En nuestro mundo globalizado están globalizadas las comunicaciones, las transacciones económicas, las modas, incluso los virus. Pero globalizada no está la educación, ni la atención médica, ni el estado del bienestar. Ni mucho menos la felicidad, una aspiración individual que hoy, 20 de marzo, Día Internacional de la Felicidad, reivindicamos como derecho de todos los niños y las niñas del mundo.
Pero ¿qué es la felicidad? ¿Podemos medir si las personas son más o menos felices? Y a los niños y las niñas, ¿qué les hace felices? ¿Lo mismo que a las personas adultas? Como ONG dedicada a la infancia nos interesa por encima de todo qué piensan niños, niñas y adolescentes, cómo se sienten, qué es para ellos ser feliz y qué esperan de sus vidas.
¿Son más felices cuanto más ricas son sus familias? ¿El dinero hace la felicidad? Ya en los años 70 el economista Richard Easterlin nos mostró con su paradoja que sí, que el dinero hace la felicidad. Pero solo hasta cierto punto. La riqueza tiene poco efecto sobre la felicidad una vez alcanzada cierta calidad de vida.
Así pues, el primer paso para que un niño o una niña sea feliz es conseguir que disfrute de una mínima calidad de vida, que tenga las necesidades básicas cubiertas. ¿Tiene comida con la que alimentar su estómago? ¿Tiene un lugar donde dormir bien? ¿Tiene alguien que le cuide? Y una vez satisfechas sus necesidades básicas, ¿qué más necesita para ser feliz?
Entrevistamos a jóvenes adolescentes que participan en nuestros proyectos en Santa Cruz de Quiché, en Guatemala, y ellos lo tiene claro: su felicidad está directamente relacionada con el bienestar de las personas a las que quieren, su familia, sus amistades. Como Franklin, que afirma que “uno puede ser feliz teniendo o no teniendo dinero, porque feliz es aquella persona que se siente confortada por sus seres queridos”.
María, madre adolescente, también está convencida de que su felicidad depende de la felicidad de los demás: “La bendición más grande que tengo en mi vida es mi hijo y mi familia, que me hacen sentir muy feliz. Porque la felicidad no se compra con dinero, se compra con amor y cariño”.
Para José, “la felicidad es gozar de una buena vida, contar con el apoyo de la familia, los amigos”, pero también relaciona ser feliz con cumplir con sus expectativas en la vida cuando dice que la felicidad es “gozar de lo que consigo alcanzar con mi esfuerzo”. Santa, por su parte, vincula la felicidad con la bondad y la solidaridad al afirmar que “si eres respetuoso, si eres honesto, puedes ser feliz con las demás personas y contigo mismo”.
Ninguno de ellos concibe su propia felicidad sin ponerla en relación con la felicidad de otros, de las personas que son importantes para ellos. Nuestro objetivo como organización es hacer todo lo que esté en nuestra mano para, con el apoyo de nuestros donantes y de todas las personas que participan en nuestros proyectos, avanzar hacia un horizonte de sociedades más justas y equitativas para el bienestar de la infancia. Para su felicidad, en definitiva.
Con los REGALOS SOLIDARIOS EDUCO ayudarás a que miles de niños y niñas vulnerables puedan estudiar, crecer sanos y tener oportunidades de futuro.¡Regala aquí!