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“Estamos formando una parte importante de la Historia”

“Estamos formando una parte importante de la Historia”

agosto 03, 2020

Preocupados por cómo la infancia está viviendo la actual pandemia lanzamos una encuesta global online para entender y conocer su realidad y hacer lo que esté en nuestra mano para mejorarla. Recibimos respuestas de un total de 4.476 niños, niñas, adolescentes y jóvenes de entre 0 y 24 años de más de 20 países, aunque la gran mayoría corresponden a niños y niñas de 6 a 18 años. Nuestro compañero Reinaldo Plasencia, especialista en Bienestar de Educo, nos cuenta qué nos han dicho.

¿Cómo han vivido el confinamiento los niños y las niñas? ¿Lo han aceptado?

El estudio realizado por Educo aborda, fundamentalmente, como niñas, niños, adolescentes y jóvenes se han sentido durante las medidas restrictivas por la pandemia. Nos hemos centrado en temas de bienestar subjetivo, que sienten, desean, aspiraciones, etc. No se indagó directamente si pensaban que estas medidas eran buenas o no. Sin embargo, a partir de las respuestas dadas podemos concluir que de manera mayoritaria han aceptado las medidas porque las ven necesarias, aunque es obvio que no es una situación que les genera satisfacción en sí misma.

Han sido muy enfáticos en sus mensajes en aconsejar que se sigan las medidas de alejamiento social, de lavado de manos y del uso de mascarillas, y no ha habido cuestionamientos a su utilidad, con lo que se puede inferir el valor que le dan a las mismas y como entre todas y todos podemos ayudar a parar la enfermedad. Esta frase de una niña de Filipinas lo expresa muy bien: “Prepárense para el coronavirus. Pónganse a salvo de la infección por coronavirus. Sé inteligente e infórmate. Sean amables y apóyense unos a otros”.

¿Qué es lo que más han echado de menos?

De manera general, y acorde a las opciones de respuestas cerradas que tenían, han echado mucho de menos actividades cotidianas relacionadas con el bienestar relacional de la niñez, la presencialidad y el valor de la amistad, tales como “ir a la escuela”, “ver a mis amigas y amigos”, “visitar a familiares y amistades” y el poder “salir y jugar fuera de casa”.

Además, se ha hecho énfasis de manera libre en que les hace falta el poder ir a la iglesia o mezquita donde normalmente se congregan, y otras actividades fuera de casa. Los varones agregan el deseo de poder regresar a hacer deportes fuera de casa y otras actividades en exteriores. Una niña de Filipinas lo resume así: “Después de esta pandemia, espero verte pronto. Deseo que nos tomemos de la mano, libremente ... sin ninguna duda”.

¿Están conectados con la realidad? ¿Están informados?

Este niño boliviano nos responde de manera muy acertada: “Que se cuiden del coronavirus, mientras haya coronavirus los niños no salgan a la calle. Quiero que cuiden al planeta y a los animales, porque ellos también tienen miedo”. Ahora bien, la encuesta, por las condiciones propias que nos imponen las medidas de distanciamiento social, ha estado dirigida a quienes tenían algún nivel de conexión a Internet y contaban con equipos adecuados para poder responderla online. Esta ha sido una limitación para poder llegar a quienes normalmente están con menos posibilidades de informarse online.

Por tanto, las respuestas han venido de quienes tenían mayores posibilidades de estar conectados con la realidad e informados por estas vías, lo que no necesariamente quiere decir que lo hayan estado. Sin embargo, la manera tan clara que han usado para fundamentar sus respuestas, lo interiorizado que tienen las medidas a tomar, y la capacidad para aconsejar a los demás, nos indican que el grupo poblacional consultado ha estado muy bien informado y consciente del momento que viven.

Ese nivel de conciencia transciende el espacio personal y familiar, hay claridad del momento que viven, hay preocupación por el contagio con el virus, por su situación, por la de la población en general, por el impacto en el medio ambiente y la economía, y que es un evento que va más allá de un impacto puntual a un grupo de personas o a ámbitos muy específicos de la vida; en fin, hay consciencia de que vivimos en un planeta compartido, “Que estamos formando una parte importante de la Historia”, nos decía una niña de España.

¿Qué es lo que más les preocupa?

Hacen énfasis general en temas de bienestar material y la importancia que se le concede a la familia. Se menciona en los primeros lugares el “que yo o alguien de mi familia se pueda enfermar”, “que la familia no tenga dinero suficiente para pagar lo que necesitamos”, y “que las personas adultas no puedan salir a trabajar”. Una niña de India nos hacía saber que “estamos luchando en casa, las condiciones son muy pobres y los padres no pueden ir a trabajar”.

Las respuestas libres permiten conocer sus preocupaciones por el medio ambiente y el impacto en la economía en general. Las principales preocupaciones son iguales e independientemente del sexo. Pero, de manera libre, las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes se preocupan más por asuntos de protección y cuidados; los varones se preocupan más por la provisión de recursos, pero ambos grupos siempre mantienen un gran nivel de preocupación por el posible contagio.

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¿Han sacado algún aprendizaje positivo?

Esta es una de las grandes riquezas de este estudio. En un mundo sobresaturado por una visión adulto-céntrica y negativa, la niñez, adolescencia y juventud hace un balance más adecuado y pone un énfasis también en las cosas positivas. En relación con la pregunta directa sobre si había algo positivo de esta situación, de manera general, y sin distinción por sexos, ven como lo más positivo el hecho de poder estar más tiempo en familia, por lo que hay una percepción de más seguridad en sus hogares y valoran el poder tener tiempo para actividades en casa. Más allá de esa coincidencia general, las niñas, adolescentes y mujeres daban un poco más de valor a poder apoyar a su familia; mientras los varones privilegiaban un poco más el hecho de que les puedan apoyar.

