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Con hambre no se puede aprender

Con hambre no se puede aprender: qué hacemos en Burkina Faso para que ninguna crisis detenga la educación de los más pequeños

febrero 24, 2023
Desde 2012, la región africana del Sahel, y en particular las zonas fronterizas de Malí, Níger y Burkina Faso están afectadas por una grave crisis causada por diversos factores, principalmente los conflictos armados y las consecuencias del cambio climático, como largas temporadas de sequía o fuertes inundaciones. La guerra en Ucrania, que ha repercutido en una subida del 20% del precio de los suministros y mayor escasez de alimentos básicos, ha empeorado una situación que desde hace años está lastrando la vida de la población, especialmente de los niños y niñas. Más de 2,5 millones de personas han tenido que huir de sus países o trasladarse a zonas más seguras dentro de la región, y en las que aún pueden cultivarse alimentos, según los datos de Naciones Unidas.   
 
En estos países en los que trabajamos desde hace años, más de 10 millones de personas no tienen acceso a los alimentos más básicos para sobrevivir. La crisis alimentaria tiene consecuencias muy graves en la educación de los niños y niñas. Además de afectar a su salud y a su bienestar, también dificulta su aprendizaje, ya que el cerebro sin alimentos, sin energía, no puede funcionar. "Un niño que tiene hambre es un niño que, obviamente, no es capaz de seguir el ritmo de la clase”, explica Constance Hien, directora de una de las escuelas de Burkina en las que trabajamos. Hien explica que es complicado que todos los niños y niñas tengan una comida asegurada al día, pero gracias a la existencia del comedor escolar todos aquellos que acuden a clase finalmente tienen garantizada una comida diaria.   
 

Un 80% de los adolescentes burkineses no completan la secundaria 

El gran problema del sistema educativo burkinés está en que los niños y niñas no continúan con sus estudios. Así, en primaria la tasa de escolarización alcanza el 112% pero en secundaria desciende hasta un 52% en la región norte. Esto significa que más del 48% de los niños de 13 a 18 años y alrededor del 82% de los adolescentes de 19 a 24 años están privados de su derecho a la educación debido a la falta de recursos de sus familias. Por eso, en Burkina Faso, trabajamos para mejorar el acceso a una educación y atención de calidad para niños y adolescentes de hogares vulnerables y reforzamos los medios de subsistencia de las familias. 

"Ningún niño de mi aldea enfermará por culpa de la mala alimentación porque con esta harina enriquecida el buen crecimiento está garantizado"

 
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Aguiratou es madre de gemelos de dos años. Ella recibió nuestro apoyo para poder alimentar a sus hijos. "Cuando mis hijos tenían menos de un año, recibimos la harina enriquecida durante tres meses. A mis hijos les encantaban estas papillas y se ponían muy contentos cuando se las daba. Este año Educo vuelve a ayudar a otros niños de mi pueblo. Ningún niño de mi aldea enfermará por culpa de la mala alimentación porque con esta harina enriquecida el buen crecimiento está garantizado. Agradezco a Educo todo este apoyo”, nos cuenta esta madre.  
 
Cada año, durante la época de falta de alimentos, distribuimos estas harinas enriquecidas entre la población más vulnerable. " Se entregan a familias con niños de 6 a 23 meses. Antes les tomamos el perímetro braquial —les medimos la circunferencia del contorno del brazo. Es un indicador de la pérdida de masa muscular o desnutrición de gran valor en niños menores de cinco años, aunque también se utiliza en adultos— y si detectamos casos de desnutrición, no les damos la harina enriquecida, sino que los llevamos al CREN (nuestro Centro de Recuperación Nutricional) para que les hagan un seguimiento”, nos explica uno de los enfermeros. “Esta distribución de harina es muy beneficiosa para la comunidad, especialmente para las madres, porque permite a las mujeres controlar la dieta de los niños y asegurarse de que crecen bien. Estas papillas previenen y reducen la tasa de malnutrición. El año pasado registramos menos niños desnutridos”.  

"El director se dio cuenta de lo mucho que me esforzaba, así como otros niños desplazados, e inmediatamente pidió apoyo a Educo"

 
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También apoyamos a las familias en el coste educativo para conseguir que los niños y niñas no dejen de estudiar. Es el caso de Adjaratou y su familia, quien tuvo que abandonar su pueblo natal y dejar a sus padres para irse a vivir con su tío quién sí pudo ayudar a Ajaratou a volver a la escuela: "Llegué a Tougou en 2019, en tercer curso. Mi tío se vio obligado a reunirse con el director de la escuela para explicarle mi situación y que yo pudiera asistir a clase. Rápidamente me integré mostrando mi deseo y determinación de estudiar para no decepcionar a mi tío y también para ganarme la confianza del director quien se dio cuenta de lo mucho que me esforzaba, así como otros niños desplazados, e inmediatamente pidió apoyo a Educo. Así fue como algunos de ellos, como yo, nos beneficiamos de material escolar como libros de texto, cuadernos, bolígrafos, bolsas, tasas escolares, cursos de apoyo, alimentos e incluso kits Covid-19. Gracias al apoyo de la ONG Educo, aprobé mi certificado de estudios primarios con gran éxito, ya que quedé primera en la comuna de Namissiguima con 138,50 puntos. Educo me permitió realizar mi sueño”.   

 


Ayúdanos a conseguir un millón de comidas antes de que cabe el año.

Alimentación , Burkina Faso , conflicto armado , Crisis , crisis alimentaria , derecho a la educación , Pobreza , Sahel

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