La sociedad bangladesí permite que los niños trabajen a una edad temprana a pesar de conocer sus nefastas consecuencias. En Bangladesh se estima que 3,45 millones de niños y niñas trabajan, y de ellos, 1,28 millones realizan trabajos peligrosos. La mayoría trabajan sin contrato y, además, un 61% no están escolarizados.
Pero ¿por qué tantos niños y niñas trabajan? Las investigaciones que se han hecho al respecto apuntan a la pobreza de las familias, la falta de oportunidades de empleo, la demanda de mano de obra infantil barata, la falta de escuelas y de un entorno de aprendizaje apropiado o los elevados costes de la educación.
Es por este motivo que hay tantos niños y niñas atrapados en trabajos peligrosos de diversos sectores como el torno, la soldadura, las pequeñas industrias manufactureras, la recogida de basuras, el transporte, el procesamiento de pescado seco, el trabajo doméstico o la hostelería. Y todos ellos en condiciones de casi esclavitud, con trabajos de más de 12 horas y sueldos míseros.
Es el caso de Naim, que ahora tiene 12 años. Sus padres lo matricularon en la escuela a los seis. Era un alumno regular que rendía bien, pero al terminar el cuarto curso perdió el interés por los estudios y se unió a su padre en sus viajes de pesca. Solía combinar la pesca en el río con el trabajo en la cangrejera.
Aunque era muy joven, su familia no le impidió trabajar porque sus ingresos eran considerables —ganaba unos 4.000 takas mensuales, que equivalen a unos 35 euros— y necesitaban el dinero porque su abuela estaba enferma y el tratamiento de su dolencia era muy caro.
Volver a la escuela es posible si se da una oportunidad a las familias y se hace un seguimiento de los pequeños. Así sucedió para Naim que se unió a nuestro programa de educación para que los niños y niñas que han abandonado sus estudios puedan volver al cole y reengancharse al curso que les toca por edad a través de una formación que llamamos “curso puente”.
Naim se matriculó en 4º curso, pero no era regular porque estaba demasiado preocupado en ganar dinero. El profesor y los miembros del comité de protección de la infancia no dejaron de hacer un seguimiento al pequeño, y se acercaron a su casa para hablar con sus padres y explicarles lo importante que era que el pequeño no abandonara sus estudios.
Y así fue, pues ahora está completamente focalizado en aprender gracias al apoyo de su familia, pero especialmente al de su padre: "A pesar de las dificultades, no permitiré que mi hijo siga trabajando. Espero que Naim siga estudiando con regularidad y tenga más oportunidades que yo en el futuro".
"Cuando termine de estudiar y apruebe el examen final, quiero conseguir un buen trabajo. También intentaré ayudar a todos los niños y niñas de mi zona a que sigan en la escuela”, afirma el pequeño, y añade: “El trabajo peligroso nos puede hacer mucho daño, por eso quiero que otros niños que trabajan por aquí, como yo lo hacía, puedan salir de esto."
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