En Educo trabajamos activamente en los campamentos de refugiados de Cox’s Bazar, en Bangladesh. Ponemos el foco en la infancia y llevamos a cabo un programa de protección enfocado a niños, niñas y adolescentes, para que estén libres de cualquier tipo de violencia y explotación. Lo hacemos a través de
sistemas de protección infantil fuertes, efectivos y adaptados para que los menores de edad afectados por crisis y desastres estén protegidos y conozcan sus derechos.
A través del proyecto que arrancó a inicios de año, implementamos un enfoque holístico que integra la protección y la educación infantil para brindar a
9.912 niños, niñas y adolescentes refugiados, y a 4.152 adultos, donantes, familias, educadores y miembros de la comunidad, acceso inmediato a
servicios de protección, y oportunidades de aprendizaje equitativas y de calidad en un entorno seguro y protector.
El proyecto además garantiza la participación activa de niños, niñas, adolescentes y miembros de la comunidad, incluidas mujeres y niñas, a través de acciones de desarrollo de capacidades e involucrándolos en la implementación como educadores, capacitadores y facilitadores de primera línea.
Adolescentes que reconocen sus derechos
Varisha es una niña de 12 años miembro activo del Grupo de adolescentes de Educo. A través de juegos con sus compañeras y amigos aprende de derechos y desarrolla capacidades para empoderarse. Varisha forma parte de los
más de 860.000 refugiados que malviven en casas improvisadas; el 51% de ellos son niños, niñas o adolescentes. Y todos ellos están expuestos a la negligencia, al abuso, la trata y la angustia. Y a otras formas de violación de sus derechos. Varisha es una de tantas y arrastra consigo una experiencia de dolor. Como todos.
La joven refugiada rohingya llegó a Bangladesh en octubre de 2017 tras un largo periplo de penalidades. Mientras cruzaba en río Naf su barco estuvo a punto de hundirse, y una vez alcanzada la orilla, ella y su familia fue presa de atracadores que les robaron todo lo que traían.
A pesar del infortunio que le ha tocado vivir tan joven, Varisha tiene esperanza y quiere conocer sus derechos en el mundo. Por eso,
una vez al mes se reúne junto a los otros participantes del Grupo de adolescentes, donde un experto técnico desarrolla un
plan de estudios para la concienciación y el desarrollo del grupo de adolescentes. Han hablado sobre Derechos del niño; Desarrollo infantil; Protección infantil y abuso infantil; sobre Matrimonio infantil y burlas, sobre Trabajo infantil y trata de niños y niñas, y sobre Participación infantil y protección infantil en situaciones de emergencia. Y todo ello lo hacen charlando y jugando: “me doy cuenta de nuestros derechos jugando al árbol con mis amigos”, reconoce Varisha.
La joven nos cuenta cómo a través de las sesiones ha aprendido a hacerse valer y no dejarse minusvalorar:
“No conocía la definición de niño ni nada sobre el desarrollo infantil o los derechos del niño. También desconocía mis derechos. Después de unirme a la sesión, llegué a conocer estos derechos, como también diferentes temas relacionados con la protección infantil”.
Su concienciación ha crecido, pero no quiere guardarse los conocimientos para ella sola: “Ahora sé que si quiero mantenerme saludable no puedo llevar una carga pesada, así que ya no llevo cosas que pesen. Mis padres lo han entendido y ahora me envían a buscar agua en una jarra. Mi amigo Nur Kajal solía ir a buscar agua al pie de la colina con una jarra grande. Pero yo le expliqué las desventajas que eso conllevaba. Ahora va a buscar agua en una jarra pequeña ".
Informando sobre el matrimonio infantil
Varisha está especialmente
concienciada sobre el matrimonio infantil. "Una niña menor de 18 años y un niño menor de 21 años no pueden casarse. Una de mis amigas se iba a casar a los 14 años y yo traté de explicarle que
el matrimonio infantil no está bien, no es correcto y tendrá un efecto negativo en su cuerpo y su mente”.
Pero Varisha va más allá y también ha tratado de explicárselo a los adultos: “les expliqué a mis padres las partes negativas del matrimonio infantil y me dijeron que no me casarían hasta que cumpliera los 18 años”, nos cuenta. Y agrega: “Si los niños me llaman por malos nombres, se lo informaré a mis padres y maestros. Entonces mis padres informarán al bloque Majhi y por fin al CiC. El maestro también puede intentar convencer al niño sin hacerle daño físico”.
Asia
,
Bangladesh
,
Cox´s Bazar
,
educación
,
protección
,
refugiados
,
rohingya