"Trabajar como voluntaria y ayudar a mejorar mi sociedad me hace feliz”, afirma rotundamente Rany. Tiene 16 años y es una de las personas que compone el grupo de niños y jóvenes de Battambang que hemos creado con el objetivo de colaborar con las autoridades locales para gestionar mejor los asuntos sociales de las comunidades. "No me pagan por ello, pero es lo que menos me importa, ya que como contrapartida obtengo mucha experiencia y conocimientos que no encontraría en ninguna escuela. He mejorado mis habilidades comunicativas y estoy aprendiendo a gestionar la confidencialidad”, añade Rany.
"Mi trabajo consiste en viajar unos 20 o 30 kilómetros al día por caminos muy resbaladizos para llegar a otras comunidades. No sé si es un trabajo fácil o difícil, lo que sí sé es que me hace feliz trabajar en equipo para ayudar a más personas”, cuenta Vy de 26 años quien también forma parte del equipo. Vy abandonó sus estudios cuando tenía tan solo 15 años ya que la escuela se encontraba muy lejos de su casa.
Cabe recordar que Camboya, especialmente en la provincia de Battambang, una de las más afectada por la guerra, aún tiene gran parte de su suelo repleto de minas terrestres por desenterrar y material explosivo. A esto hay que añadir el déficit de escuelas también provocada por el régimen de los Jemeres Rojos, por lo que la mayoría de los niños y niñas tienen que andar por caminos muy peligrosos hasta llegar a la escuela más próxima a sus viviendas, que la mayoría de las veces se encuentra en otra aldea. Es por este motivo que muchas familias optan por no escolarizar a los niños, dada la peligrosidad de los caminos por los que los pequeños tienen que transitar.
Este grupo de jóvenes ha desempeñado y sigue haciéndolo un papel clave y muy necesario durante estos meses de pandemia por la COVID-19. Su trabajo consiste en ayudar a las autoridades locales a concienciar sobre la enfermedad del coronavirus: cómo lavarse las manos adecuadamente y cómo protegerse del virus.
“Poder ayudar a otros niños y niñas a permanecer en la escuela me hace feliz. Cuando tengo tiempo libre y no tengo que trabajar en la granja, me dedico a ayudarlos”, cuenta Vy. "Me gusta mucho volver a la escuela porque a día de hoy, gracias al trabajo de oenegés como Educo, está preciosa, bien decorada, con materiales modernos y profesores formados. Si hubiéramos tenido este apoyo cuando yo era pequeño, estoy seguro de que hoy seguiría en la escuela”. Y añade: "Estoy feliz de ver un cambio positivo en mi comunidad gracias a nuestro trabajo y al de Educo. En mi época, los chicos solían pelearse y se unían a grupos de pandillas, lo que hacía que los estudiantes tuvieran miedo de ir a la escuela. Hoy, rara vez he vuelto a vivir esta situación".
Normalmente, los miembros del grupo se comunican a través del chat del grupo de Facebook o a través de llamadas telefónicas. Su trabajo consiste en denunciar casos de abuso infantil, controlar la asistencia escolar de los estudiantes, enseñar a los niños pequeños que no pueden ponerse al día en clase, recopilar datos de encuestas para el jefe de la aldea, hacer campañas de inscripción escolar o hacer un mapeo de los niños y de las personas con discapacidades.
Camboya , coronavirus , educación , Infancia , jóvenes comprometidos , minas terrestres
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