"Gracias a este proyecto, finalmente tuve derecho a ir a la escuela, lo que me antes me parecía imposible". Son las palabras de Konoba, una niña de 10 años que vive en Mali y que se siente feliz de poder ir a la escuela y aprender.
La escolarización sigue siendo un reto
Según la
Unesco hay 263 millones de niños y jóvenes no escolarizados desde la educación primaria hasta el segundo ciclo de la educación secundaria.
La región de África Subsahariana es la que tiene cifras más altas de niños sin escolarizar, ya que más de una quinta parte de los niños de entre 6 y 11 años no acuden a la escuela. Las barreras para la educación son de diverso tipo como el sexo, la ubicación, los recursos económicos de las familias y los conflictos armados.
Las niñas suelen ser las más afectadas y tienen más posibilidades de no acudir nunca a la escuela. De hecho,
15 millones de niñas en edad de asistir a la educación primara, no aprenderán a leer ni escribir. Más de la mitad de esas niñas viven en el África Subsahariana.
Konoba: un paso adelante en la educación de las niñas
Konoba es la más pequeña de nueve hermanos y no tiene padre desde que tenía 5 años. El padre de Konoba (Tième) era agricultor, mantenía a la familia y siempre quiso que Konoba acudiera a la escuela. Todos los hijos le ayudaban con los cultivos. Cuando el padre murió la familia se trasladó a Diado a la casa del hermano del padre. El tío de Konoba, Yacouba, también se dedica a la agricultura y tanto Konoba como sus hermanos le ayudaban en el trabajo en el campo. Además, Konoba, ayudaba a su tía con las tareas domésticas.
Transcurrieron dos inviernos en esas duras condiciones, hasta que el camino de
Konoba se cruzó con el de nuestro equipo del Programa de acceso a la educación para los niños de Mali (PACETEM), un equipo que identifica a los niños en edad escolar y trabaja para que acudan a la escuela.
"Es una suerte que este programa se haya implementado en nuestra aldea. Mi difunto marido siempre quiso que Konoba fuera a la escuela pero, por razones económicas, su matriculación nunca se hizo realidad", dice la madre de la niña.
En su aldea, el centro de Escolarización Avanzada donde estudia Konoba está haciendo una contribución significativa a la educación infantil, identificando y ofreciendo clases a niños de 8 a 12 años de edad.
"Gracias a este proyecto, finalmente tuve derecho a ir a la escuela, lo que me antes me parecía imposible. Siempre envidiaba a los que iban allí y ahora gracias a vosotros yo también voy, aprendo muchas cosas nuevas en la escuela, estoy muy contenta. Esta iniciativa aumenta la asistencia escolar de los niños en toda la aldea e incluso en las aldeas vecinas" nos cuenta la niña.
Konoba, nunca pierde de vista su pizarra, escribe y borra todo el tiempo mientras aprende. Es una niña aplicada y se esfuerza mucho por aprender, incluso le recuerda a su madre sus deberes y enseña a sus hermanos más pequeños lo que sabe.
"Mi hija está más satisfecha que antes, incluso me explica las cosas que le dicen en clase, aunque no entiendo mucho, estoy orgullosa. Como ella comenzó un mes después de las demás, tenía miedo de que no se adaptara... afortunadamente no fue así", añade la madre.
Mali: un país donde queda mucho por hacer
Mali es uno de los países más pobres del mundo, con una tasa de alfabetización de adultos del 33,4%. En cuanto a las limitaciones y desigualdades de género, existen apenas 57 mujeres alfabetizadas por cada 100 hombres.
La educación en el país presenta muchos retos, entre ellos el alto número de alumnos por profesor o el absentismo, sobre todo entre las niñas y en las zonas rurales.
Está en nuestras manos mejorar la situación de los niños y lograr que puedan asistir a la escuela y formarse para conseguir salir de la pobreza. Desde Educo, queremos crear muchas más historias como la de Konoba.
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