Filipinas está formada por un archipiélago de islas de características bastante similares. Playas de arenas blancas y aguas de color turquesa cristalinas. Por esto, y otras muchas cosas, es uno de los destinos predilectos para las personas apasionadas al submarinismo. Pero, a pesar de lo idílico del paisaje, la situación geográfica no lo es tanto: cada año, y en más de una ocasión, sufre el paso de tormentas tropicales o ciclones. Además, en Bicol, nuestra zona de intervención, se encuentra el volcán Mayón, que una vez cada cierto tiempo entra en erupción dejando el terreno sepultado por lava y asolado allá por donde pasa.
Por este motivo, uno de nuestros proyectos estrella y en el que tenemos años de experiencia, es el de preparación de la población, especialmente a los niños y las niñas, ante el riesgo de desastres naturales: trabajamos con las familias y los directores de escuela para organizarnos, en la mayor brevedad posible, antes y después del paso de un ciclón o huracán. "El 29 de diciembre de 2018, la depresión tropical Usman nos golpeó, pero después de tres días ya habíamos vuelto a la normalidad", recuerda Michael Seva, director de la escuela primaria Bonbon de Libon, Bicol, en Filipinas. "El Departamento de Educación vino aquí para ayudar y ¡se sorprendieron! Sabían que acabábamos de tener un desastre, pero no podían ver sus efectos".
La depresión tropical Usman provocó fuertes lluvias que causaron inundaciones, deslizamientos de lodo y daños por más de 70 millones de euros, desplazando y afectando a más de 88.000 familias, así como interrumpiendo la educación de al menos 10.000 niños en Bicol. "Por la mañana, estaba lloviendo", cuenta el director Seva, "y por la tarde, ya se estaba inundado todo.
El 30 de diciembre, un día después del desastre, todos estábamos de vuelta en la escuela para limpiar. La comunidad nos ayudó. El propio barangay (el gobierno local), agricultores, padres y maestros. Y esto se debe a que estamos preparados gracias a las formaciones de Educo sobre reducción y gestión de riesgos de desastres centrados en el niño", dice Seva. Y continúa contando la primera vez que participó en nuestros cursos de formación que realizamos junto con el Departamento de Educación, el gobierno local y ChildFund Korea. "Solíamos decir: 'Oh, es solo otra formación en desastres naturales' o 'Ya nos hemos formado en esto'. Pero más tarde nos dimos cuenta de que era diferente. Educo nos ayudó a desarrollar nuestras capacidades”, concluye el director de escuela.
En Filipinas, los barangays y las escuelas están obligados a tener planes de contingencia, pero no todos tienen un plan específico para los peligros de sus zonas; y cuando los tienen, por lo general, no se coordinan ni crean un plan armonizado juntos. Seva reitera la importancia de la coordinación con la comunidad. “La escuela puede dar cuenta rápidamente de todos los alumnos, mientras que los funcionarios de los barangays pueden desplegar rápidamente el apoyo a la escuela durante y después de los desastres. La unidad es la clave. Es una de las mejores prácticas", añade.
Una de nuestras apuestas fue hacer un simulacro juntos, las escuelas y las comunidades. Y lo hicimos en 15 escuelas y 24 barangays en Bicol. Por eso, según el director Seva, todos los niños, los maestros y las principales instalaciones escolares estaban seguros en Bonbon cuando no lo estaban los demás. Además, también formamos a niños y niñas para que estén preparados y sepan qué hacer en caso de desastre: "Estuve involucrado en la elaboración de mapas de peligros", nos cuenta Alvey, que con tan solo 10 años ya es el presidente del gobierno estudiantil de primaria en Bonbon. Y nos señala las instalaciones de almacenamiento y las áreas descuidadas alrededor de la escuela que los adultos no identificaron previamente como peligros potenciales para los niños.
Y es que uno de los puntos clave de este proyecto es justamente este: escuchar a los niños y niñas. Se trata de velar por los derechos de los niños en todos los planes y procesos de prevención de riesgos. Tienen derecho a la supervivencia, al desarrollo, a la protección y a la participación. "Educación inclusiva. Mapeo de peligros. Planificación de contingencias. Planificación de inversiones escolares", cuenta Seva y enumera todas las cosas que la administración de la escuela hizo con los niños para prepararse para los desastres. "También saben lo que es importante. Nos ayudan a identificar los riesgos y peligros y cómo evitarlos y mantener a otros seguros".
Desde Educo seguimos dando apoyo a 78 escuelas y comunidades a través de este proyecto en los municipios de Nabua, Bato y Libon con el apoyo del Departamento de Educación y los gobiernos locales, así como de ChildFund Korea hasta 2021. Gracias a ello, se han formado 39 organizaciones de niños; 39 escuelas han mejorado y desarrollado sus planes y comités de prevención de riesgos y 39 barangays se han refrescado y vuelto a formar en estas temáticas y han mejorado sus planes también en consecuencia. Además, hemos empezado a reproducir el proyecto en algunas ciudades de Sorsogon.
Hasta ahora hemos ayudado a organizarse a más de 5.000 niños y adultos, pero todavía queda mucho para lograr que las escuelas y las comunidades sean seguras y protectoras. Por eso continuaremos con este proyecto porque la supervivencia está en juego.
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