María del Carmen Rodríguez, madrina de
Educo desde 2011, pudo realizar el verano pasado uno de sus sueños: viajar a
Perú. Al placer del viaje se sumó la emoción de conocer a la pequeña Carmen Rosa, la niña que amadrina en la provincia de Pisco.
Allí visitó su escuela y a su familia y hoy nos lo cuenta en primera persona.
Viajar a Perú, un país que me fascinó desde muy joven (las novelas y relatos de Vargas Llosa tienen mucho que ver en ello) tenía ahora un aliciente añadido: Apolinar –mi marido– y yo íbamos a conocer a la niña que allí tengo amadrinada.
El día acordado nos recogió temprano en el hotel el responsable de Educo en la provincia de Pisco, David Pelicó. Durante el viaje nos fue informando detalladamente del trabajo que realizan en el campo de la educación, una intervención integral que se lleva a cabo con los niños y sus familias.
Llegamos al colegio Isaac Montalván, situado en el distrito de Independencia, uno de los que participan en los proyectos de Educo. Allí nos recibe un grupo de profesores entusiastas de su trabajo, pese a la escasez de recursos de que dispone el centro. Y ahí es donde Educo interviene, aportando todo tipo de material didáctico y educativo imprescindible para que los chicos puedan recibir una educación de calidad.
Suena el timbre. Todas las explicaciones teóricas acerca del proyecto educativo del centro cobran vida en el colorido y ruidoso alumnado que corretea por el patio. Entre estos alumnos estará Carmen Rosa, mi amadrinada.
“La emoción nos embarga”
Nos encontramos con la niña en la clase de Lectura. Apenas puede articular palabra cuando se acerca a darnos dos besos a modo de saludo. La emoción nos embarga a todos. Unos minutos después visitamos la biblioteca del centro. Los libros de texto y de lectura que periódicamente entrega Educo se apilan sobre las mesas y las estanterías. La directora nos cuenta que el colegio está volcado en el esfuerzo por despertar en el alumnado la pasión por la lectura. Compartimos un rato más con Carmen Rosa; ahora ya sonríe y se atreve a hacernos alguna que otra pregunta. Finalmente, debe volver a clase con el resto de compañeros y nos despedimos de ella.
Finalizamos este encuentro con la cara más cruda de la realidad peruana visitando la humilde casa de la niña, donde conocemos al resto de su familia. El padre nos cuenta cómo es su duro día a día y en todo momento verbaliza el agradecimiento que siente por la labor de Educo en la zona, una labor que trata de mejorar las condiciones de vida de los niños y sus familias.
Poder conocer el trabajo de Educo in situ, abrazar a Carmen Rosa y conocer a su familia fue el broche de oro a un viaje inolvidable. ¡Cuánto nos dieron los que nada tienen!
María del Carmen Rodríguez
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