Desde que el pasado agosto los talibanes se hicieran de nuevo con el poder en Afganistán, las mujeres del país han visto como se han ido reduciendo sus opciones de libertad. La última prohibición, que imposibilita que estas recorran largas distancias si no es con la compañía de un hombre de su familia inmediata, coarta aún más las opciones de las mujeres afganas, máxime cuando más de 2 millones de ellas son madres cabeza de familia.
Mujeres viudas que están solas y son analfabetas y que para sobrevivir en el cruel mundo que les ha tocado han de
mendigar. Mujeres que prácticamente están desahuciadas porque
no cuentan con recursos, ni con documentación o transporte. Y ahora tampoco con opciones de refugio en los países vecinos.
La situación de estas mujeres y sus hijos se agrava en un país en el que tras más de 40 años de crisis y de guerras prolongadas, el 95% de la población pasa hambre, y en concreto 19 millones de personas (casi la mitad de la población) se enfrenta a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda. El grave contexto además se recrudece en invierno, ante las bajas temperaturas de hasta -12°.
La ayuda no puede hacerse esperar
Para poder garantizar alimentos a las familias que dependen de una mujer cabeza de familia, Educo, a través de la
Alianza ChildFund, una de las principales redes internacionales de ONG de protección a la infancia, y de la mano de
WeWorld, que tiene como socio ejecutor a Rural Rehabilitation Association for Afghanistan (RRAA)
, ofrece dinero para alimentos a 230 hogares llevados por viudas, de los que dependen unos 1.300 niños y niñas, en el distrito de Koshk Rabat Sangi de la provincia de Herat.
En concreto, a estas madres se les está dando el equivalente a
80 euros al mes en tres pagos distintos. La entrega de dinero en efectivo abarca todo el
periodo invernal, de diciembre de 2021 a junio de 2022.
El proyecto es sin duda una importante oportunidad que se abre a estas familias encabezadas por mujeres solas puesto que, aunque hay proyectos destinados a personas desplazadas y a los retornados de la provincia, la ayuda no se había concentrado aún en personas tan específicas como lo son las mujeres viudas.
Para que conozcas mejor a qué tipo de familias se está destinando este dinero, a continuación, te presentamos a tres mujeres afganas que están participando en el proyecto. Ellas mismas nos cuentan su situación y sus anhelos:
Bibi Halima, viuda de 63 años y madre de 8 niños del distrito de Robat Sangi:
"Perdí a mi marido hace 3 años, era un gran hombre que cuidaba de mí, de nuestros hijos e incluso de nuestros nietos. La vida ha sido muy dura para mí, especialmente desde que el único hijo que tenía se fue de Afganistán hace un año", nos contó Bibi cuando se le pidió que hablara de sí misma.
"Yo y muchos otros como yo tenemos muy mala suerte, supongo que es la suerte que nos toca, pero realmente me gustaría tener una oportunidad de ganarnos la vida, lamentablemente nadie tiene dinero por aquí y encontrar cualquier pequeño trabajo también es imposible para mí", añadió.
Bibi no ha recibido ninguna ayuda desde hace dos años, pero reconoce: "Gracias a Dios que no estoy endeudada y que algunos de mis parientes pueden enviar una pequeña cantidad de vez en cuando. Pero, con el aumento del coste de la vida, la situación se ha recrudecido. Para colmo, ahora es mucho más difícil para las mujeres trabajar, lo que sinceramente me preocupa mucho, ya que tengo cinco personas a mi cargo y a esta edad no sé cómo hacerlo".
Aunque todo tipo de ayuda es bienvenida, Bibi reconoce que la comida es lo que hace más falta: "Todas las ayudas son importantes, incluso la educación para los más jóvenes. Pero en la situación actual, la alimentación es prioritaria ya que la gente se muere de hambre y es difícil conseguir alimentos en nuestro pueblo".
Taza Gul, viuda de 57 años, vive con su hijo:
"He pasado toda mi vida en esta aldea y realmente
no sé qué que será de nosotros de la mano de estos nuevos responsables del país. Mi marido falleció hace 10 años y desde entonces vivo con mi hijo. No teníamos mucho, pero mi hijo conseguía unos pequeños ingresos trabajando como obrero de la construcción. Sin embargo, con la reciente toma del poder por parte del Emirato Islámico de Afganistán hemos perdido incluso ese beneficio”.
Taza nunca ha recibido ayuda hasta ahora porque antes su hijo tenía un trabajo y consideraba que al haber por encima de ellos otras personas más vulnerables no debía pedir nada. “Lamentablemente, tras el colapso del gobierno perdió el trabajo y ahora no tenemos nada. No estoy segura de para qué se requieren mis datos, pero espero que podamos sacar algo de esto, las personas estamos realmente necesitadas", dice, para rematar: "nuestros vecinos y familiares nos ayudaban, pero actualmente todos tienen los bolsillos vacíos, así que no estoy segura de cómo será nuestro futuro".
Riza Gul, una viuda de 50 años que perdió a su marido hace un año y que vive con su hija y sus nietos:
"Solía trabajar, ir a otros pueblos y ayudar en las tareas domésticas, la limpieza de la ropa y cualquier trabajo posible, pero ahora ni siquiera eso es posible con las restricciones y la situación económica.
¿Qué debemos hacer, a dónde vamos, qué les doy de comer? Que Dios nos ayude", dice Riza mientras señala a sus nietos.
A Riza antes la ayudaban sus vecinos a veces pero desde que falleció su marido las condiciones de vida de su familia es están deteriorando porque el país cada vez está peor. “Hoy en día, incluso los alimentos comunes son cada vez más caros, y no hay nadie a quien podamos quejarnos sobre este asunto".
Riza además está endeudada porque antes de morir su marido enfermó gravemente y tuvieron que pedir un préstamo que ahora no puede pagar. Por eso, reconoce que le gusta este tipo de ayuda de dinero en efectivo, para pagar sus deudas y cubrir los gastos de su familia hasta que su hijo vuelva a trabajar.
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