La educación no se detiene en Mali

Mali vive desde hace años una crisis de inseguridad que provoca la huida de miles de familias con sus hijos a lugares más seguros. Concretamente, la región de Mopti, se ha convertido en el epicentro de la crisis política y de seguridad que vive el país.  

Estos desplazamientos afectan especialmente a los menores de 18 años y a las mujeres. Cada vez hay más demanda de plazas para escolarizar a los pequeños que acaban de llegar y poca oferta, ya que las comunidades de acogida no están preparadas para recibir a tanta población joven.  

“Mis padres y yo nos vimos obligados a dejar nuestra aldea para venir a Koro. Hombres armados venían regularmente a amenazarnos antes de llevarse nuestro ganado. Nuestras escuelas están cerradas y el pueblo está casi vacío porque nadie se siente seguro”, nos cuenta el pequeño Adama de 8 años, que ha empezado una nueva vida junto a su familia en Koro.  

Adama ya está escolarizado y participa activamente en uno de los centros de juego, concretamente en el de Koro junto con otros 130 niños y niñas, que hemos creado para ellos. Son los Espacios amigos de la infancia, con los que logramos no solo integrar a los más pequeños y adolescentes gracias a su participación en actividades psicosociales y de aprendizaje, sino también concienciar y movilizar a las comunidades de acogida para que protejan a los niños y niñas más vulnerables.  
 

 
Todos los niños y niñas participan en juegos y actividades recreativas además de prestarles un apoyo social constante y acompañarlos en su reintegración a la nueva escuela y a la nueva comunidad. Desde el inicio del proyecto en abril de 2021 hasta la fecha, más de 520 niños han participado en estas actividades.   

Empezar de nuevo no es fácil, pero a través de la educación, el juego y la diversión, el camino se vuelve más llano. Porque la educación no puede ni debe parar.  

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