Con tan solo 15 años, Sétou tuvo que abandonar su hogar, en la comuna de Yangasso, en la región de Ségou (Malí), y encaminarse sola hacia la gran ciudad. No fue un capricho, no lo hizo en busca de aventuras y ansia de conocer mundo, lo hizo en defensa propia. La joven, hija de campesinos, se enteró de que
su familia planeaba casarla con un hombre 40 años mayor. Un hombre que podría ser su abuelo. La única opción que se le antojó entonces fue la huida. Sétou lo abandonó todo, también la escuela en la que ya cursaba octavo, en busca de una vida mejor.
En Ségou, Sétou consiguió trabajo como empleada doméstica y comenzó a trabajar cada día de sol a sol. O incluso más allá, porque antes de clarear el día, la niña ya estaba en pie ejecutando labores del hogar que no finalizaban hasta que oscurecía. Era entonces cuando al fin encontraba descanso.
Sétou se encargaba de todas las tareas de la casa a cambio de 7.500 CFA, el equivalente a menos de 12 euros al mes. Hacía la colada, lavaba y ordenaba todas las estancias, cuidaba a los niños del nuevo hogar… Todo. Tanto que parecía que su sueño de vida se había borrado para siempre. “Mi sueño era llegar a ser profesora algún día, pero mis padres querían que fuera solo madre y ama de casa", nos cuenta.
En busca de una vida mejor que no llega
En Yangosso el
matrimonio infantil es una práctica muy extendida entre las familias pobres, y la huida de Sétou a la gran ciudad no fue algo extraño. En 2020 fueron
muchas las jóvenes que huyeron del matrimonio precoz a la gran ciudad en busca de nuevas oportunidades.
La realidad sin embargo no suele coincidir con los anhelos de estas chicas. Y para Sétou, las ansias de libertad se tornaron inalcanzables. "Después de tres días buscando algún tipo de trabajo, acabé empleada en una casa como trabajadora doméstica. Cuidaba a los niños, lavaba la ropa y los platos y empezaba mi jornada a las 5 de la mañana, para no finalizarla hasta las 9 de la noche. En una palabra, yo era la chica para todo.
Como sirviente de esa casa conocía bien mis deberes, sin embargo, desconocía lo que tenía que ver con mis derechos”, dice. Al recordar aquella experiencia, se entristece: "Mi jefa no era amable, me pegaba porque según ella no cuidaba bien la ropa y los platos. Yo la tenía mucho miedo. Al final, me quedé con ella siete meses, pero yo quería irme. Sin embargo, ella me decía que tenía que quedarme, que era mejor si me quedaba puesto que si volvía al pueblo mi vida todavía sería peor. Mi jefa no me dejaba salir y yo lloraba esperando que alguien viniera a buscarme”, recuerda.
En 2020, gracias al
Proyecto para la promoción de los derechos y la protección de las niñas trabajadoras domésticas (Jgitugu), de Educo, Sétou fue reconocida por el comité de identificación como una niña vulnerable en riesgo de migración temprana. Fue entonces cuando empezaron a cambiar las cosas para la chica.
“Tiempo después, mi madre me llamó para informarme de que había sido identificada por un proyecto para recibir ayuda y volver a la escuela. Así que volví al pueblo para retomar mis estudios”, relata.
Proyecto para prevenir la migración temprana
Sétou regresó a su aldea y Educo le proporcionó el material escolar necesario para su reincorporación y cubrió el coste de los uniformes escolares y el coste de la cooperativa escolar. Además, la madre de Sétou recibió formación en Actividades Generadoras de Ingresos y en Ahorro para el Cambio, y se le entregó un fondo para gestiones. Gracias al apoyo de Educo, Sétou, tras volver a la escuela, pudo aprobar su examen para el Diploma de Estudios Fundamentales. "Con el apoyo de Educo en los kits escolares y el apoyo de mi madre en las Actividades Generadoras de Ingresos y en Ahorro para el Cambio, mi familia pudo mantener mis pequeños gastos durante todo el año escolar. Mi madre dirige con éxito su pequeño negocio con el apoyo del proyecto jigitugu. Se las arregla para cubrir los gastos de la familia", comenta Sétou.
Por su parte, Minata, la madre de Sétou, se muestra también orgullosa y agradecida: "Siempre he estado en contra de este matrimonio y hoy, gracias a Educo, mi hija ha vuelto y ha podido conseguir su DEF. Muchos padres son conscientes de que regalar a las niñas a una edad temprana o enviarlas a las grandes ciudades en busca de ajuares de boda no es una opción para aliviar la pobreza de los padres. Ayudemos y mantengamos a nuestras niñas en la escuela”, nos dijo.
Tras un año de aplicación del proyecto, podemos decir que el cambio es perceptible en relación con la mejora de condiciones de vida y de estudio de las niñas vulnerables con riesgo de emigración temprana en las zonas de salida, aunque todavía queda mucho camino por recorrer.
El Proyecto para la promoción de los derechos y la protección de las niñas trabajadoras domésticas (Jgitugu) en el distrito de Bamako y los círculos de Segou, Bla y San finalizó en diciembre de 2021, pero sus resultados se siguen visibilizando en las personas que participaron del mismo. En su cambio, en ocasiones, radical, de vida. Como Sétou, han sido muchas las niñas identificadas y con las que se trabajó para
priorizar ante todo su educación y formación. Todo para
prevenir la migración temprana, que suele ir acompañada de malos tratos y abusos, violencia de género y trabajo infantil y explotación.
Destinado al reconocimiento y disfrute efectivo de los derechos de los niños en general, y de las niñas trabajadoras del hogar en particular, el proyecto ha evitado la migración precoz de las niñas, y ha contribuido a la lucha contra la explotación de las niñas en el trabajo doméstico, además de promocionar entornos seguros y protectores. Cada una de las trabajadoras domésticas del proyecto han recibido medidas de apoyo y protección adaptadas a su edad y situación individual, para así mejora mejorar sus condiciones de vida.
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