Hay mujeres que han podido llegar lejos, mujeres cuyos nombres quedarán siempre grabados en los libros de historia y que servirán de referentes para las niñas de ahora.
Mujeres en las que mirarse para que, con su historia, sus logros y sus ganas, las niñas de hoy en día, de todas las partes del mundo, encuentren la decisión, el impulso y la seguridad de que ellas también podrán llegar a lo que aspiren.
Pero en nuestra ONG Educo, cada día conocemos historias que, aunque no salgan en las noticias ni llenen alguna página de los libros de historia, están cambiando mentalidades, rompiendo tabús y dándole un nuevo rumbo al relato. Historias de chicas corrientes, con todo en contra para no poder avanzar, pero con una motivación y empuje que rompen barreras. Chicas fuertes, guerreras y poderosas que hoy, Día de la niña, queremos recordar y compartir contigo:
Ajmira nació en un barrio humilde de Bangladesh, en un hogar en el que prácticamente no alcanzaba ni para comer bien y, aun así, se ha convertido en jugadora del equipo nacional de voleibol y universitaria. Su éxito es el resultado de su dedicación, los sacrificios de su familia y el apoyo que recibió de nuestro proyecto STARS con el que formamos anualmente a unos 60 niños, niñas y jóvenes de barrios muy desfavorecidos de Dhaka y Rajshahi para que desarrollen todo su potencial.
Creció en una comunidad en la que las niñas que jugaban al voleibol eran muy mal vistas. A diario se enfrentaba a constantes juicios y silbidos. Sin embargo, su pasión por este deporte la empujó a seguir. Hasta que el éxito llegó: ganó un puesto en el equipo nacional femenino de voleibol de Bangladesh y el año pasado compitió en unas olimpiadas especiales en Alemania, donde su equipo ganó la medalla de oro. “Mucha gente se inspira en mi éxito, pero yo creo que si luchas y vas a por ello, lo consigues. Solo espero poder inspirar y empoderar a otras chicas para que persigan sus sueños", afirma Ajmira.
"Habría sido devastador tener que casarme tan joven porque solo yo sufriría las consecuencias a lo largo de mi vida. Por eso, hice todo lo que pude para escapar del matrimonio. Mis padres, parientes y vecinos pensaban que, siendo una chica joven, no debía expresar mi opinión sobre un asunto tan serio como el matrimonio”, nos cuenta Sraboni, una joven de 16 años que logró detener el matrimonio que su familia había acordado para ella.
Pero como todo en la vida, no fue algo que consiguió ella sola, sino que es y sigue siendo un trabajo titánico de concienciación colectiva y de unir fuerzas. Un esfuerzo conjunto que pudo detener su matrimonio. Y es que la joven forma parte del Club de niños, niñas y adolescentes que hemos creado para que los más jóvenes y pequeños aprendan a protegerse y a pedir ayuda cuando alguien los agrede o los pone en peligro.
Srabonti también se apuntó a las clases de kárate de nuestro proyecto y hoy es ella la que enseña a otras niñas. Cuando acaban el entreno, el nivel de confianza en ellas mismas aumenta: "Lo mejor de impartir técnicas de artes marciales es ser testigo de cómo las habilidades de autodefensa dan lugar a un alto nivel de confianza entre mis compañeras”, nos comparte Sraboni.
Monisa empezó a competir en tiro con arco cuando cursaba el primer año de bachillerato. Sin embargo, la pobreza de su familia se interpuso en el camino. El campo de entrenamiento estaba lejos de casa, y no tenía dinero para pagar el transporte. Además, no podía comprar el material deportivo necesario para la práctica ni tenía una alimentación suficientemente nutritiva para rendir al máximo.
Pero la suerte de Monisa cambió cuando llamó la atención de los cazatalentos del proyecto STARS. Al ver el potencial de Monisa, fue seleccionada para unirse a nuestro proyecto y recibir un apoyo integral para hacer este deporte. Esto alimentó la determinación de Monisa que se dedicó a entrenar en cuerpo y alma, siempre compaginándolo con sus estudios. Su confianza se disparó cuando compitió en los juegos nacionales y ganó la medalla de bronce.
"Estoy muy agradecida a Educo por creer en mí y continuar con este proyecto. Después de unirme a este grupo, participé en unos juegos nacionales y fui medallista", nos cuenta con orgullo. Pero su sueño no termina aquí. Su siguiente objetivo es participar en competiciones internacionales: "Espero llegar más lejos y en un futuro poder participar en unos Juegos Olímpicos y representar a mi país", afirma.
Minara hoy tiene 18 años, pero llegó al campamento de Cox’s Bazar en bangladeesh cuando tenía solo 11 con su madre y sus tres hermanos, ya que su padre murió antes de que ella naciera, tras un largo viaje de cuatro días huyendo de su país natal, Birmania, donde sus vidas corrían peligro por el solo hecho de pertenecer a la etnia de los rohinyás.
Cuando llegaron dormían hacinados los cuatro juntos en una tienda de campaña y sobrevivían comiendo alimentos secos. Más tarde pudieron trasladarse al campo número 17, donde llevamos a cabo varios proyectos para hacer la vida más fácil a todas estas familias, y en especial, a los niños, niñas y jóvenes.
Un día, Minara se enteró de que nuestra ONG estaba formando un grupo de personas, un comité, que se encargara de gestionar los desastres y los efectos del cambio climático en el campamento y decidió inscribirse. “He aprendido a apagar el fuego utilizando un extintor, pero también con arena, agua o piedras. Nos enseñan a mantener la calma y a hacer frente a las catástrofes. Hay muchas familias en las que no hay ningún varón y en estos casos las niñas no quieren pedir ayuda a ningún hombre de la comunidad debido a razones religiosas y sociales. Es en estos casos en los que acuden a mí o a otras mujeres del comité. Quiero trabajar como bombera de nuestra comunidad y ayudar como lo haría un chico”.
Ojalá Ajmira, Srabonti, Monisa o Minara sirvan de inspiración para otras chicas. Desde aquí, nuestro pequeño homenaje hacia ellas, pequeñas guerreras hoy convertidas en poderosas mujeres, confiadas y valientes. Las ganas las ponen ellas, nosotros solo les damos una oportunidad.
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