Llegar a la aldea de
Bandi no es sencillo. Hay que tomar una carretera sinuosa que discurre por la selva durante unos quince quilómetros hasta llegar a un punto cercano al río, remontar su curso con una piragua durante media hora hasta un pequeño embarcadero en la otra orilla y después, caminar diez minutos más.
La vida en esta remota comunidad del
municipio filipino de Donsol, en la región de
Bicol, no es fácil y las oportunidades de futuro para los jóvenes, escasas. Las familias –un total de 87– viven mayoritariamente del
cultivo de cocos y de la pequeña agricultura, básicamente de tubérculos. El terreno, frondoso y algo escarpado, no da para más. La economía es de subsistencia. Los pequeños excedentes se destinan a comprar otros alimentos básicos como arroz.
En una cabaña de madera y techo de hojas de palma, apartada de las otras casas, vive
Jomar con sus padres y su hermanito. Tiene 9 años y asiste a la escuela de Bandi, uno de los centros que cuentan con el apoyo de
Educo para poder ofrecer una
enseñanza en condiciones a los alumnos de estas comunidades desfavorecidas cuyas familias no disponen de recursos para la escolarización.
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La importancia de la educación
Cada mañana, Jomar es de los primeros en llegar a la escuela. Su ritual diario es el mismo. Se levanta temprano, apenas despuntar el sol, retira la estera en la que ha dormido, coge un cubo, jabón y una toalla y se dirige a lavarse cerca del río. Al volver, se viste con la ropa del colegio y toma un desayuno frugal. Después, se dirige a la escuela. Su hermano pequeño, Ajay, de 4 años, todavía no le acompaña y se queda en el hogar con su madre.
“Cuando llego a la escuela, ayudo a barrer el suelo y juego con mis amigos –nos cuenta Jomar–. Luego empiezan las clases.
Estudio, leo, escribo y participo en las actividades. Mi asignatura preferida es el tagalo [lengua filipina]”. A pesar de su corta edad, se muestra muy responsable con los estudios. En clase no se distrae y, en casa, antes de acostarse, dedica un rato a repasar la lección y hacer los deberes. ¿Qué quiere ser de mayor? Él nos cuenta muy serio que
quiere ser bombero: “para ayudar a la gente a la que se le quema la casa”.
Jomar sabe que la educación es muy importante en su vida y que debe esforzarse. Sus padres también lo ven así. “Ganamos muy poco y apenas nos sirve para cubrir las necesidades más básicas. Quiero que mis hijos estudien porque nosotros no tenemos nada.
Si ellos acaban sus estudios, nos podrán ayudar luego a toda la familia”, nos dice el padre, Jomer. A su lado, su esposa asiente en silencio.
Rene Barola, director de la escuela de Bandi, afirma que Jomar es uno de sus mejores alumnos. “
Para los niños es importante venir a la escuela porque necesitan saber leer, aprender a contar, saber qué pasa en su entorno. Necesitan tener los conocimientos y las habilidades para ser plenos ciudadanos”.
A pesar de disponer de recursos limitados, esta escuela brinda a los niños y niñas de esta comunidad un espacio educativo y afectivo donde crecen, aprenden y asientan las bases para un futuro mejor.
Fotos: Lolo Vasco / Educo
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