Hay una serie en la plataforma Netflix que está dando mucho que hablar y que incluso Reino Unido se plantea proyectarla en todos los institutos públicos. Se trata de Adolescencia, una serie que se ha colado en nuestras casas en las últimas semanas y que ha revolucionado los chats de padres y madres. Porque no es solo una serie. Es también el espejo de una realidad a la que nos cuesta enfrentarnos como familias, pero también como sociedad.
Una de las cosas que muestra, y de la que apenas se habla, es la violencia que rodea a nuestros adolescentes. Una violencia sutil que llega a través de las redes sociales, pero también en los hogares, el aula y la calle a pesar de los cambios que ha habido en los últimos tiempos y de los esfuerzos de las instituciones educativas para promover cambios en este sentido, especialmente a partir de la aprobación de la LOPIVI.
Y la gran pregunta que surge cuando termina es: ¿Cómo logramos frenar esta espiral? ¿Cómo protegemos a la infancia y la adolescencia de los gritos, los insultos, el acoso, el maltrato, u otras formas más invisibles de violencia?
En Educo llevamos años promoviendo una educación que proteja, acompañando a entidades que trabajan con niños, niñas y adolescentes para que se sientan seguros y puedan desarrollarse plenamente. Eso abarca centros educativos, entidades deportivas y de ocio, organizaciones sociales y centros residenciales de menores.
Y lo primero que pedimos es la toma de conciencia. Porque la violencia hacia los menores de edad existe. Debemos educar la mirada, dejar de ignorarla o pensar que solo está en ciertos lugares o con algunas personas. En Adolescencia queda claro: los discursos violentos se cuelan en la habitación de tu hijo, pero también en el campo de fútbol o el patio de la escuela. Ante esta realidad, es indispensable aprender a identificarla y tener herramientas para poder denunciar de forma segura.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adolescencia como el periodo de la vida que va de los 10 a los 19 años. Es un momento de transición entre la infancia y la adultez, caracterizado por profundos cambios físicos, emocionales y sociales.
A diferencia de la infancia, donde el desarrollo está centrado en la exploración básica del mundo, la adolescencia es una etapa de autodescubrimiento. La adultez, por otro lado, implica asumir mayores responsabilidades y consolidar la identidad.
No hay una edad exacta puesto que depende de factores biológicos, sociales y culturales que influyen en cuándo comienza y termina la adolescencia. Algunos deben madurar antes de tiempo debido a circunstancias difíciles, mientras que otros encuentran más tiempo y apoyo para desarrollarse a su propio ritmo.
La adolescencia trae consigo una serie de transformaciones físicas impulsadas por cambios hormonales. En las niñas, se desarrolla el busto, aparecen curvas más definidas y comienza la menstruación. En los niños, la voz se vuelve más grave, crecen el vello facial y corporal, y aumenta la masa muscular. Ambos sexos experimentan estirones de crecimiento y cambios en la piel, como el acné. Estos cambios pueden generar inseguridades y una mayor preocupación por la imagen corporal.
Durante esta etapa, los adolescentes buscan definir quiénes son, explorando sus valores, creencias y aspiraciones. Es común que experimenten altibajos emocionales debido a la actividad hormonal. También pueden surgir dudas sobre su identidad y autoestima. El deseo de independencia aumenta, lo que puede generar conflictos con la familia. La necesidad de aceptación y pertenencia es clave en la formación de su personalidad.
También hay cambios a nivel social, empiezan las relaciones de pareja, el despertar de la sexualidad y las amistades se vuelven más importantes. Puede ser que se distancian de la familia para priorizar su grupo social. También enfrentan nuevos desafíos, como la presión de grupo, el manejo de las redes sociales y la toma de decisiones que influirán en su futuro.
Hay tres fases que se pueden distinguir claramente:
1. Adolescencia temprana (de los 10 a los 13 años): En esta fase, el cuerpo empieza a experimentar cambios físicos debido a la pubertad. En las niñas, esto incluye el desarrollo de los senos y el inicio del ciclo menstrual, mientras que en los niños se observa el crecimiento testicular y cambios en la voz. A nivel emocional y social, los adolescentes empiezan a desarrollar una mayor conciencia de sí mismos, lo que puede generar inseguridades. También aumenta la necesidad de aceptación por parte de los amigos y el deseo de independencia respecto a la familia.
2. Adolescencia media (de los 14 a los 17 años): Los cambios hormonales se intensifican, lo que influye en el estado de ánimo y la consolidación de la identidad. Los adolescentes comienzan a definir sus valores y creencias, explorando diferentes roles. La independencia se vuelve clave, lo que puede generar conflictos con los padres. Las relaciones interpersonales toman mayor importancia, incluyendo amistades más profundas y las primeras relaciones románticas.
3. Adolescencia tardía (de los 18 a los 21 años o más): En esta etapa, los jóvenes enfrentan la transición a la adultez. Empiezan a tomar decisiones importantes sobre estudios, trabajo y futuro personal. La madurez emocional y social se consolida, permitiendo relaciones más estables y una mayor responsabilidad sobre sus acciones y elecciones.
Desde nuestra ONG Educo insistimos en que escuchar sin juzgar y fomentar un diálogo abierto es clave y ayuda a fortalecer la relación. El equilibrio entre la libertad y guía es esencial para un desarrollo sano.
Preguntas frecuentes sobre la adolescencia |
¿Es igual la adolescencia en hombres y mujeres? No del todo. Aunque hay similitudes, los cambios hormonales pueden influir de manera diferente en cada género. |
¿Qué factores pueden retrasar o adelantar la adolescencia? La genética, la nutrición y el ambiente social juegan un papel clave. |
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los adolescentes hoy en día? El impacto de las redes sociales, la presión social y la salud mental son algunos de los más relevantes. |
No hay que olvidar que la adolescencia es una etapa importante pero también lo es la etapa infantil y que los niños y niñas se sientan protegidos.
En Educo trabajamos para proteger a los menores de edad que están a nuestro cargo promoviendo el buen trato. Eso significa eliminar las conductas inapropiadas o violentas, pero sobre todo crear entornos amables y de confianza de forma proactiva, a través de la empatía, la escucha activa, el respeto y el diálogo, entre otras cuestiones.
Puede parecer naif intentar dialogar con un niño que actúa de forma violenta. La reacción más natural, y la que hemos aprendido durante generaciones, es la mano dura, el castigo.
Pero hay cada vez más indicios que muestran que estos métodos no funcionan como el incremento de los problemas de salud mental entre los más jóvenes, el bajo rendimiento educativo o el aumento de la delincuencia en edades cada vez más tempranas.
Ante las constantes alarmas que saltan en ya sea en las noticias o a través de la ficción, que generan debates y toneladas de opinión, los adultos debemos prestar más atención y asumir nuestra responsabilidad. No solo las familias, también el profesorado, los servicios médicos, la policía, las instituciones que tratan con niños y niñas, o sea, todos los agentes implicados. Y tanto en el mundo offline como en el online. La LOPIVI, aprobada en 2021, nos obliga.
Recordemos que es importante fomentar la escucha activa y la participación de niños, niñas y adolescentes, así como garantizar la formación de los colectivos más vulnerables y fomentar el espíritu crítico. Sería un gran error legislar y organizar la vida de nuestros hijos e hijas sin consultarles. Otra vez puede parecer naif, pero el bienestar de todos está en juego.
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