Llevamos semanas escuchando que el mundo está paralizado, las calles vacías y los comercios cerrados. Si bien la vida como la conocíamos antes del confinamiento forma ya parte de otra época, el mundo sigue girando y no solo aquellos que salen a trabajar continúan haciéndolo. Desde Educo hemos reorganizado nuestro programa de becas comedor, que ahora son
becas comedor en casa, para que niños y niñas continúen teniendo una comida completa al día. En este proceso hemos contactado con centros escolares y entidades sociales encontrándonos con una realidad invisibilizada: el trabajo de maestros y profesoras en tiempos de coronavirus.
El mundo no se ha parado. La enseñanza –al igual que otros muchos sectores– continúa pese a las circunstancias actuales, y los centros escolares siguen, en su mayoría, muy pendientes del alumnado. Hablamos con profesores y directoras de algunos de los centros con los que colaboramos y encontramos vivencias comunes, como el
aumento de trabajo, la implicación emocional y el miedo a las posibles secuelas psicológicas que este momento tiene para la infancia. Las conversaciones son cortas y nos llegan emails a altas horas de la noche. Además de reorganizar las clases están gestionando toda la organización de las escuelas y la mayoría también tiene familias a las que atender, el tiempo escasea, aunque mirando por la ventana las calles vacías dan la sensación de que el mundo se ha detenido.
Para conocer de primera mano cómo están viviendo estos héroes anónimos la crisis sociosanitaria y cómo creen que será el futuro de la educación hemos realizado una
encuesta entre 315 profesores y profesoras de primaria y secundaria.
“Desde que teletrabajamos la carga de trabajo es mucha. Los alumnos nos mandan una foto a través del correo electrónico de todo lo que hacen y nosotros se lo corregimos y les decimos si ha habido errores y cómo lo pueden mejorar. Así con todos y cada uno de ellos”, nos cuentan los docentes. Además, tienen que
reestructurar lo que queda de curso, contactar con las familias y hacer todo lo posible por que nadie se quede atrás, aunque la mayoría no ha podido contactar con todo el alumnado. El profesorado también sufre esa falta de conexión: “Hay personas que no tienen recursos tecnológicos y no pueden hacer todo lo que les proponemos”.
“Echamos de menos el contacto físico con los niños, el aprendizaje que hacen a nivel personal y emocional. Eso, a distancia, es imposible”, nos comentan. Esta situación nos hace repensar la escuela a todos los niveles y
la importancia del contacto físico y del aprendizaje personal y emocional sobre el curricular. Una profesora de Madrid nos cuenta que cuando vuelva a clase quiere hacer una celebración todos los días: “Haremos fiestas, disfrutaremos de estar juntos. El aprendizaje emocional, las conexiones humanas, nos ayudan a crecer como personas”.
“No nos preocupemos tanto por lo que puedan estar perdiendo, eso se puede recuperar luego, alegrémonos de lo que están ganando y procuremos que no lo pierdan de nuevo al volver a la normalidad”, remarca una profesora de primaria. El profesorado comparte una visión positiva de esta crisis: “Nuestros
niños y adolescentes nos están dando una verdadera lección de madurez y adaptación a esta circunstancia. Creo que están aprendiendo cosas fundamentales, cosas que no vienen en los libros y que solo una circunstancia como esta podía propiciar”.
Entre todas las respuestas, correos y llamadas percibimos inquietud por el futuro. La comunidad educativa tiene tiempo para pensar en las posibles mejoras del sistema y abrir al debate público las nuevas necesidades de la educación. En general, nunca se acaba la programación y las aulas masificadas complican el poder conocer las necesidades individuales del alumnado.
Con el fin de que la desigualdad no se agrave, profesoras y profesores de primaria abogan por disminuir el número de alumnos y alumnas por aula y opinan que como siempre, y ahora todavía más, “es importante conocer bien al alumnado y sus necesidades anteriores y posteriores al coronavirus. Debemos d
isminuir la ratio de alumnos en clase con el fin de personalizar lo máximo posible su educación”. La nueva realidad en la que nos sitúa la Covid-19 ha hecho que se revisen metodologías y se exploren nuevos recursos
online.
Parece que el confinamiento nos hace avanzar hacia una sociedad tecnológica en la que el contacto humano puede pasar a un segundo plano. Es en estos momentos, en los que repensamos la sociedad en la que vivíamos y la que vendrá, es importante recordar l
a importancia del aprendizaje social y emocional, que digitalmente es más difícil conseguir. Y repensar el valor de las relaciones humanas, aquellas que nos hacen crecer como personas.
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