Una de las estrategias para
luchar contra el elevado fracaso escolar en El Salvador, especialmente entre las comunidades más desfavorecidas, pasa por
motivar a los alumnos y estimular su interés desde las primeras etapas de la enseñanza. En
Educo somos pioneros en la implantación de un innovador programa en las escuelas para que
los alumnos más pequeños aprendan a través del juego. "Ahora están más contentos y no faltan a clase", nos dice una maestra.
Las causas del fracaso escolar en el país centroamericano, donde los estudios apuntan que uno de cada cuatro niños del área rural que inician la primaria no finaliza este ciclo básico y que más de 30.000 niños no van a la escuela, son diversas. Muchos pequeños que viven en entornos de pobreza no tienen detrás el apoyo de sus familias para que asistan a clase ya que los padres no son conscientes de la importancia que tiene la educación para mejorar sus oportunidades de futuro. Por otro lado, predominan métodos de enseñanza tradicionales, basados en el aprendizaje memorístico, y apenas hay programas de reciclaje del profesorado.
Por esto, en 2013, el Ministerio de Educación lanzó el programa
“Todos pueden aprender” orientado a reducir el fracaso escolar en el primer ciclo de educación básica (6-8 años), una etapa clave en la adquisición de conocimientos que serán la base del aprendizaje posterior.
Este programa facilita que los más pequeños se introduzcan en la enseñanza, especialmente en las áreas de lenguaje y matemáticas, de una manera lúdica, lo que les permite no tan solo mejorar sus conocimientos sino también desarrollar su creatividad, sentirse más cómodos en la escuela y tener una mejor relación con sus compañeros. La estrategia también incluye la formación de los maestros para que adapten metodologías de aprendizaje basadas en el juego.
Educo ha sido la ONG pionera en la implantación de este programa, con el que estamos trabajando en 97 escuelas de 13 municipios rurales. En los dos primeros años,
más de 3.600 alumnos de primer y segundo curso de primaria de estos centros, así como 504 maestros, han participado directamente en el programa. El resultado ha sido muy positivo, como destaca por ejemplo el dato de que, en las 20 escuelas con las que trabajamos en el departamento de San Vicente, la tasa de repetición de curso en los dos primeros años de primaria ha bajado del 12% en 2012 al 3,8% en 2014.
"Jugamos con vasos, trinches y platos"
Juan Francisco Amaya, de 8 años, que estudia en el colegio Caserío El Montano, en Santa Clara (San Vicente), es uno de estos niños que han tomado parte en el programa. Nos explica que “mis abuelos no se interesaban mucho por mi asistencia a clase, pero me gusta cómo enseña la maestra. He aprendido mucho jugando. Recuerdo que en el almuerzo, la profesora nos presentó en la mesa una familia de vasos, trinches [tenedores] y platos, nos hacía preguntas y yo iba contestando”.
Por su parte,
Mercedes Bonilla, profesora de primera grado en el centro Caserío Nacaspilo, también de Santa Clara, afirma que ha visto a los niños mucho más motivados: “Se les nota la alegría de estar en la escuela. La asistencia ha sido más permanente, el aprendizaje es más significativo, hay mayor convivencia, han aprendido a sumar y restar, escribir números, hacer bien los trazos, las actividades son lúdicas, no hay tanta necesidad que el maestro les esté insistiendo”. En esta valoración positiva también coincide
Marcos Baires, director de la escuela Napoleón Alvarado, en Verapaz (San Vicente): “Los niños no solo están aprendiendo, también se están divirtiendo. Se vuelven más creativos, más sociables. La estrategia evita el fracaso escolar porque el proceso se desarrolla en un ambiente que le interesa al niño, es agradable y hace que se sienta a gusto”.
Varios alumnos de primaria dibujan durante una clase en una escuela de El Salvador
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