Los habitantes de la
región filipina de Bícol recordarán siempre la
Navidad de 2016 como el día en que el tifón Nock-Ten (o Nina, para los locales) arrasó sus comunidades. Con vientos de más de 175 km/h y rachas de hasta 290 km/h, el ciclón causó algunas víctimas mortales y devastó amplias zonas de esta región situada en el centro del país, destruyendo a su paso casas, granjas, escuelas, cultivos y equipamientos como centros de salud, infraestructuras eléctricas y redes de comunicaciones.
Una tragedia que de nuevo golpea a un país y a una población que vive mayoritariamente en situación de pobreza.
Las provincias de Albay y Camarines Sur, las más fuertemente afectadas, fueron declaradas inmediatamente como zona catastrófica tras declararse el estado de emergencia. Sin electricidad y con carreteras cortadas, algunas poblaciones han quedado aisladas. La dificultad de obtener agua y comida expone a la población, y especialmente a los más pequeños, a contraer enfermedades causadas por el consumo de agua no potable.
En toda la región de Bicol,
más de 210.000 familias –casi un millón de personas– han resultado damnificadas y 1.222 aulas escolares han quedado destruidas total o parcialmente, lo que implica que más de
11.000 niños y niñas no podrán retomar las clases después de las vacaciones de Navidad.
Comida y agua a más de 9.600 familias
En municipios como Libon, Polangui, Oas, Bato y Nabua, el tifón ha destrozado la mitad de las casas. Tan solo en los dos primeros municipios,
22.600 hogares han quedado destruidos y miles de personas se ven obligadas a refugiarse en centros de acogida temporal.
Desde el primer momento de la catástrofe,
Educo está colaborando con las autoridades locales y regionales para evaluar los daños y atender a la población más afectada en nuestras zonas de intervención. En una primera fase de la emergencia, y gracias a las aportaciones recibidas por nuestros colaboradores,
nuestros equipos en el país han distribuido comida y agua a 9.689 familias de las comunidades más devastadas, lo que supone un total de 42.390 personas beneficiarias–entre ellas
19.377 niños y niñas–. Cada familia ha recibido 5 kg de arroz, una lata de galletas, frijoles y agua para atender sus necesidades más básicas.
También hemos facilitado el transporte de alimentos hasta las familias que viven en comunidades remotas que han quedado aisladas por el tifón y que, por tanto, no pueden desplazarse a los puntos oficiales de distribución de la ayuda. El objetivo en estos momentos es seguir colaborando en atender a la población y en reparar las escuelas dañadas para que los niños y niñas puedan volver a clase y recuperen la normalidad lo antes posible.
Si quieres colaborar para ayudar a los damnificados de Filipinas, entra en nuestra web y haz un donativo. ¡Tu ayuda es clave!
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