Lo afirmamos, pero primero nos lo hemos preguntado: ¿puede el machismo curarse con educación? ¿Puede el conocimiento marcar la diferencia y acabar con comportamiento y actitudes que no solo dañan a las mujeres y a las niñas, sino también a los hombres? En Educo creemos firmemente que sí.
Creemos en el poder de la educación para transformar a las personas y, por lo tanto, transformar el mundo. Y hoy, 8 de marzo, Día de la Mujer, afirmamos que es posible acabar con el machismo a través de la educación y que un mundo más justo es posible para todas y todos.
Hace unos meses conocimos a Ángela, que se ha organizado
con otras mujeres de su comunidad en Nicaragua para aprender a diversificar sus cultivos y así obtener alimentos e ingresos para sus familias. Ella nos cuenta que su marido se ha convertido en su mayor apoyo en todo este proceso y que juntos son un equipo.
Pero antes no era así. No compartían las responsabilidades del hogar y su relación no era de igual a igual. Ahora,
a pesar de tener que aguantar algunas burlas por parte de otros hombres, son más felices: “Nos levantamos temprano, él antes que yo, y cuando yo me levanto ya tengo listo el maíz para hacer las tortillas y mi cafecito que él me hace. Nos apoyamos mutuamente y él reconoce que, aunque uno esté mayor, no deja de aprender”.
Una sociedad más justa será feminista. Una sociedad en la que hombres y mujeres convivan en igualdad,
donde las mujeres no sufran opresión por razón de su sexo, donde hombres y mujeres no crezcan encorsetados por estereotipos sexistas.
El conocimiento nos permite reflexionar, repensarnos, deconstruirnos.
La educación es la herramienta necesaria para que se produzca ese clic, esa brecha en verdades y creencias que creíamos inamovibles y que nos hace pensar: “No lo había visto de esta forma, pero ahora que lo dices…”. Como el esposo de Ángela, que tenía asumido su papel de
hombre de la casa como algo natural. No podía ser de otra forma porque nadie se lo había planteado ni había visto otros modelos de familia.
Los niños y los hombres tienen un papel muy activo en hacerse conscientes del modelo machista en el que se les educa y en
participar en deconstruir ese modelo, cambiándolo por otros que nos hagan mucho más libres y nos permitan tener relaciones más sanas e igualitarias.
Se trata de reivindicar una educación que enseñe, desde la infancia, a respetar y a expresar en lugar de despreciar y dominar. Los niños y las niñas deben aprender que todas las personas tienen los mismos derechos y que
las diferencias no implican superioridad o inferioridad. Solo así podremos prevenir la violencia contra las mujeres, una de las peores consecuencias del machismo. Y es que el machismo mata, pero, en cambio, la educación salva vidas.
Por todo esto desde Educo trabajamos para que las niñas y las mujeres, y al mismo tiempo los niños y los hombres,
tengan acceso al conocimiento y dispongan de recursos intelectuales, incluida la inteligencia emocional, por supuesto, que les permitan vivir una vida basada en la igualdad y en la no discriminación por razón de sexo. La educación debe ser tal que proteja y empodere a las mujeres; que haga conscientes a los hombres de su privilegio y les empuje a renunciar a él en pos de un mundo mejor.
También trabajamos para que
las mujeres dispongan de recursos materiales y económicos, indispensables para su efectiva emancipación. Además, es fundamental que tanto las niñas como los niños tengan referentes de igualdad en casa y en la escuela.
A salvo de la violencia y la explotación
Un ejemplo de ello es nuestro trabajo en Bangladesh para combatir la violencia contra las niñas mediante la formación de adolescentes y jóvenes. Aquí, las adolescentes sufren multitud de formas de violencia. Los abusos verbales y el acoso son endémicos, igual que la violencia física y sexual. Y
una de las formas más frecuentes de violencia contra las mujeres es el matrimonio infantil, impulsado principalmente por las normas sociales, que otorgan un gran valor al honor familiar, aprueban la dominación masculina y exigen obediencia femenina.
Gracias a este proyecto,
750 adolescentes y jóvenes se están cuestionando ellos mismos y ellas mismas las normas, creencias, valores y prácticas que rigen en su entorno y están proponiendo cambios que, más allá del cambio individual, remodelan las normas sociales impuestas.
Ellas se sitúan en el centro de las actividades y el principal objetivo es que desarrollen sus habilidades vitales y aprendan a
prevenir y detener la violencia machista. Por su parte, los chicos se comprometen a cuestionar y reconocer la masculinidad hegemónica, que es perjudicial para ellos mismos y sus relaciones, a cuestionar y revelar sus privilegios y a actuar como agentes de cambio para promover la igualdad de hombres y mujeres.
Voces por la prevención
En Guatemala, por su parte, trabajamos con niñas, niños y adolescentes de entre 10 a 14 años con el objetivo que dotarlos de herramientas para identificar y prevenir la violencia machista y
construir relaciones igualitarias entre hombres y mujeres a través del conocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos.
En total participan en nuestro proyecto 2.580 miembros de la comunidad educativa de 20 escuelas públicas de educación primaria del departamento de Quiché, que incluyen 2.200 estudiantes, 80 docentes y 300 familias, básicamente formadas por población indígena en situación de pobreza y pobreza extrema. Aquí, los
índices de embarazos de niñas y adolescentes son alarmantes y la violencia hacia la mujer está normalizada.
Ellas tienen mucho que decir
Las niñas que participan en nuestros proyectos han aprendido a alzar la voz y reclamar sus derechos. Piden tener las mismas oportunidades que ellos para
cumplir sus sueños y vivir seguras y libres de violencia. ¿Quieres conocer algunas de sus historias?
Ingrid, Nicaragua: “Quiero tener mi propio negocio, para poder dar empleo a otras mujeres. Las mujeres tenemos que luchar por nuestros sueños, para que podamos avanzar y tener esa fuente de ingresos, motivarnos a nosotras mismas y convencernos de que somos capaces de muchas cosas”.
Fátima, Filipinas: “Quiero ser profesora para ayudar a otros estudiantes como yo. Quiero animarlos y decirles que sí se puede, a pesar de las dificultades, porque siempre hay gente dispuesta a ayudarnos”.
Vilma, Guatemala: “Cuando sea grande quiero apoyar a mi comunidad para que las niñas puedan seguir estudiando y buscar apoyo para que las madres también puedan animar a sus hijas a continuar con sus estudios. Mi mensaje a las niñas es que luchen por sus estudios”.
Sylvie, Burkina Faso: "Educo me otorgó una beca y me ayudó a mejorar mi vida porque pude seguir estudiando. Estaba en tercero de primaria y ahora ya estoy en sexto. De mayor me gustaría ser enfermera”.
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Quiero que todos los niños de todo el mundo tengan la oprtunidad de educarse🥰😔