Las becas y ayudas al comedor escolar son insuficientes y, a pesar de que han aumentado en los últimos años, a este ritmo no llegarán a todos los niños, niñas y adolescentes vulnerables hasta dentro de 13 años. Es decir, que tendrán que esperar hasta 2036 para que esto sea una realidad, cuando muchos de ellos y ellas ya no irán ni a la escuela ni al instituto.
“No pueden esperar tanto tiempo. Son niños y niñas que a día de hoy viven en familias con importantes dificultades económicas. Con el precio de los alimentos por las nubes, no pueden comprarles todo lo que necesitan para su correcta alimentación. Sabemos que en España el número de niñas y niños que no pueden comer carne, pollo, pescado o sus equivalentes vegetarianos ha aumentado un 1% entre 2021 y 2022 y ya son más de 479.000. En el comedor escolar accederían a una comida completa y nutritiva, pero en muchas ocasiones las familias no pueden permitirse llevarlos porque no pueden pagarlo”, afirma Pilar Orenes, nuestra directora general.
Desde 2016, el número de becas y ayudas al comedor ha crecido un 65%, según los datos del Ministerio de Educación. Sin embargo, actualmente estas ayudas solo llegan al 13% del alumnado, unos 850.000 niños, niñas y adolescentes.
Las ayudas al comedor que se conceden son claramente insuficientes. Más teniendo en cuenta que en España casi 1 de cada 3 menores de 18 años está en riesgo de pobreza. Calculamos que durante el curso escolar hay un millón de niños y niñas vulnerables que se están quedando sin ir al comedor escolar.
Está demostrado que las becas para ir al comedor escolar son una de las medidas que contribuyen a la reducción de la pobreza infantil. Poder quedarse a comer en el centro educativo significa una comida completa y nutritiva al día que, sin duda, mejora su rendimiento escolar. Pero no solo eso. El espacio del mediodía forma parte de su derecho a la educación. Allí aprenden hábitos saludables, socializan, gestionan conflictos, deciden qué hacen en su tiempo de ocio. Además, reduce la tasa de abandono escolar porque es más fácil que se queden por la tarde.
Sin embargo, la mayoría de las becas no cubren el total del coste del comedor – que son unos mil euros anuales de media, dependiendo de la comunidad autónoma - con lo que las familias tienen que pagar una parte, incluso más de la mitad, y no siempre pueden. Además, existen importantes diferencias de cobertura según el territorio. Por ejemplo, en Extremadura las becas solo cubren al 0,1% del alumnado, en Murcia llegan al 2,1% y en Melilla al 2,6% mientras que en otros lugares están bastante por encima de la media del 13%, como Canarias (27,1%), la Comunidad Valenciana (19,7%) o Andalucía (18,1%)2.
Recientemente varias comunidades autónomas han dado pasos importantes para mejorar el acceso de la infancia con más dificultades económicas al comedor. Cataluña ha multiplicado por cuatro el número de becas que cubren la totalidad del coste del ofreciendo la gratuidad total y en La Rioja se está estudiando incrementar la cuantía de las becas para que el aumento de precio no afecte a las familias. En Murcia también se plantean revisar los criterios para que las becas comedor lleguen a más familias y, este curso, han ampliado un 20% la asignación dedicada a ayudas para atender las demandas rechazadas. Otro caso es el de la Comunidad de Madrid, que ha anunciado que aumentará el límite económico máximo de renta familiar para acceder a becas y rebajas en los precios del 30% para familias monoparentales o numerosas. Este curso, dados los problemas administrativos que han tenido, han decidido aprobar todas las solicitudes de beca comedor.
“En pocos meses hemos visto un compromiso claro de las distintas comunidades autónomas para mejorar la vida de la infancia en situación de vulnerabilidad. El comedor escolar debería ser gratuito para todos los niños y las niñas, sean cuales sean sus circunstancias económicas. Mientras esto no llega, es importante que al menos pueda ir toda la infancia en situación de vulnerabilidad”, asegura Orenes. “Los pasos se están dando, pero son lentos. No podemos esperar 13 años. La respuesta tiene que ser más rápida y contundente si queremos que estas medidas lleguen a todos los niños y niñas que lo necesitan antes de que acaben su escolarización. Nos estamos quedando sin tiempo”.
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