¿Recuerdas la sensación de tener tiempo libre, toda la vida por delante y todo un mundo con el que medirse? Se trata de tres sensaciones únicas que aparecen durante la adolescencia y que resultan difíciles de mantener a medida
que nos hacemos adultos y padres.
Cuando nuestros hijos adolescentes. normalmente a partir de los 15 años empiezan a dar señales de querer
extender el tiempo libre con sus amigos, adentrándose en el enigmático y aspiracional mundo de la noche, es probablemente el momento
de hacerse algunas reflexiones. Discotecas juveniles, fiestas,
botellón o quedarse a dormir en casas de amigos suele ser la puerta de entrada a una situación en la que
os vais a ver contando los minutos que pasan de la hora de vuelta acordada, circunstancia que suele predisponer más a la discusión y a la bronca que a un acuerdo entre caballeros que os permita a todos vivir tranquilos.
Para evitar o limitar este tipo de situaciones,
he aquí algunos consejos que os ayudarán a respetar una mayor libertad de acción de vuestro hijos y ejercer al mismo tiempo vuestra responsabilidad como padres.
- Mantén los canales de comunicación más abiertos que nunca, aunque todo parezca estar en contra de este objetivo. Recuerda que tus hijos, a pesar de su actitud autosuficiente, siguen necesitando supervisión y apoyo. La clave está en la forma de plantear la cosas. De repente se sienten más adultos que niños y habrá que empezar a tratarles como tales si queremos que haya entendimiento. En general la actitud inicial debe ser de confianza, es decir, confiar en su responsabilidad dejando que esto se note. No dudes en hablar con ellos de temas como sexo, alcohol o drogas aunque deberás tener en cuenta que es probable que sepan ya tanto o más que tú sobre estos temas.
- Sé abierto, pero no dudes en decir NO o poner límites cuando lo estimes conveniente. Lo ideal es explicar las razones, pero recuerda que vuestras decisiones como padres no dependen de que vuestros hijos las comprendan o acepten. El caso típico son los horarios de vuelta a casa. Casi de forma inevitable se va a dar una situación de regateo para conseguir más tiempo. En función de la edad y las circunstancias lo ideal es mantener los horarios pactados inicialmente e ir flexibilizándolos en función de la responsabilidad real demostrada por vuestros hijos.
- No esperes hasta el final, en general es bueno que tus hijos se acostumbren a salir solos por las tardes desde los doce años en condiciones controladas. Esta ayudará a crear un sentido de autonomía y pensamiento crítico que les será muy útil cuando, más adelante, a partir de los 16 años, empiecen a salir por las noches. Existen locales especializados en público adolescente entre 16 y 18 años que reproducen la atmósfera de los locales para mayores de edad, pero sin el componente de la venta legal de alcohol o la ilegal de otras drogas. Si no los conoces, no te preocupes porque tus hijos te van a hablar de estos garitos más pronto que tarde.
- Conoce a su peña. Dime con quien andas… se revela aquí como la frase mágica para tu merecida tranquilidad. Sé inteligente y arrima el ascua a tu sardina, creando situaciones en las que tus hijos se sientan cómodos invitando a sus amigos. Proponles que diseñen su fiesta de cumpleaños o cualquier otra celebración en tu casa o en un lugar donde puedas observarles en acción y quizá establecer un primer contacto con los padres de sus amigos. Compórtate con naturalidad cuando te presente a su gente. Sé amable y abierto. Nada funciona mejor para reforzar vuestro vínculo que los comentarios positivos de sus amigos hacia vuestra actitud inicial.
- Pónselo fácil. En la medida de lo posible ayúdales a organizar una logística adecuada de transporte y verás que todo resulta mucho más fácil, sobre todo al principio. Habla con otros padres para poneros de acuerdo y crear turnos para encargarse de las recogidas nocturnas. Además de comprobar con qué amigos salen, los horarios pactados de regreso ayudan a crear una sensación de disciplina y compromiso que se puede disolver en el olvido si es el propio adolescente el que se ocupa de su vuelta a casa.
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