La inmensa mayoría de los mensajes libres tienen un sentido positivo, optimista, dan ánimo, son inspiradores, y evidencian que ellas y ellos tienen mucho que aportar en esta situación. Para ello se basan en que es posible salir de esto si se cumplen las medidas que se han implementado, además de que hay mucha apelación a la fe que profesan. Este optimismo tiene su explicación en que a edades más tempranas de la vida se suele ser mucho más optimistas, hay una expectativa de vida más positiva, incluso en situaciones particularmente difíciles, lo que coincide con otros estudios hechos en este contexto.

¿Reflexionan sobre cómo será su vida después del coronavirus? ¿Y para el planeta?

De manera general, y sin diferencias por sexo, los escenarios de futuro que avizoran fluctúan entre la incertidumbre y el optimismo. Se evidencia que en ello ha influido el punto de partida que han tomado para expresar su opinión, hay quienes lo hacen desde la inmediatez y lo más sencillo –recuperar relaciones fuera de casa–, y otro grupo se preocupa por temas más complejos y a largo plazo –economía, ingresos, bienestar material–. Adicionalmente, deben de haber influido las condiciones específicas de vida que ya se tienen y que determinan la calidad de vida futura. Hay coincidencia mayoritaria de que se vive un momento de cambio clave para la humanidad y que esto va a influir en que sus vidas serán de alguna manera diferentes de lo que actualmente son, ya sea para bien o para mal.

¿Hay diferencia de género en las respuestas?

Sin duda las hay, y ya se han mencionado algunas anteriormente. Las expectativas de vida, y la concepción en general del bienestar, están muy influenciadas por lo que socialmente este asignado a lo femenino y masculino. Es evidente que los varones añoran mucho más el poder recuperar los espacios exteriores que suelen disfrutar normalmente con menos restricciones que las que socialmente se le imponen a las niñas y mujeres.

Ellas muestran un mayor énfasis de preocupación por su familia y la posibilidad de apoyar en estas circunstancias. También tienen una percepción mayor de que sus vidas podrían ser más difíciles en el futuro. Una joven de Burkina Faso ha enviado el siguiente mensaje: “Siempre he tenido miedo de perder a la gente que amo, pero a veces me pregunto, ¿hay alguien ahí fuera que tenga miedo de perderme?”, en esta pequeña frase resume magistralmente su preocupación por los demás y el anhelo de que en esa misma medida haya quienes nos preocupemos por ella. Los varones no solo le asignan el menor porcentaje a esta opción, sino que el hecho de que sus vidas puedan ser peor después de esta situación, la sitúan como la menos probable en general.

¿Hay diferencias en sus respuestas cuándo estas son analizadas por grupos de edades?

La edad es otro factor muy importante para considerar al valorar el bienestar y ha sido incluido como categoría de análisis en este estudio, por lo que se han analizado los resultados para quienes tienen 5 años o menos, entre 6-11 años, 12-17 años y entre 18-24 años. El patrón general ya mencionado, de que a menos edad se suele ser más optimista, ha sido comprobado para los grupos de edades incluidos en el estudio y coincide con estudios similares. Los menos optimistas han sido las y los jóvenes, quienes están mucho más preocupados por cosas fuera de su alcance o a largo plazo.

Sin embargo, hay una excepción, quienes respondieron y tenían 5 años o menos han mostrado un poco más de pesimismo por su futuro que el grupo de edad inmediatamente mayor que ellas y ellos. Creemos que el tipo de encuesta (online) ha determinado que las personas adultas les hayan apoyado en buena medida para poder responder, y esto ha tenido su influencia en las respuestas. Además, en general, son el grupo de edad que son influidos más fácilmente por los adultos, ya que los de más edad tienen mayores posibilidades de formarse su propia opinión.

Un aspecto que llama la atención de las o los más pequeños es que echan de menos cosas mucho más sencillas, tales como las flores, los árboles, las mariposas, y han privilegiado el deseo de ir al parque por encima de ver a sus amistades y familiares. Por otro lado, las y los jóvenes son los únicos que no echan de menos el regresar a la escuela o la universidad como primera opción, en su lugar hacen mucho énfasis en poder ver a sus amistades y familiares.

Por sus respuestas, ¿dirías que se han sentido excluidos en la gestión de esta crisis?

Por la naturaleza de la investigación este tema de la inclusión o participación no se preguntó directamente. Ahora bien, de manera general se conoce que la participación de la niñez, adolescencia y juventud en la vida pública aún enfrenta grandes dificultades y cuando hay una situación de emergencia se incrementa el sentimiento de que son las personas adultas quienes saben y, por tanto, deben estar a cargo de todo.

Sin embargo, acorde a las respuestas recibidas y sobre todo en la pregunta sobre mensajes libres, hemos notado que la encuesta ha sido una oportunidad muy valiosa para expresar sus opiniones, se nota que las han elaborado con calma, y se han preocupado por enviar menajes claros, por lo que inferimos que sí había cierto sentimiento de exclusión que hemos ayudado a disminuir. Nos toca, por tanto, retomar sus opiniones como organización y personas adultas, y traducir sus respuestas en acciones concretas en el corto, mediano y largo plazo.
 
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bienestar , coronavirus , COVID19 , Infancia , Juventud , participación

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