Las familias filipinas valoran la educación de sus hijos como uno de los legados más importantes que les pueden transmitir a sus hijos o hijas. Creen que una buena educación abre puertas para asegurar un futuro prometedor. Sin embargo, este tipo de puertas a veces se abren sobre todo para quienes tienen suficientes recursos y buenas condiciones socioeconómicas.
No es el caso de la familia de April. Su padre, Sandy, es agricultor de abacá, una planta tropical de cuyas hojas se obtiene una fibra téxtil que se emplea principalmente para hacer papel, aunque también se usa para hacer sogas, redes de pesca, así como tela para sacos. El cultivo del abacá es la principal fuente de ingresos de la familia ya que su madre es ama de casa y aunque Sandy trabaja de sol a sol, sus ganancias son tan ínfimas que apenas les alcanza para pasar el día a día.
Los padres de April no tuvieron la oportunidad de terminar su educación debido a la pobreza de sus familias y parece que esta situación se repite con sus hijos. A menudo April iba a la escuela sin el material escolar que necesitaba, como folios, lápices o ceras; incluso había días que llegaba sin desayunar ni traía ningún tentempié que pudiera comer durante el recreo.
No es de extrañar que su rendimiento y su capacidad para concentrarse se veían muy afectados. La situación socioeconómica de su familia —la falta de material escolar y de lectura tanto en la escuela como en casa, así como la escasa supervisión de sus tareas escolares por parte de sus padres — limitaba las oportunidades de aprendizaje de April, lo que provocaba que muchas veces el niño se desanimara y dejara de ir a clase.
Pero a pesar de todas estas circunstancias, el chico quería continuar con sus estudios. Trabajaba duro y con determinación y se mostraba optimista para cambiar su situación. Pero no deja de ser un niño de ocho años que constantemente se preguntaba por qué sus compañeros tenían todo lo que necesitaban y él no...
Detectamos el caso de April cuando empezamos a trabajar en su escuela y decidimos ayudarlo a través de uno de los proyectos que llevamos a cabo en las escuelas filipinas para lograr que más niños y niñas accedan a una educación de calidad a pesar de lo difícil de sus situaciones personales. Niños y niñas en riesgo de abandonar sus estudios, con dificultades de lectura o no escolarizados a los que les damos opciones de aprendizaje alternativas para que puedan acabar la primaria.
Desde que empezamos el proyecto ha habido muchos cambios a mejor de los alumnos de la escuela de April, él incluido. Tras recibir el material escolar y empezar clases de refuerzo en lectura que necesitaba, el pequeño está más motivado que nunca. Una de las profesoras del programa de lectura nos cuenta que el pequeño es muy activo en las clases: "¡April aprende rápido! Después de unas cuantas sesiones su competencia lectora ha mejorado mucho, e incluso ahora le gusta leer libros de texto y cuentos en inglés. Con nuestra supervisión y el apoyo continuo de Educo, April llegará lejos en el futuro". Y es así. Disponer del material que necesita en la escuela contribuye enormemente a que el niño esté motivado y tenga ganas de aprender más. Además, después de las clases de lectura y durante el recreo, April recibe un tentempié para que pueda seguir sus clases con energía.
Tiene grandes aspiraciones en el futuro, pues quiere ser nada más y nada menos que rey. Nos cuenta que valora mucho a la gente con un gran corazón porque a él le han ayudado y se siente en deuda; por eso él también quiere ayudar a otras personas que lo necesiten y servir de inspiración para otros niños y niñas con dificultades. Tendremos que recordar su nombre en un futuro, quién sabe si April tendrá que renunciar a su sueño de ser rey para convertirse en el próximo presidente de la República de Filipinas...
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