Educar en emociones garantiza el bienestar de la infancia

La crisis de la COVID-19 ha aumentado la brecha socioeducativa, por eso desde Educo trabajamos para paliar sus efectos transformando el programa de Becas comedor verano en una propuesta pedagógica que va más allá de la alimentación saludable. Este año, nuestro Programa de Verano, además de garantizar una comida completa al día y actividades de ocio, refuerza la parte educativa para dar respuesta a las nuevas inquietudes y necesidades que ha provocado el largo confinamiento para niños y niñas. Creemos que hoy, más que nunca, es imprescindible educarles emocionalmente para que puedan reconocer lo que sienten, expresarlo y gestionarlo de manera positiva.

“Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo, sus órganos, sus huesos, sus funciones, sus sitios, pero nunca supimos de qué estaba hecha el alma”, Mario Benedetti.

Uno de los pilares de nuestro programa de verano es la educación en emociones, que es un proceso educativo continuo y permanente que debemos practicar durante toda la vida. Si educamos las emociones, estamos enseñando a niños y niñas a responder ante las diversas situaciones que se presentan a lo largo de su vida de una manera adecuada, lo que va a traer beneficios no sólo durante la infancia, sino también en la edad adulta. Una buena gestión emocional se relaciona con mayor motivación, ganas de aprender, mayor bienestar, mayor confianza en uno mismo o incluso con el éxito educativo.

La importancia de tomar conciencia emocional

Las emociones están relacionadas con cómo afrontamos la vida y por eso tienen un papel tan importante en la vida de los niños y niñas. Para poder desarrollar las competencias emocionales es necesario, ante todo, tomar conciencia emocional: saber reconocer qué emoción sentimos, nombrarla y darnos cuenta de la relación entre lo que sentimos y cómo actuamos. Una buena educación emocional conlleva todo un proceso de aprendizaje en el que se va construyendo la visión del mundo, de nosotros mismos y cómo nos manejamos ante las diferentes situaciones que vivimos. Si somos capaces de reconocer nuestras emociones podremos reconocerlas en las demás personas y empatizar con ellas.



Muchas de estas emociones nos producen sensaciones desagradables, pero todas tienen una función: activarnos para adaptarnos a una nueva situación, para lograr lo que nos proponemos, para relacionarnos con otras personas. Nos aportan información sobre nuestro entorno y cómo nos relacionamos con el mismo. Cuando convivimos con niños y niñas es muy importante acoger y nombrar las emociones que están vivas al mismo tiempo que los acompañamos para que las gestionen de manera adecuada. Es fundamental que los niños y niñas entiendan que existe una interacción entre lo que sentimos y lo que hacemos con esa emoción, nuestro comportamiento, para que se alejen de reacciones que pueden ser violentas.

Las actividades que llevarán a cabo los niños y niñas en el programa de verano contribuyen a definir las emociones, conocer nuestros miedos, trabajar capacidades socioemocionales, la cooperación y el trabajo en grupo. Descubriran sus emociones a través de juegos de rol o creando un mural de emociones. Todas las actividades previstas están ligadas al ámbito educativo. 

El reconocimiento de las emociones mediante actividades didácticas se basa en la diversión, en que chicos y chicas aprendan y consigan, mediante la pedagogía emocional, aumentar la confianza en si mismos, la autoestima, positividad, responsabilidad y resiliencia. Tomar conciencia de las emociones que experimentamos y aprender a gestionarlas conlleva mejores capacidades para poder desenvolverse en sociedad y tener mecanismos que favorezcan la construcción de manera consciente de su bienestar.

Derechos de imagen: Hai Nguyen Tien en Pixabay/Astrid Pereira en Pixabay 

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