Desde 2015 Burkina Faso vive una crisis humanitaria y de seguridad que ha provocado desplazamientos masivos de población en varias localidades, especialmente en las regiones de Boucle du Mouhoun, Norte, Centro-Norte, Este y Sahel. Esta situación ha dificultado el acceso a los servicios sociales básicos, agravando los abusos contra los derechos humanos, especialmente entre los niños y las niñas.
Koega tenía 11 años cuando tuvo que dejar la escuela, a pesar de ser una buena estudiante, pero su familia no podía costear su educación. Era un niña cuando decidió abandonar su pueblo natal e ir a buscar trabajo a la captital de Burkina Faso, Uagadugú, sola y sin ninguna ayuda ni contacto.
“Conseguí trabajo de criada gracias a un joven”, nos cuenta. “Cuando me levantaba por la mañana, como éramos dos, barría el patio por dentro y por fuera y mi compañera fregaba los platos. Pero desde que se fue, yo lo hacía todo sola. Barría el patio, fregaba los platos y lavaba la ropa sucia de todos los miembros de la familia.
Al principio, mi jefa me prometió pagarme 10.000 francos CFA (15 euros) al mes porque decía que aún era demasiado joven para que me pagaran más. También dijo que cuando llegara el momento de volver a casa, llevaría un registro del número de meses que había trabajado y me pagaría en efectivo.
Cuando le dije que quería volver con mi familia me hizo entender que no era posible porque, debido a la inseguridad, mi pueblo había sido evacuado y había perdido todo contacto con ellos. A fuerza de insistir, me amenazó con mandarme a casa con las manos vacías, diciéndome que no tenía dinero para pagarme el sueldo.
Me dijo que estaba embarazada y me sugirió que prolongara mi estancia para darle tiempo a dar a luz antes de pagarme el sueldo. Ante mi insistencia, cambió repentinamente de opinión y me dijo que podía dimitir si quería, pero que recordara que estaba cansada de mí, que no tenía nada más que hacer conmigo porque ya no podía aguantar mis caprichos.
Para calmarme, me dio 30.000 francos CFA (45 euros) que guardé en una caja de madera. Desgraciadamente, un día me di cuenta de que el dinero había desaparecido de la caja y había sido sustituido por hojas. Esto no hizo mella en mi decisión de marcharme. Un día me encontré con un joven de mi pueblo en el mercado de ganado y le expliqué mi difícil situación, pero como no me conocía lo suficiente, me dijo que no podía ayudarme. Me aconsejó que fuera a explicar mi situación a la comisaría y de ahí me trajeron aquí, al departamento de acción social.
Me gustaría volver a la escuela y ser maestra cuando sea mayor para poder enseñar a mis alumnos a cuidar de sus hijos cuando crezcan y no dejarlos a su suerte o darles la oportunidad de salir a buscar trabajo a una edad muy temprana para que no acaben siendo maltratados como lo fui yo”.
Hoy Koega recibe atención de los servicios sociales de país a los que apoyamos para que puedan dar respuesta en casos como este en el que los niños y niñas necesitan protección ante la violencia o la explotación laboral. Nuestro proyecto también incluye un servicio de guardería y nuestro Centro de recuperación nutricional (CREN), en el que atendemos a niños y niñas de 0 a 5 años que sufren una grave desnutrición.
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