligro que tiene este tipo de amenaza.
Controlar las emociones
Parte de nuestra labor como educadores es permanecer en
control de nuestras emociones. Pero cuando decimos este tipo de frases, realmente estamos diciendo que no estamos en control y necesitamos al otro para ayudarnos a poner orden. Entonces, ¿qué podemos hacer cuando nos vemos exasperados, cansados o enfadados con nuestros hijos?
Lo primero es reclamar la autoridad
Las consecuencias de un mal comportamiento deben ser impuestas de forma inmediata para que surjan efecto. Recuerda que si nosotros, como padres, conseguimos estar calmados mientras les ponemos límites, nuestros hijos lo interiorizarán mejor y más rápido.
Antes de castigarle, aprende a regular tus propias emociones y tu comportamiento porque ellos así también lo harán.
Ser un equipo
Al decirles a nuestro hijos este tipo de frases, obligamos al otro a ser “el malo de la película”.
Como equipo debemos negociar en privado cómo vamos a manejar la educación de nuestros hijos y cual es la mejor manera de disciplinarles. Seguramente no se coincida en todo pero es importante llegar a un acuerdo, en privado, con el que ambos se sientan bien para que el mensaje, a la hora de educar, sea el mismo. Ser un buen equipo requiere esfuerzo, buena comunicación y la valentía de cambiar y eso empieza en casa.
Apoyar al otro
Si tu pareja y tu hijo están teniendo una discusión, no te entrometas a no ser que tu pareja pida tu ayuda. Quizás tengas una mejor solución pero si te metes,
estarás debilitando la habilidad del otro ante el problema y socavando su autoridad. Si necesitas consultar algo con tu pareja, relacionado con la disciplina de vuestros hijos, es mejor decir:
“Tengo que hablar con Papá para ver cómo vamos a solucionar esto juntos”.
La empatía, a veces, es nuestro mejor aliado.
Cuando nuestros hijos actúan de mala manera, recuerda que detrás de esa conducta hay un niño que quiere decir algo. Si le da una patada a la puerta o rompe la muñeca de su hermana, es porque no se siente bien. Quizás necesite dormir más, pasar más tiempo contigo o tener más oportunidades para llorar y hablar de lo que le pasa. La próxima vez que haga algo “terrible”,
pregúntale por qué e intenta conseguir que se desahogue para poder hablar sobre lo sucedido.
Es importante hablar con ellos acerca de su comportamiento y hacerles saber que no estás de acuerdo, pero también debemos ofrecer soluciones para rectificar su conducta.
“No nos gusta nada cuando pegas a tu hermano y no lo vamos a tolerar. Entiendo que a veces te puede molestar o sacar de quicio pero ¿por qué no pensamos en otras maneras de reaccionar?"
Recuerda que si se hace bien, nuestros hijos aprenderán a manejar situaciones similares por su cuenta. Y ahí está la clave: educar para
convertirles en personas independientes y responsables.
¿Qué frases o expresiones utilizas tu ante un mal comportamiento? ¿Cómo resuelves la mala conducta?
Derechos de imágenes:
State Farm,
Clemens v. Vogelsang,
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