Seguro que en tu día a día como padre más de una vez has oído aquello de "este niño lo que necesitaba es un cachete a tiempo". Es hasta probable que lo hayas dicho o pensado tú mismo, e incluso que alguna vez lo hayas puesto en práctica. El cachete, una palmada en el trasero con la mano abierta con ánimo corrector de alguna supuesta tropelía perpetrada por un niño, tiene larga tradición en nuestra cultura, más de uno y más de dos nos hemos llevado alguno, más de una vez según nuestro criterio, totalmente a destiempo y, aunque es verdad que ahora a los niños no se les azota como antes - todos hemos oído historias para no dormir de las correas de nuestros abuelos - la realidad es que muchos adultos aún creen que para educar a los niños de vez en cuando hay que pegarlos.
Bien, vaya por delante que en España no están permitidos los castigos físicos a los menores, ni por parte de sus padres ni de ningún otro adulto, algo habitual también en tiempos pasados. La cultura, afortunadamente evoluciona, y pegarse está feo, aunque lo hagamos con "buena intención". "Que no se pega" le gritamos a nuestro hijo en medio de una trifulca con la hermana, mientras le damos un cachete corrector en el culo...los niños aprenden con el ejemplo y la frase, acompañada del manido cachete pierde todo su valor. Sólo por motivos éticos, y también prácticos como el del ejemplo anterior, los padres deberíamos desechar el cachete de nuestro repertorio de herramientas educativas. Pero es que además, si somos de los que creemos no sólo que a veces no queda más remedio que pegar a nuestros hijos, sino que el cachete tiene algún beneficio, tenemos que saber que la ciencia no nos da la razón.
Para bien o para mal vivimos en una época en la que la ciencia lo observa y trata de medirlo todo, y la educación o forma en que criamos a los niños no se escapa de este escrutinio. Tampoco el cachete.
Cada año numerosos científicos enfocados en la infancia nos regalan algún estudio en el que se habla de los castigos físicos como método correctivo para el "mal comportamiento" infantil. A estas alturas el asunto debería estar totalmente zanjado, pero no es así. Aún muchos adultos piensan que los niños que crecen sin cachetes - siempre según su percepción, a tiempo - salen malcriados y en aunque en nuestro país no parece haber estudio sobre el asunto, se estima que en todo el mundo un 80% de los padres pegan a sus hijos para educarlos, porcentaje que alcanza cotas de hasta el 85% en países como EEUU.
Tratando de terminar con el asunto, un estudio publicado en Journal of Family Psychology, ha realizado un metaanálisis sobre 75 investigaciones previas realizadas entre 1960 y 2014 en las que se trataba el tema del cachete y que involucraban a más de 160.000 niños y sus respectivas familias. Los metaanálisis son una buena herramienta para intentar unificar criterios de forma científica y este concluye rotundamente que el cachete a tiempo no solo no tiene ningún beneficio, sino que a la larga genera muchos problemas.
De los 17 parámetros estudiados por los investigadores 13 estaban directamente relacionados con el cachete a tiempo. Y, pese a la opinión popular, ninguno era bueno.
Más problemas mentales cuanto más se les pega, menores habilidades cognitivas, actitud desafiante, mayor riesgo de abuso del alcohol y de sustancias tanto en la adolescencia como en la edad adulta y pobre auto-regulación emocional son, según los investigadores, algunos de los problemas que el cachete a tiempo genera, tanto a corto como a largo plazo.
Educar es sin duda el trabajo más difícil y es obvio que los padres en muchas ocasiones nos vemos superados por la situación, pero la ciencia lo deja claro: el cachete a tiempo es perjudicial para la salud de nuestros hijos. Buscar nuevos recursos educativos está en nuestra mano. Y ya sabéis: no se pega, pero a nadie, de verdad.
Vía: Healthday Derechos de imagen: Tommy Klumker , Boston Public Library
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