Coumba tuvo que dejar a sus padres ya que, en su pueblo natal, Touba Thiékène, las chicas lo tienen difícil para seguir estudiando. Tiene 15 años y vive con su tía en Medina Manda, un pueblo del departamento de Medina Yoro Folah, en Senegal, donde estudia cuarto de secundaria. Aquí, las chicas a menudo están obligadas a levantarse muy temprano para ocuparse de las labores del hogar antes de comenzar una larga caminata hacia la escuela. Esta rutina es muy cansada y la mayoría acaban abandonando la escuela, casándose antes de tiempo y dedicándose al servicio doméstico.
Pero este no es el caso de Coumba, que gracias a su fuerza de voluntad y a su participación en el proyecto para el fomento de la educación entre las jóvenes consiguió revertir esta tendencia instaurada en su comunidad. “Alejarme de mi familia ha sido la prueba más dura de mi vida. Pensé en rendirme más de una vez y volver con mis padres, pero afortunadamente me uní al Club Infantil y desde entonces participo en una variedad de actividades que me han ayudado a quitarme de la cabeza la idea de abandonar”, explica Coumba.
El Club Infantil es un grupo de intercambio y aprendizaje sobre temas como la protección, la educación, el buen trato y el uso de mecanismos para denunciar abusos y violaciones de los derechos de la infancia. Aquí, niños y niñas aprenden a confiar en sus capacidades y sueños, proyectarse hacia el futuro, rebelarse a un destino tradicionalmente escrito, denunciar amenazas de matrimonio precoz, abuso sexual y explotación, entre muchos otros temas que los jóvenes discuten constantemente durante las sesiones del club.
Nuestra protagonista, Cumbia, se interesó rápidamente por las profesiones prohibidas a las mujeres: “Me gustaría ser bombera. Sé que no será fácil, pero mi admirada Fatou Bensouda, ex fiscal general de la Corte Penal Internacional, siempre dice que, con un corazón valiente, nada es imposible. A todas mis compañeras les aconsejo que permanezcan en la escuela y continúen trabajando duro para ser parte de las mujeres referentes del mañana”.
La región de Kolda es una de las zonas que registra mayores tasas de violaciones de los derechos de los niños y las niñas en Senegal. Aquí, la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil son prácticas aún muy arraigadas entre los distintos grupos étnicos que habitan la zona, a pesar de los esfuerzos para su erradicación.
Entre las causas que propician las uniones matrimoniales en edades muy tempranas se encuentra la pobreza, pero también la falta de escolarización, las relaciones sexuales prematrimoniales y los embarazos en adolescentes, así como la ablación genital u otras prácticas tradicionales dañinas que ven el matrimonio infantil como una forma de reforzar las alianzas sociales.
Además, la calidad de la educación deja mucho que desear. Los espacios no están adaptados, el absentismo y las huelgas entre los docentes son frecuentes y buen número de ellos no ha recibido formación universitaria. El reconocimiento a la figura del inspector de educación es escaso y, sistemáticamente, el inicio del curso escolar se retrasa a causa del mal estado en que quedan las aulas tras la temporada de lluvias.
Tampoco las condiciones de aprendizaje y el entorno escolar en los centros de secundaria del departamento de Medina Yoro Foulah favorecen una educación de calidad. Las infraestructuras son deficientes: falta material escolar, agua potable y sistemas de saneamiento e higiene adecuados.
En cuanto a los derechos de las mujeres y su derecho a la educación, tienen muchos más obstáculos para acceder a la educación que los hombres. Mientras que ellos alcanzan la media de 3,8 años de escolaridad, ellas solo llegan a los 2,4 años.
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