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Hemos aprendido a acercarnos a nuestros hijos. Estamos en tiempo de peligro y debemos estar más unidos, así que ahora en nuestra familia participamos todos, mi esposo, nuestros tres hijos y yo. Juntos colaboramos en las tareas del hogar y yo les ayudo con las de la escuela". El Caserío El Chupadero del municipio de Gualococti, en El Salvador, es una zona pobre, alejada de la ciudad, con un cálido clima y habitantes muy amables. Ahí residen Karen y Jesús, una joven pareja con 10 años de matrimonio, que
han conseguido cambiar el modelo de crianza en su hogar para alejar a sus hijos de la violencia.
Ellos forman parte de las más de 400 familias de diez municipios del país centroamericano que participan en esta iniciativa para
promover el buen trato y la parentalidad positiva en el hogar. El objetivo es que se respete la integridad física, moral y psicológica de los niños y las niñas.
La violencia hacia la infancia es un problema social grave en El Salvador y es en casa donde los niños sufren más agresiones, tanto verbales como físicas. Solo en los tres primeros meses del año pasado hubo 1.504 denuncias de casos de violencia contra los niños, el 80% de los cuales se produjo en el hogar.
Pese a las dificultades que viven debido a las escasas oportunidades laborales de la zona y el poco acceso a oportunidades de desarrollo,
Karen y Jesús han logrado ser reconocidos en su localidad gracias a su participación en el proyecto
Viviendo mis derechos en familia. Su familia se ha convertido en agente de cambio en su comunidad y promueven su ejemplo entre las demás familias.
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