Habiba es una de las niñas que junto con su familia tuvo que huir de su país natal, Birmania, para refugiarse en Bangladesh, concretamente en el campo de refugiados más grande del mundo Cox´s bazar, donde hace más de cinco años viven más de 900 mil personas refugiadas. Como ella, miles de niños y niñas se quedaron sin nada, muchos de ellos sin sus familias, y todos sin poder seguir con sus estudios. Su derecho a la educación se les arrebató de un plumazo.
Por eso, desde hace más de cinco años, estamos presentes en el campamento, y en las comunidades adyacentes de acogida, llevando a cabo diferentes acciones simultáneas para que cada día más niñas y niños que llegaron al campamento con fecha de entrada, pero no de salida, puedan sentirse protegidos y seguir con su educación, con especial atención a los más vulnerables, como las niñas o aquellos que sufren algún tipo de discapacidad.
Y lo hacemos creando centros de aprendizaje polivalentes, ya que funcionan tanto como lugares de acogida como de escuelas. En estos espacios reciben formación en alfabetización y aritmética basada en sus necesidades o habilidades para la vida. También organizamos actividades para hacer crecer su resiliencia y les damos apoyo psicosocial a través de sesiones de sensibilización y concienciación sobre violencia de género, protección de la infancia o derechos de las niñas. Además, hacemos un seguimiento de los alumnos casi diario, incluso visitándolos a su domicilio cuando detectamos algún problema o faltas de asistencia.
Y así es como llegamos al hogar de Habiba, que hoy tiene 14 años y vive solo con su madre y sus hermanos, ya que su padre cruzó ilegalmente la frontera por el rio para llegar a Malasia y han perdido el contacto. Hacía unos cuántos días que la joven no acudía a nuestro centro y fuimos hasta su casa para ver dónde estaba el problema, ya que es una estudiante ejemplar.
Su madre nos contó que había prohibido a su hija salir de casa e ir a la escuela porque le acababa de venir por primera vez la menstruación. En su comunidad, las niñas no pueden salir de casa si tienen la regla pues creen que esto puede causar daños a las niñas. Además, si salen de casa en esta época, la gente de la comunidad lo ve muy mal. Por eso, no permiten que sus hijas vayan a la escuela por miedo a que las difamen.
Su profesora intentó explicar a su madre y a la joven que estaban equivocadas, pero ninguna de las dos estaba interesada en escucharla. Al cabo de unas semanas, insistimos en hablar con ellas de este tema y esta vez sí que se interesaron en escucharnos. Entendieron que no había nada de malo en el hecho de que la joven siguiera con sus estudios durante su menstruación, sino todo lo contrario. Poco a poco, los profesores pudieron explicarle cómo cuidar su higiene personal durante los periodos y así, la madre de Habiba aceptó enviar a su hija de vuelta nuestra escuela.
Ahora Habiba nunca falla, y además ha podido explicar a otras niñas todo lo que ella ha aprendido, evitando así más absentismo de sus compañeras: "Los profesores de Educo me han ayudado a disipar muchas ideas erróneas mías y de mi familia sobre la menstruación. Aunque la sociedad nos arrincona, ahora somos conscientes de que también tenemos derecho a seguir estudiando. Lo hemos aprendido gracias a las sesiones de Educo donde además también aprendemos mucho sobre la vida cotidiana”. Su madre, por su parte, también está muy contenta con estas formaciones: “Mi hija aprende mucho allí. Ahora, gracias a ella, sabemos muchas cosas que nos ayudan a mejorar nuestra vida. Estamos muy agradecidos a Educo por este tipo de actividades”, nos cuenta.
Habiba no quiere parar, cree que este mensaje tiene que llegar lejos: "Sueño con terminar mis estudios y trabajar para concienciar sobre los derechos humanos y la vida de la gente de mi comunidad, especialmente de las niñas".
Bangladesh , Cox's Bazar , derecho a la educación , educación , Pobreza , protección
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