En el barrio que concentra la prostitución en Bombay,
los niños malviven en un entorno de miseria y sordidez. En Educo apoyamos el trabajo que la asociación local
Prerana realiza para
proteger a estos pequeños especialmente vulnerables, facilitándoles un
entorno acogedor y velando por su
incorporación al sistema educativo. De la mano de nuestro compañero
Albert Tarradellas, nos acercamos a la dura realidad de este barrio marginal.
“Hoy he estado en el “infierno”. O al menos eso es lo que me ha parecido. Hemos visitado la zona de Bombay denominada “Red light” o zona roja. Es decir, donde están los prostíbulos más miserables de la ciudad y en donde miles de mujeres, muchas llegadas desde otros países vecinos de la región ejercen, lo que eufemísticamente se denomina, el oficio (?) más antiguo del mundo. A mi juicio, en situación de práctica esclavitud.
La verdad es que pensaba que no nos llevarían hasta el sitio en donde sabemos que trabaja la organización Prerana. Pero ya que estaba cerca de su oficina, nos han propuesto acercarnos a la zona roja. Era media tarde y la jornada laboral casi no se había iniciado en este “agujero del mundo” (porque no se puede llamar de otra manera). Imagino que querían que comprendiéramos bien con quien trabajan, el entorno, que viéramos, que oliéramos, que sintiéramos y que nos quedáramos con la impresión y el impacto. Os puedo asegurar que saliendo de allí me costaba articular palabra.
Inmundicia y suciedad
Callejones lóbregos, pasillos inmundos, escaleras oscuras, con el pavimento muy gastado, suciedad por doquier, más escaleras, cuanto más arriba más calor, aire difícil de respirar, multitud de cubículos (pretenden ser habitaciones), con las puertas entornadas, otras cerradas, alguna abierta. Discretamente se podía ver algo, como quien no quiere mirar, se adivinaban camas altas, 3 o 4 por habitación, con unas cortinas cada una de ellas para preservar la privacidad… ¿He dicho camas? Eran unas estructuras construidas con perfiles de mecano, a un metro del suelo aproximadamente, una tabla de madera y encima una estera a modo de colchón. Encima de una de ellas corría un ratoncito. No era la mascota de nadie. También habitaba allí.
En los pasillos algunos niños, seguramente hijos de las mujeres que viven en este lugar. La persona que nos guiaba buscaba a una mamá con la que se suponía íbamos a intercambiar un diálogo para explicar algún aspecto del proyecto. Pero no estaba. Dimos la vuelta y desanduvimos lo andado. Salimos. Un cierto alivio. El ambiente que allí se respiraba oprimía el corazón. Daban ganas de llorar. ¿Cómo es posible que haya gente que viva así y que supuestamente ejerza un oficio con su cuerpo? Esto es la negación del ser humano, la no existencia, la “no vida”.
La ONG local Prerana atiende a niños y adolescentes hijos de prostitutas del "distrito rojo" de Bombay
Exigir que se cumpla la ley para escolarizar a niños vulnerables
¿Y los niños y niñas que también circulan por este lugar? Ellos eran y son los protagonistas de nuestra alianza con Prerana. Esta organización trabaja para sacar a los menores de este entorno, sin romper el vínculo afectivo con quienes son sus madres. Un trabajo extraordinario (me ha parecido) que se realiza desde hace más de 25 años, proporcionando a los niños un entorno externo acogedor, agradable, acompañado, con afecto, comprensión, con juegos, con derecho a disfrutar de la infancia. Se trabaja a diario con ellos, se trabaja a diario con sus madres, procurando que al menos los niños rompan el círculo de indignidad en el que viven sus progenitoras.
Nuestra colaboración se centra en apoyar el trabajo de incidencia política para exigir y conseguir que se cumpla la ley (una buena ley por cierto), que prevé que en todas las escuelas concertadas del país, el 25% de sus plazas puedan ser cubiertas por niños en situación de especial vulnerabilidad, como éstos de los que hablaba más arriba. Hoy la ley está muy lejos de cumplirse, y lamentablemente, está produciendo un efecto contrario. A menudo la propia comunidad educativa le cuesta aceptar esta población de niños más vulnerable, y muchas veces margina y estigmatiza a los que entran en ese porcentaje que obliga la ley.”
(Albert Tarradellas es director de Cooperación Internacional de Educo)
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