Contar con baños limpios y seguros, disponer de agua potable o aprender a lavarse las manos antes de comer son factores básicos que contribuyen a mejorar el entorno escolar y a prevenir enfermedades entre los más pequeños. Esto es lo que hemos impulsado este año en diversas
escuelas de primaria de la provincia de Battambang, en Camboya, donde trabajamos para que todos los niños y niñas puedan disfrutar de una educación en condiciones.
En Sangke y el área próxima a la ciudad de Battambang,
seis centros cuentan ahora con nuevos aseos para dar servicio a los 1.510 alumnos que estudian en ellos. Los baños sustituyen a las antiguas letrinas, sucias, insalubres e insuficientes para todo el alumnado.
Hun Sreymich, de 12 años, estudia en la escuela rural de AudambangI y nos cuenta su alegría por las mejoras: “
Los aseos son muy limpios y tienen buena iluminación, lo que hace que sean agradables de usar. Antes, solo había dos baños que no eran suficientes para todos, estaban sucios, olían mal y eran oscuros, por lo que tenía miedo cuando entraba. A veces, cuando estaban ocupados, tenía que ir a casa en bicicleta para hacer mis necesidades y luego volvía al colegio”.
Meng Sreymean (a la derecha) llena una botella con agua potable de la red instalada en su escuela de Anlong Vil
En otra escuela de la zona, en esta ocasión en la comunidad de Kampong Chlorng, sus 122 alumnos han aprendido
hábitos higiénicos después de la construcción de un lavamanos múltiple y la formación del profesorado en temas de salud e higiene. “Ahora me limpio las manos cada día, antes de comer y después de usar la tiza, porque quiero protegerme de enfermedades como la diarrea o la fiebre tifoidea”, nos comenta
Yorn Chem, de 11 años. “Antes, me lavaba las manos en un pozo, pero no lo hacía muy a menudo porque el agua era difícil de sacar y había una larga cola de niños. Por eso muchas veces tenía diarrea.
Ahora estoy más sano”, añade.
Por último,
la escuela de Anlong Vil dispone por fin de una red de agua potable. Hasta ahora, los 1.181 alumnos de este centro dependían del agua embotellada que les suministraba una ONG local para poder beber.
Meng Sreymean tiene 12 años y asiste a este centro. Ella nos explica que “antes, la provisión de agua embotellada no era suficiente porque somos muchos en el cole y, para regar las plantas y limpiarnos las manos teníamos que bombear agua del pozo y era muy cansado. Pero ahora es mucho más fácil.
Me gustaría agradecer a Educo esta instalación”.
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