Malí se sitúa al oeste de África, en la región más pobre del planeta y una de las más afectadas por la crisis humanitaria del Sahel, ya que cada año tiene que lidiar con la sequía, la criminalidad y los conflictos armados. Malí vive desde hace años una crisis de inseguridad que provoca la huida de miles de familias con hijos a lugares más seguros.
Ticoro es uno de estos niños. Huyó con sus padres de su aldea porque se convirtió en un lugar muy inseguro para vivir. En su aldea natal asistía a la escuela y, gracias a uno de nuestros proyectos educativos de la zona con el que apoyamos a los niños de familias desplazadas en Segou, ha tenido la oportunidad de retomar sus estudios en su nuevo hogar: “Me gusta volver a estudiar, pero echo de menos estar en mi aldea y espero que podamos volver pronto a vivir allí”, nos cuenta apenado.
Una labor que debemos seguir realizando es el país ya que no se vislumbra en los próximos años un horizonte de paz. Es por ello que seguimos reforzando nuestra estrategia de intervención humanitaria dando apoyo psicosocial a los niños afectados por la crisis de seguridad que afecta cada vez más a las regiones centrales de Mopti y Segou.
Son varias las actividades que llevamos a cabo como otorgar el certificado de nacimiento a los hijos de los desplazados internos más vulnerables y a las comunidades de acogida o entregar kits escolares a los más pequeños para que tengan el material necesario para empezar en su nueva escuela.
También hemos creado tres espacios infantiles acogedores para los niños desplazados internos de Segou en las comunidades de Pelengana, Bougouni y Zokofina que inauguró nuestro director del país el pasado mes de diciembre en Pelengana, en presencia de las autoridades regionales, los jefes de las aldeas beneficiarias y varios representantes de distintas oenegés, entre otros.
Tres zonas de juegos para estos niños a la que hemos llamado Espacios amigos de la infancia con los que queremos implicar también a la comunidad de acogida, haciéndolos participar en el desarrollo y la gestión de nuestro proyecto.
Gracias a la creación de estos espacios adaptados a la infancia, logramos no solo integrar a los más pequeños y adolescentes gracias a su participación en actividades psicosociales y de aprendizaje, sino que también conseguimos concienciar y movilizar a las comunidades de acogida para que protejan a los niños y niñas más vulnerables.
En estos espacios logramos que todos los niños y niñas participen en juegos y actividades recreativas además de prestarles un apoyo social constante y acompañarlos en su reintegración a la nueva escuela y a la nueva comunidad.
Empezar de nuevo no es fácil, pero a través del juego y la diversión, el camino no se vuelve tan cuesta arriba.
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