Como padres, nuestro trabajo más importante es criar a nuestros hijos para que sean personas de bien. Queremos que nuestros pequeños sean amables, considerados, educados... y muchas cosas más. Por eso, hoy en
Educo hablamos sobre la
empatía, uno de los pilares de la socialización. ¿Nos acompañas a descubrir qué y cómo podemos fomentarla en los niños?
¿Qué es la empatía?
La
empatía es la capacidad que nos permite observar lo que otra persona siente y ponernos en sus zapatos. Se trata de un concepto complejo que implica ser receptivo a las emociones de las personas que nos rodean y tener la capacidad de identificarlas a través de sus gestos y palabras, comprender lo que el otro siente y apreciar la situación sin juzgar al implicado.
Seguramente te estés preguntando si eso es todo. Pues no, la empatía no se relaciona solamente con el descubrimiento y entendimiento de las emociones del prójimo sino también con nuestra propia sensibilidad en relación con esas emociones. Así, se espera que si un amigo nuestro está triste y llora, sintamos la necesidad de consolarle, por ejemplo.
La empatía se desarrolla a lo largo de la vida. Si bien es cierto que tenemos una empatía innata, que se ve claramente cuando el hermano mayor llora y el hermanito de apenas unos meses llora también, la empatía forma parte del aprendizaje social.
En psicología se distinguen diferentes etapas del desarrollo empático:
- Empatía emocional: Se tata de la empatía que mencionamos en el ejemplo del bebé y su hermano mayor. Se da durante el primer año de vida, cuando el bebé aún no se sabe diferente a quienes le rodean.
- Empatía entre el año y los dos años: La empatía evoluciona junto con el niño y ya sabe que los demás son personas externas a él y es capaz de darse cuenta cuando otra persona se encuentra mal. Sin embargo, no sabe bien cómo consolarle.
- Empatía cognitiva: Sobre los seis años el niño sabe que sus sentimientos y emociones son diferentes de quienes le rodean. Aquí empieza el desarrollo de la empatía como nosotros la entendemos.
- Empatía entre los 10 y 12 años: La empatía en su máxima expresión se presenta en la pubertad cuando los niños son capaces, no solo de preocuparse por quienes le rodean, sino también por personas a quienes no conocen. Por ejemplo, aparece la preocupación social por quienes no tienen comida o techo.
¿Por qué queremos niños empáticos?
La respuesta es muy sencilla: los niños empáticos se convertirán en adultos empáticos y justamente lo que necesitamos en este mundo es empatía, es ponerse en el lugar del otro, sentir lo que el otro siente y querer ayudarle.
Un niño empático es capaz de distinguir las emociones de otras personas, ponerse en sus zapatos y actuar para consolarlas o ayudarlas. Esto es fundamental como
prevención del bullying. Como lees,
la empatía es un pilar esencial en la lucha contra el acoso escolar. ¿Por qué? Pues porque un niño empático no será un niño agresivo ni mucho menos un
bully, sino un niño que buscará crear y mantener amistades. Lejos de ser destructivo, un niño que practica la empatía es un niño que construye relaciones.
Básicamente podríamos decir que los niños empáticos son capaces de construir relaciones sanas y sólidas y, por ende, serían capaces de cambiar la sociedad. ¿Y no es eso lo que deseamos: hijos convertidos en adultos responsables, sanos, respetuosos y compasivos? ¿Una sociedad menos violenta, más igualitaria y contenedora? Ese cambio empieza por nosotros, los padres y maestros.
El cambio empieza en casa, a través del traspaso de valores y el fomento de la empatía.
7 consejos para fomentar la empatía
Si te estás preguntando cómo puedes fomentar la empatía en tus pequeños, no te pierdas nuestros consejos:
- Da ejemplo: Este suele ser siempre nuestro primer consejo. Si quieres un hijo empático, ¡demuestra tú también empatía! Para ello, escúchale y muéstrale afecto cuando tenga un problema o, simplemente, no se sienta del todo bien.
- Otórgale importancia a lo que te cuente: Tómate el tiempo para darle valor a cada palabra que salga de la boca de tu hijo.
- Presta atención a sus sentimientos y no les juzgues por ellos: Es importante que los padres evitemos los juicios de valor como "deja de llorar por tonterías", "pareces pequeño llorando así"...
- Acepta que cada persona tiene sus propias emociones y sentimientos.
- Expresa tus sentimientos y ayuda a tu hijo a entenderlos.
- Consuela a tus hijos cuando estén tristes.
- Habla con él: Mirar una película, jugar o leer un cuento puede ser una buena oportunidad para ponerse en el lugar de algún personaje y preguntar a tu hijo qué haría él en tal o cual situación.
La empatía se aprende y se practica. Si tu hijo siente que tú eres empático con él, seguramente intentará imitarte. Además, practicar la empatía le ayudará a que esta respuesta surja de manera natural frente a las diferentes circunstancias que viva.
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