Según los datos de portal de migración, en 2019 el 11% del total de los migrantes fuero jóvenes y si analizamos los datos por regiones o continentes podemos ver que en África los niños y niñas representan el 25% de los migrantes. Las cifras sobre la migración infantil son importantes, pero no podemos olvidar que hablamos de personas, de niños y niñas vulnerables que muchas veces se desplazan solos y que pueden sufrir todo tipo de violencia.
En el post de hoy queremos contarte la realidad de todos estos niños y niñas, los derechos que tienen y las consecuencias de la migración infantil.
Los derechos de los niños y niñas migrantes están regulados en numerosas normativas nacionales e internacionales. Son personas que necesitan una protección especial de los estados, por lo que, no solo es importante reconocer sus derechos, sino también garantizar que se respeten.
El artículo 24 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece que:
1. Todo niño tiene derecho, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, origen nacional o social, posición económica o nacimiento, a las medidas de protección que su condición de menor requiere, tanto por parte de su familia como de la sociedad y del Estado.
2. Todo niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y deberá tener un nombre.
3. Todo niño tiene derecho a adquirir una nacionalidad.
Lo anterior supone que los niños y niñas migrantes deben tener garantizados:
- El derecho a tener un nombre. El hecho de tener un nombre y ser inscrito en un registro oficial ayuda a que los niños y niñas tengan una identidad reconocida y sea más sencillo protegerles.
- El derecho a no ser separados de su familia. Los niños y niñas deben permanecer junto a sus padres o cuidadores. En este sentido, se les debe facilitar el traspaso de fronteras para que se puedan reunir con su familia.
- El derecho a la salud. Significa que deben obtener el nivel más alto posible de salud y la atención sanitaria que necesiten.
- El derecho a la educación. Un gran número de niños y niñas migrantes que deben abandonar su hogar, no pueden acudir a la escuela, por lo que es necesario tomar medidas para que puedan seguir formándose de manera que adquieran conocimientos y puedan prosperar en el país que los recibe.
- El derecho al juego. Jugar no solo es una forma de divertirse, también de aprender, de relacionarse con otros niños y niñas y de desarrollarse. Por lo tanto, es importante que los niños y niñas tengan un tiempo de juego y de diversión.
- El derecho a la protección. Tal y como decíamos antes, los niños y niñas son los más vulnerables a situaciones de malos tratos, explotación y todo tipo de abusos.
- El derecho a ser escuchados. Los niños y niñas tienen derecho a ser escuchados, sobre todo en el caso en que se tomen decisiones que les afecten.
La migración infantil afronta retos muy importantes que deben ser entendidos para poder proteger los derechos que hemos visto en el apartado anterior. No se trata solo de un problema de fronteras, sino de una situación mucho más grave que es necesario entender a fondo.
Algunos de los retos a los que se enfrentan día a día los niños y niñas migrantes son los siguientes:
- Abandonan su hogar solos o con familiares para desplazarse debido a conflictos, falta de recursos u otros problemas.
- En algunos casos son engañados para cruzar fronteras y ser integrados en redes de trata de personas.
- Dejan sus estudios porque no tienen recursos económicos para ir a la escuela o porque los padres necesitan que trabajen. Los niños y niñas migrantes, además, se enfrentan a problemas adicionales en los países que los reciben: profesorado con escasos conocimientos para trabajar con niños y niñas migrantes, desconocimiento de la lengua o falta de ayuda para recuperar los años de estudio perdidos.
Estos retos o problemas a los que se enfrentan los niños tienen efectos muy importantes en ellos, tal y com vamos a ver en el siguiente apartado.
Los niños y niñas migrantes pueden desarrollar problemas importantes debido a su situación. Los problemas pueden ser de diverso tipo:
- Problemas psicológicos. Debemos recordar que muchos niños y niñas provienen de países en guerra, viajan solos, rodeados de personas que no conocen, son separados de su familia en la frontera, no tienen a nadie que les proteja y llegan a lugares en los que se hablan idiomas que no entienden. Es importante considerar los efectos psicológicos que pueden tener todas esas circunstancias: miedo, insomnio, depresión, ira, estrés postraumático, ansiedad etc.
- Problemas de reinserción educativa y social. Las barreras que puede presentar el idioma del nuevo país, la falta de formación o los años de escuela perdidos, pueden ser obstáculos que dificulten la inserción de los niños y niñas migrantes.
- Problemas físicos. Los niños y niñas migrantes necesitan un especial cuidado de su salud. Es importante analizar las enfermedades que puedan sufrir o los problemas de nutrición, por ejemplo. Además, es fundamental realizar un seguimiento periódico de su salud para cotejar su evolución.
