Malí vive unos años muy convulsos en el ámbito educativo ya que lleva sufriendo huelgas de profesores desde hace varios años, lo que ha provocado la interrupción de la educación presencial durante largos periodos de tiempo en diversos momentos del año. A esto se le ha sumado la llegada del coronavirus, que ha obligado a cerrar de manera indefinida los centros educativos.
La escuela es mucho más que un lugar donde los niños aprenden matemáticas o lengua. Es el lugar donde crecen, aprenden a relacionarse con otros niños, a gestionar emociones y conflictos, en definitiva, es el sitio en el que se convierten poco a poco en adultos. Entonces, ¿qué hacemos cuando se cierran las escuelas?
Buscar alternativas. Por eso, ponemos en marcha un nuevo proyecto para prevenir la propagación de la COVID-19 en las escuelas, familias y comunidades las regiones de Ségou, Mopti y el distrito de Bamako que busca, entre otras cosas, apoyar y fortalecer los planes de educación a distancia del gobierno maliense.
Pero no nos olvidamos de dar una respuesta inmediata para frenar la propagación del virus, por eso, además de distribuir botiquines de higiene y salud a varios centros públicos de Bamako para proteger del contagio del coronavirus, así como de otras enfermedades, a los niños y las niñas, especialmente las que se dedican al trabajo doméstico, distribuiremos entre la población lotes de higiene que contienen dispositivos para el lavado de manos, jabón líquido, gel hidroalcohólico y mascarillas para las familias.
También llevaremos a cabo sesiones de sensibilización sobre los modos de transmisión y prevención de la enfermedad en estas comunidades. Adaptamos y reproducimos los materiales que ya existen y los difundimos en lugares estratégicos con mensajes clave sobre la protección de la infancia, a los que también llegamos mediante mensajes adaptados a ellos a través de la radio.
Una manera de procurar educación a los niños y niñas malienses, algo ya de por sí complicado y más aún con la llegada de la pandemia, es fortalecer la enseñanza a distancia. Así, estamos trabajando con el Gobierno, a través de los Comités pedagógicos, en el desarrollo de contenidos y pedagogías que no requieran necesariamente estar en la escuela.
Buscamos alternativas a la educación presencial y una de las maneras de llegar a los hogares es potenciando la educación a través la radio, las visitas a domicilio o los programas de aprendizaje flexibles o alternativos. También formaremos a las familias y a los líderes de la comunidad para que aprendan cómo educar a los niños y niñas en sus hogares, prestando una atención especial a los grupos más vulnerables, como las niñas o los niños y niñas con discapacidad.
Y finalmente, daremos apoyo psicosocial, tanto a los estudiantes como a los educadores, y formaciones sobre aprendizaje social y emocional, aptitudes para la vida, agua, saneamiento e higiene y aspectos relacionados con la nutrición o alimentación escolar.
El proyecto termina a finales de este año y beneficiará a más de 220 mil adultos y 255 mil niños y niñas.
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