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Comunicarte de manera fluida con tus hijos es fundamental desde la primera infancia, ya que durante ese período se asientan las bases de a relación que mantendrás con tus pequeños a lo largo de su vida. Hablar y escuchar a tus hijos te ayudará a conocerles, guiarles, acompañarles y protegerles.People image created by Bearfotos - Freepik.com
Ahora bien, ¿qué sucede cuando nosotros, los padres, intentamos dialogar pero los niños no escuchan? Esta situación es bastante común, no sólo con adolescentes, sino con niños pequeños. Veamos juntos algunas estrategias que puedes poner en práctica:Captar la atención del niño: uno de los errores más comunes que cometemos los padres es hablar sin asegurarnos de que el niño realmente está prestando atención. Para ello, utiliza el nombre de tu hijo y espera hasta que él te mire. No comiences a hablar hasta que el niño no centre su mirada en ti porque en caso contrario, podemos asegurarte que seguramente lo que digas le entrará por un oído y le saldrá por otro. Asegurarte de que te está mirando es una buena estrategia para disminuir la frustración que produce que no nos escuchen.
Ponerse a la altura del niño: cuando hablamos con niños pequeños, la diferencia de altura puede ser un problema para captar (y mantener su atención). Luego de llamar a tu hijo por su nombre (y esperar a que te mire), ponte a su altura (aún cuando debas ponerte de cuclillas). El diálogo se lleva a cabo de manera más abierta y sincera si nos miramos a los ojos. Intenta evitar conversaciones en las que tú estés de pie ya que la diferencia de altura puede afectar a la comunicación con tu pequeño.
Sé claro: evita los término complejos y abstractos. Si tu hijo no te entiende, se distraerá. Utiliza por el contrario palabras simples para facilitar la comunicación.
Habla de un tema por vez: si deseas pedirle a tu hijo que haga varias tareas, no se las pidas una detrás de otra. Lo más probable es que el niño retenga solamente la última petición y no justamente porque no haya escuchado sino porque no ha podido recordar todo lo que has dicho.
Habla de manera positiva: una estrategia recomendada incluso en los cursos de coaching es evitar el "no". Una frase positiva tiene mayor impacto que una negativa. Por ejemplo: "¿Puedes guardas las zapatillas?" será mejor recibido que "No dejes las zapatillas tiradas, guárdalas". Muchas veces las formas influyen en el mensaje.
Explica las consecuencias: y no nos referimos a castigos sino a consecuencias naturales. Por ejemplo: "Si arrastras la ropa por el suelo, se ensuciará". Los niños son curiosos por naturaleza y muchas veces llevan a cabo acciones sólo para ver qué sucede. Ayúdales a descubrir consecuencias y señálales (de manera positiva) aquellas que deseas no se produzcan.
Presta atención a las necesidades del niño: intentar dialogar con un niño cansado o con hambre es una misión perdida de antemano. Observa a tu hijo y busca el mejor momento para hablar con él, incluso si lo que deseas es pedirle que haga tal o cual cosa.
Transmite mensajes que no den opción a negociación: por supuesto que puedes llegar a acuerdos con tus hijos pero ¡siempre dentro de un rango lógico! Si es hora de salir al colegio, utiliza frases claras como "Coge la mochila que nos vamos" en lugar de "¿Quieres ponerte la mochila?". Así evitarás esos "no" que tan nervioso te ponen.
Evita los gritos: vale, lo sabemos, a veces gritamos porque sentimos que no nos escuchan pero ¿realmente conseguimos algo a los gritos (más allá de frustrarnos y ponernos nerviosos)? Los niños no reaccionan bien a los gritos, por el contrario dejan de prestar atención, se enfadan, gritan de vuelta o lloran. Una vez iniciamos el camino de los gritos, no hay vuelta atrás: la comunicación bidireccional, el diálogo se ha roto. Antes de gritar, respira profundo. Recuerda que hablando bien y tranquilos tienes mayores probabilidades de éxito.
Utiliza el sentido del humor: reírse juntos ayuda a destensar el ambiente y a ¡comunicarse mejor! Bromea con tu hijo sobre lo que has pedido y él no ha oído.
Da el ejemplo: no nos cansaremos nunca de decir que nosotros somos el espejo en el que se miran los niños. Si tú no escuchas cuando tu hijo habla, ¿cómo esperas que él te escuche a ti? Demuéstrale toda tu atención cuando te cuente algo, así aprenderá que cuando una persona habla, hay que escuchar.
Demuestrále a tu hijo que le amas: el cariño es uno de los pilares de la comunicación. No te enfades, demuéstrale a tu hijo que le quieres y que lo que le pides es por su bien.
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