En Educo trabajamos de varias formas para ayudar a los niños y niñas migrantes:
- Promovemos la educación de calidad, integral y educativa. Somos conscientes de que muchos niños y niñas deben abandonar sus estudios para huir de zonas de conflicto, por lo que les ayudamos a volver a la escuela y a estudiar.
- Protegemos a los niños contra la violencia física, verbal o psicológica.
- Consideramos que el derecho a la participación de los niños y niñas en las decisiones que les afectan es fundamental, por lo que fomentamos la escucha activa y el empoderamiento de niños y niñas.
Es fundamental que los niños y niñas crezcan sanos, alejados de cualquier tipo de violencia y siempre tengan acceso a la educación, necesaria para salir de la pobreza. Y es que ningún niño o niña quiere huir de su casa y ponerse a trabajar. Todos tienen una historia, muy dura, detrás que les ha empujado a dejar sus estudios y buscar su bienestar, muchas veces lejos de sus hogares e incluso, de sus padres. Como es el caso de estas dos niñas originarias de Benín, Divine y Adoukonou.
Divine perdió a sus padres y a sus cuatro hermanos. Se quedó sola con tan solo 10 años. Vive con su abuela materna que durante unos años pudo pagarle su escolarización, pero por falta de medios tuvo que sacar a la niña de la escuela y ponerla a trabajar durante dos años haciendo tareas domésticas y vendiendo en el mercado. Hasta que en una de las charlas que llevamos a cabo en uno de los mercados más grandes de Benín, su abuela conoció la existencia de nuestro proyecto.
Adoukonou perdió a su padre y un año después, como su madre no podía sustentar a sus siete hijos, envió a la joven de nueve años a casa de una amiga para que continuara con sus estudios. Pero una vez allí, solo pudo ponerse a vender pan en el mercado. Los hijos de la amiga de su madre, en cambio, sí iban a la escuela.
Además, la maltrató físicamente durante 7 años. Esto hizo que la pequeña, exhausta y traicionada porque su tutora no había cumplido con su palabra, se escapara y volviera a “casa” con su madre, que la volvió a enviar a la ciudad confiándola a una pareja de jubilados para que siguiera con sus estudios y pudiera diplomarse en peluquería. Ellos sí cumplieron con su palabra ya que habían oído hablar de nuestro proyecto.
El proyecto al que se han unido Divine y Adoukonou pretende mejorar las condiciones de vida y dar una oportunidad a los niños y jóvenes que han tenido que emigrar y ponerse a trabajador en uno de los tres grandes mercados de Benín, los de Dantokpa, el puerto pesquero de Cotonú y Ouando en Porto-Novo, para que reemprendan sus estudios.
Son varias las acciones que llevamos a cabo, desde charlas y formaciones a los empleadores del mercado, usuarios, colectivos de artesanos o pescadores sobre los derechos del niño, en especial su derecho a una educación, y la lucha contra el trabajo y la explotación infantil, hasta encuestas sociales o dinámicas de grupo como bailes y juegos. También se prevé el seguimiento y supervisión escolar de los alumnos por parte de los profesores y el acompañamiento de las familias por parte de un trabajador social y un psicólogo.
Además, varios educadores recorren cada día a pie estos mercados para detectar a niños y niñas que se encuentran en esta situación. El primer contacto se hace solo para que establezcan confianza y poco a poco se les va convenciendo para que pasen tiempo en los centros educativos que nuestra oenegé socia local, Foyer Don Bosco, tiene dentro de los propios mercados.
Allí pasan algunos ratos. Algunos acuden únicamente para asearse y poco a poco se van quedando durante periodos más largos de tiempo. A través de los juegos y las dinámicas que organizan los educadores, van convenciendo y motivando a los niños para que reemprendan sus estudios. No es más que dar una segunda oportunidad para que estos niños y niñas puedan llevar a cabo un proyecto de vida digno.
Así es como Divine volvió a la escuela: “Ahora me encuentro muy bien porque me siento realizada y acompañada”. Está muy motivada a terminar sus estudios para obtener su diploma y convertirse en “directora de escuela o policía”. Adoukou, por su parte, quiere ser peluquera. Nuestro equipo de orientación las ayudará a decidirse por un trabajo que corresponda a sus aspiraciones, capacidades, aptitudes, así como a las oportunidades del mundo laboral.
Adoukonou anima a otros niños y niñas a no perder la esperanza: “A los niños que están pasando por situaciones difíciles les digo que tengan confianza y que crean en sus sueños y en sus proyectos y, si se presenta la oportunidad, que aprovechen esta ayuda”.
Derechos de imagen portada: Amber Clay en Pixabay
Benin , educación , maltrato infantil , migración , Trabajo infantil
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