Así empieza su relato
Amílcar, un adolescente salvadoreño que nació con graves problemas de visión y al que el apoyo de
Educo ha sido clave para recibir el tratamiento adecuado. Hoy, por primera vez en su vida y después de dos operaciones,
puede ver con nitidez el mundo que le rodea y nos lo cuenta en primera persona.
“Mi nombre es Amílcar Andrés Pérez, tengo 14 años y voy a cuarto grado en un centro escolar de Osicala (El Salvador). Desde hace siete meses he empezado a ver el mundo de forma diferente, pues nací con un problema en la vista. Esta situación me hacía sentir incómodo, tanto en la escuela como en casa. Cuando estaba en primer grado le dije a mi mamá que no podía ver bien lo que escribía mi maestra en el pizarrón, y todos los años tenía que estar en la primera fila de pupitres para poder ver y escribir lo que nos daban en la clase.
El año pasado llegaron de la Fundación Educo a realizar una jornada oftalmológica en mi escuela; me revisaron la vista y luego me mandaron con un especialista que dijo que necesitaba que me operaran los dos ojos.
En ese momento, junto con mi mamá iniciamos un largo proceso que me ha ayudado a recuperar la visión. Al principio nos daba miedo que algo saliera mal con la operación, y algunos vecinos nos dijeron que conocían a personas que habían quedado peor tras operarse. Por eso yo le decía a mi mamá que mejor no fuéramos.
Al final tomamos la decisión de continuar con todo el proceso que incluyó muchas consultas, viajes hasta Santa Ana atravesando todo el país, dos operaciones –una en cada ojo–, medicamentos, controles y mucho sacrificio, pues teníamos que madrugar bastante.
Hoy ya veo mejor y siempre camino cuarenta minutos para llegar a la escuela, pero lo hago con menos riesgo de caerme; ahora me pongo las pilas para aprender mucho y ser policía cuando me gradúe”.
El apoyo de Educo ha sido clave para cambiar la vida de Amílcar. Una vez detectado el problema gracias a los programas de salud que llevamos a cabo en las escuelas,
Educo organizó las visitas al especialista y sufragó los gastos médicos y quirúrgicos. Asimismo, debido a los escasos recursos con que cuenta la familia de Amílcar, también se hizo cargo del traslado y la estancia a Santa Ana para las operaciones.
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