Originaria de Burkina Faso, Fátima es una mujer de 26 años con cuatro hijos de 9, 6, 2 años y 3 semanas. En 2017 se trasladó con su familia a Koro, en el centro de Malí, de donde
han tenido que escapar para volver a su país a causa del conflicto entre dos de los pueblos que viven en el país, los tradicionalmente pastores nómadas Peul y los Dogon, agricultores.
Desde febrero, el enfrentamiento entre estas dos comunidades se ha intensificado después de un período de relativa calma tras el golpe de Estado de 2012, cuando grupos tuareg rebeldes, junto a organizaciones yihadistas, se hicieron con el control del norte de Malí durante diez meses.
En los últimos meses
la inestabilidad se ha extendido hacia la zona centro del país y decenas de personas han sido asesinadas, se han destruido viviendas y otros edificios y más de tres mil personas se han visto obligadas a escapar, sobre todo hacia el país vecino, Burkina Faso, que ya acoge a unos 24.000 malienses desde el inicio del conflicto.
“Había cadáveres por todas partes”. Fátima, embarazada de nueve meses, su esposo y sus tres hijos abandonaron Koro apresuradamente. No llegaron muy lejos. En la estación de autobuses
se puso de parto y tuvo al bebé allí mismo con la ayuda de algunas mujeres. Después la llevaron hasta el hospital maternal de la zona para recibir, tanto ella como el bebé, los cuidados básicos, pero solo se quedaron un día por temor a ser atacados y volvieron hasta la estación de autobuses para finalmente llegar a Ouahigouya, en Burkina Faso.
A su llegada, la familia fue atendida por el departamento de Acción Social y Fátima
fue derivada, junto a sus dos hijos pequeños, al Centro de Recuperación Nutricional (CREN) de Educo debido al mal estado de salud del pequeño de dos años. Los médicos del CREN le diagnosticaron con desnutrición aguda grave con complicaciones y empezaron el tratamiento. Los otros dos niños quedaron atendidos por Acción Social con su padre.
A menudo la causa de la
desnutrición que sufren los niños ingresados en el CREN tiene su origen en alguna de las enfermedades que más les afectan, sobre todo las diarreicas, respiratorias o la malaria. "Cuando llegamos al centro mi hijo de dos años no podía mantenerse de pie… Ahora está recibiendo medicamentos y leche y está mucho mejor, está comiendo bien. Y mi bebé recién nacido ha recibido aquí las primeras vacunas", cuenta Fátima.
En el CREN atendemos cada año a unos
350 niños de 0 a 5 años en situación de desnutrición severa. Aquí, los pequeños
y sus madres
reciben cuidados médicos y la alimentación que necesitan. Las mujeres reciben también educación sanitaria y, si es necesario, atención médica durante toda la estancia. "Quiero que mi hijo se cure por completo para poder volver a casa".
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