Sin haberse aún recuperado de los destrozos causados por un incendio hace escasos meses, la comunidad rohingya hoy se duele de los envites del monzón. Las fuertes inundaciones y deslizamientos de tierra se han llevado por delante la vida de seis personas rohingyas refugiadas.
Desde Educo queremos
expresar nuestra más sincera solidaridad con las familias afectadas por este desastre. Se calcula que más de 12.000 personas refugiadas se han visto perjudicadas por los efectos de las inundaciones -tras tres días de intensas lluvias sin tregua y voraces vientos-. Unos 2.500 alojamientos han sufrido daños totales o parciales, y unas 5.000 familias han tenido que ser reubicadas.
Los destrozos y complicaciones que ha traído el monzón se suman a una larga lista de penalidades que viene sufriendo la comunidad Rohingya, desde que tuviera que abandonar su tierra. A la pandemia de la COVID-19 (que se ceba con fuerza con la gente del campamento, ante la falta de saneamiento y la dificultad de llevar a rajatabla las medidas de alejamiento y otras prevenciones) se une el
incendio en los campamentos rohingya de Cox’s Bazar del pasado marzo, que se cobró la vida de al menos 15 personas y dejó sin refugio a unas 45.000 (según la ONU).
Sin haberse recuperado de tan trágico golpe, ahora una intensa lluvia prolongada durante tres días ha dejado indefensa a una población ya muy tocada. Matiur Rahaman, responsable de la misión de Educo en Cox´s Bazar, recuerda el papel de la comunidad internacional, que ha de garantizar una seguridad y unas condiciones de vida dignas.
En Educo estamos extremadamente preocupados por el
bienestar emocional de los niños y las niñas que se han quedado sin hogares, debido al fuego o a las recientes lluvias. Así, lo hacía saber Rahaman, tras el incendio del pasado marzo: “Es simplemente insoportable para ellos, especialmente porque muchos niños y niñas juegan y aprenden en sus hogares desde que se establecieron las restricciones de COVID-19. No podemos imaginarnos lo angustioso que es para ellos perder ahora el lugar en el que viven cuando las escuelas llevan cerradas desde abril. Como han perdido las pocas pertenencias que tenían, seguramente ya no tengan sus libros y materiales de aprendizaje de los que dependen y en los que ponen sus esperanzas debido a que actualmente el único modo de aprendizaje en los campos de refugiados es en casa”.
De nuevo, en Educo pedimos a la comunidad internacional que ofrezca
condiciones seguras en los campos de refugiados de Bangladesh; y que se desplieguen todos los protocolos necesarios a efectos de que llegue toda la ayuda pertinente para ofrecer comida, agua y alojamiento. Pero no solo eso, también
apoyo psicosocial para los niños y niñas cuyo desarrollo integral se ve especialmente lacerado ante tanto desastre.
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