En el suelo de su humilde hogar, en uno de los suburbios más marginales de
Bombay (India), el pequeño
Swarat repasa cada día la lección. Tiene 14 años y, a pesar de la pobreza en que vive, su voluntad de estudiar le ha llevado a cursar secundaria en una de las
escuelas que Educo apoya para dar una oportunidad a niños y jóvenes de entornos especialmente desfavorecidos. La casa de Swarat es un minúsculo espacio de apenas 10 metros cuadrados en un barrio de chabolas que cumple las funciones de dormitorio, cocina, comedor, aseo y sala de estar. Ahí vive con sus padres y su hermana mayor. Sentado encima de una estera en el suelo, cada tarde, después de comer, Swarat hace los deberes. Cuando le preguntamos qué quiere ser de mayor, nos responde convencido:
“Tener éxito y así poder hacer felices a mis padres”.
Su familia es muy pobre, nos cuenta, y no podía pagarle la escuela. Así que cuando acabó primaria, su destino era ser uno más de los miles de niños que abandonan tempranamente los estudios para ponerse a trabajar. En India, apenas el 50% de los adolescentes en edad de cursar secundaria va a la escuela. Pero él tenía claro que quería seguir formándose. Con el apoyo de su familia, se matriculó en la
escuela nocturna de Nanaware, un centro gratuito de su barrio dirigido a
adolescentes y jóvenes de entre 14 y 24 años que tuvieron que dejar de estudiar para ayudar a sus familias o por carecer de recursos. El horario, de 18:30 a 21:30 h, está adaptado a las posibilidades de estos chicos y el plan de estudios es el mismo que se sigue en las escuelas oficiales diurnas. Swarat cursa octavo curso y le gustan especialmente las asignaturas de ciencias y matemáticas. “También estudiamos, como en las otras escuelas, historia, informática, inglés, marathi o hindi [idiomas cooficiales en India]”. Además de la propia enseñanza,
la escuela le proporciona libros, el uniforme y una merienda diaria, y organiza periódicamente actividades culturales, lúdicas y deportivas.
A Swarat le encantan el cricket, el kho-kho y el kabaddi [juegos tradicionales asiáticos], y también disfruta con el carom [juego de carambolas con fichas que se practica encima de un tablero], que juega a menudo con sus amigos.
“Una bendición”
Las escuelas nocturnas, a pesar de contar con una larga historia en el país, no han gozado nunca de prestigio social y han sido dejadas de lado por los diferentes gobiernos, hasta el punto que muchas se encuentran en condiciones deplorables. Actualmente,
Educo colabora con la ONG local Masoom para mejorar la calidad de la educación en
cinco de estas escuelas ubicadas en los barrios más marginales de Bombay. El apoyo incluye la dotación de material educativo a los alumnos, la equipación de bibliotecas y laboratorios de ciencias, la formación de profesores y el acompañamiento a la dirección y el consejo escolar. A su vez, trabajamos con las familias de los estudiantes para sensibilizarles sobre la importancia de la educación y tratamos de influir ante los gobiernos para lograr un mayor reconocimiento de estos centros y promover cambios en las políticas públicas.
El director de la escuela de Nanaware,
B.S. Kadam, nos explica que “aproximadamente
el 90% de los alumnos provienen de las clases sociales más bajas”. “Para estos niños que no pueden ir a la escuela durante el día porque trabajan o sus familias no tienen recursos, nuestros centros son la
única opción que les queda y suponen una bendición para ellos. Vienen muy motivados para aprender y en solo tres horas al día, siguen el mismo plan de estudios” que en la educación formal, explica.
Fotos: Lolo Vasco / Educo
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