Todos los padres queremos para nuestros hijos que sean felices y tengan una vida plena, que puedan conseguir sus metas y tener relaciones satisfactorias con otras personas, que no sufran en relaciones tóxicas y sean capaces de superar los fracasos y los obstáculos que la vida les vaya poniendo, que, sin duda, los habrá. Los padres, además, tenemos las ventaja de ser los principales educadores de nuestros hijos y por ello está en nuestras manos que crezcan sintiéndose capaces y valiosos, sabiendo protegerse y también respetar a los demás. Eso es, ni más ni menos, una buena autoestima.
La autoestima es la percepción que tenemos de nosotros mismos como individuos y también en relación con los demás. Una persona con una autoestima sana tiene un autoconcepto de sí mismo realista, valora sus capacidades y conoce sus puntos flacos y hace lo mismo con el resto de personas que le rodean. Como animales sociales y con una gran capacidad para aprender, nuestra autoimagen se va construyendo desde la infancia, en función de nuestra relación con el entorno y con los demás. Los padres somos el primer entorno de los niños y por la visión de ellos mismos que les transmitimos será una parte importante de su identidad personal cuando vayan creciendo.
La forma en que les hablas se convierte en su voz interior
El tipo de discurso que usas para comunicarte contigo mismo habla mucho de tu autoestima y es producto de la educación que te dieron tus padres y el resto de tu entorno. ¿Te criticas mucho, eres demasiado perfeccionista, exiges en exceso a los demás? Todas estas cuestiones te podrán decir que necesitas revisar la imagen de ti mismo que has ido construyendo y además te darán pistas sobre cómo te estás comunicando con tus hijos.
Hoy te traemos algunos consejos para educar con una buena autoestima.
1. Valida sus emociones. El ser humano es racional, pero también emocional. Las emociones nos conectan directamente con nuestro cuerpo y su estado fisiológico y validarlas, no negarlas, es importante para que nuestros hijos se acepten como son. Decir "no llores" o "no es para tanto" no sólo no consuela, sino que produce rechazo a las emociones propias y por tanto a uno mismo.
2. Dile que le quieres. Hazle muchos mimos. Todo lo que puedas, en poco tiempo tal vez no se deje tanto. Sentirse apreciado y reconocido es imprescindible para estar bien.
3. Alaba sus logros. Decirle a tu hijo que estás orgulloso aumenta su confianza en sí mismo.
4. Relativiza sus fracasos. Los niños viven todo muy intensamente, desde el punto de vista emocional. Fracasar es consustancial a la vida, de los errores se aprende. Y casi nunca es tan grave como en principio parece.
5. Dile todo lo que hace bien. A lo largo del día habrá muchos momentos en los que tengas que corregir a tu hijo, la educación en sociedad es así. Pero seguramente también habrá muchos en los que puedas aplaudirle. No te olvides de eso, los seres humanos tendemos a resaltar lo negativo.
6. Anímale a hacer cosas, confía en sus capacidades, déjale elegir. Eligiendo es como mejor se aprende, aunque nos equivoquemos.
7. Enséñale a respetar a otros. Los seres humanos necesitamos los vínculos sociales para ser felices, influimos en los demás y ellos influyen en nosotros. El respeto por los otros es fundamental para tener una vida plena.
8. Reconócelo como persona. Asegúrale que su opinión es tomada en cuenta y sus sentimientos importan.
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