“Al mediodía ya no tengo que ir a casa para comer porque ahora tengo comida en la escuela. El año pasado solía caminar tres kilómetros durante la pausa de la comida para ir a casa a comer, a veces estaba tan cansado que no volvía a la escuela para las clases de la tarde.
Poder comer en la cantina escolar me permite seguir las clases de forma regular”. La escuela de Ousmane, alumno de una de las escuelas con las que trabajamos en Malí, cuenta con una cantina escolar desde este curso, lo que supone para él y para muchos otros estudiantes una motivación para asistir a clase.
La malnutrición constituye un grave problema de salud pública en Malí, especialmente entre la población infantil. La mala alimentación afecta negativamente al rendimiento escolar y este factor, junto a otros como la pobreza o las largas distancias que a menudo deben recorrer los pequeños para ir al colegio, acaba provocando que
muchos abandonen los estudios o que ni siquiera empiecen la enseñanza primaria. Se calcula que la malnutrición crónica afecta al 38% de los niños y las niñas malienses.
Contribuir a mejorar la alimentación y la situación nutricional de niños y niñas de la región de Ségou es el objetivo del proyecto que llevamos a cabo en Malí
en colaboración con la Agencia Coreana de Cooperación (KOICA) y ChildFund Korea. Para conseguirlo, hemos puesto en marcha un sistema de cantinas escolares y hemos reforzado las capacidades de las personas de la comunidad para que sean ellas quienes las mantengan en funcionamiento.
Hasta el momento hemos construido
tres cocinas, tres cantinas escolares y tres salas de almacenamiento en tres escuelas públicas de Farako, Souba, Sama Foulala. Asimismo, hemos dotado a estas tres escuelas de materiales de cocina y de alimentos como cereales, aceite y arroz, entre otros.
Además de la provisión de alimentos y la construcción de los espacios, hemos contribuido al refuerzo de las capacidades de los Comités de Gestión Escolar y hemos ofrecido formación sobre nutrición e higiene a 305 alumnos, 19 miembros de la comunidad educativa y 169 familias.
El proyecto también ha supuesto un gran alivio para las familias, tal como nos expresa una de las madres: “Antes no conocía la importancia de la falta de vitaminas y del yodo para el desarrollo, pero gracias a las sesiones de sensibilización ahora tengo más información sobre las consecuencias para los niños de la falta de estos elementos. A partir de ahora
tomaré las medidas necesarias para asegurar que mi familia no sufre de estas deficiencias”.
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